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Un motín armado para que nadie moleste en un ajuste de cuentas

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Dos presos murieron durante un motín en un penal mendocino,
que incluyó la toma de catorce guardiacárceles como rehenes.
El director de la Penitenciaría resultó herido en la cabeza.


t.gif (862 bytes)  Dos reclusos, que habrían quedado irreconocibles por la paliza recibida, murieron ayer en la Penitenciaría de Mendoza, en las afueras de la capital provincial, en el transcurso de un motín durante el cual se produjo “un ajuste de cuentas entre presos”, según informaron las autoridades. Las muertes fueron en venganza por otro crimen ocurrido en la cárcel la semana anterior, lo que está señalando la existencia de grupos rivales dispuestos a todo. La violencia comenzó al mediodía, durante el almuerzo, cuando varias decenas de internos se adueñaron por la fuerza del penal, luego de tomar como rehenes a 14 guardiacárceles, liberados siete horas después sanos y salvos. El subsecretario de Justicia, Alejandro Poquet, confirmó lo sucedido y anticipó que se tomarán medidas para preservar “a otros dos internos” que están amenazados de muerte, aunque admitió un rumor sobre la existencia de una lista de “diez o 15 presos” en peligro.
El director de la Penitenciaría, Manuel Cruz Videla, dijo que los muertos son Héctor Rivero Pringles y Osvaldo Rosales Atencio. Cuando ya había terminado el motín, mientras dialogaba con los periodistas en un patio del penal, Videla recibió una pedrada en la cabeza. El proyectil, que había sido arrojado desde afuera del penal, por familiares de los presos, le abrió una herida profunda que motivó su atención urgente en la enfermería del penal. Para calmar los ánimos y evitar que la situación de violencia se prolongara, las autoridades accedieron a firmar un acta con los reclusos, garantizando la continuidad de las visitas y de algunos regímenes especiales que favorecen a los internos.
La Penitenciaría de Mendoza está ubicada sobre la calle Boulogne Sur Mer, muy cerca de la entrada al Parque General San Martín, uno de los paseos más importantes que tiene la capital de la provincia. En la cárcel, cuyo edificio fue construido a principios de siglo, hay permanentes protestas por hacinamiento, ya que está prevista para albergar a 600 reclusos y en la actualidad hay 1200. Sin embargo, en esta ocasión, el problema comenzó la semana anterior, con el asesinato de Gustavo Sáez, un preso que fue apuñalado en el interior del pabellón uno.
Al parecer, la disputa surge de un enfrentamiento entre un grupo de ese sector con otro que pertenece al pabellón dos. Luego de tomar el penal, los presos –la mayoría con los rostros tapados– enviaron mensajes a los gritos a sus familiares, reunidos en gran número frente al penal, ya que ayer era día de visita. En una improvisada reunión con la prensa, en el patio donde fue herido el director de la cárcel, varios presos admitieron incluso que había “dos que se salvaron”, en alusión a lo que después confirmó el subsecretario Poquet sobre la presencia de otros detenidos que estarían amenazados de muerte.
Poquet, quien participó de las negociaciones para lograr una salida al conflicto, confirmó las muertes de Rivero Pringles y de Rosales Atencio, pero se excusó de dar detalles sin antes reunirse a puertas cerradas con las autoridades del penal y con los 14 guardicárceles que fueron tomados como rehenes. Poquet, un hombre que proviene de las organizaciones de derehos humanos mendocinas y que tuvo intervención en causas contra el Estado por desapariciones ocurridas desde 1984 en adelante, se mostró preocupado por la amenaza que pesa sobre algunos de los presos. Prometió medidas para “preservar su seguridad”.
Durante el motín hubo momentos de tensión, como cuando un funcionario que se presentó como el “alcaide mayor Tapia” intentó desalojar a la prensa de las inmediaciones del penal, aludiendo a un supuesto pedido de los presos. Posteriormente, los reclusos dijeron lo contrario y la revuelta se levantó recién cuando los periodistas fueron autorizados a entrar al penal y presenciar la firma del acta de compromiso.

 

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