Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


AFA quiere cambios en los torneos de su competencia

Habrá un sólo campeonato largo. Los descensos serían suprimidos
y habría reducción de equipos. Es posible que los dirigentes deban
respaldar sus gestiones con sus patrimonios. AFA es un hervidero.

na20fo01.jpg (8902 bytes)

Por Gustavo Veiga
t.gif (862 bytes)  Según uno de los abogados de la AFA, “la modificación de los torneos forma parte de las charlas y las discusiones entre dirigentes. Es una cuestión más política que jurídica y se realizará pronto”. Otro empleado de la casa del fútbol negó que los cambios hayan figurado en el orden del día durante las últimas sesiones del Comité Ejecutivo. Pese a todo, el retorno a los campeonatos de dos ruedas, la supresión de determinados equipos –se habla que los actuales 102 de las cinco categorías pasarían a ser 64–, la fusión que se les va a proponer a varias instituciones, un eventual aumento en la cantidad de descensos y otras pautas, sobre todo para las divisiones del ascenso, son temas cotidianos en los pasillos de la AFA.
La amplia reestructuración que sobrevendrá en los campeonatos del fútbol argentino golpea a las puertas de los clubes. Ya es una decisión tomada, aunque cierta ansiedad provocada por los cambios indujo a un flujo de versiones y especulaciones que, en algunos casos, suenan delirantes. Para empezar, toda modificación sustancial –por ejemplo, la supresión de los descensos– requiere una serie de pasos que no serán expeditivos.
La asamblea de representantes de la AFA tiene como atribución sancionar el estatuto de esa entidad y agregarle, suprimirle o modificarle cualquier disposición (artículo 8, inciso b). Pues bien, si se toma en cuenta que los artículos 74 y 75 se refieren al espinoso tema de la pérdida de la categoría para todos aquellos equipos que ocupen las últimas ubicaciones por promedio, sólo la asamblea estaría en condiciones de anular los descensos. Por lo tanto, no es facultad del Comité Ejecutivo presidido por Julio Grondona tomar este asunto en sus manos.
Se argumentará que una decisión política del más alto nivel bastaría para introducir los cambios. Es cierto, aunque cualquier iniciativa deberá ser elevada a la voluntad de la asamblea. El artículo 34 del estatuto, en su inciso d, sostiene respecto de una de las atribuciones del comité ejecutivo: “Cumplir y hacer cumplir el estatuto y los reglamentos”. Sólo eso.
La asamblea ordinaria debe sesionar una vez por año entre el 16 y el 25 de octubre. Grondona está obligado a esperar hasta esos días para ser ratificado en su cargo por un nuevo período. Pero no ocurre lo mismo con la reestructuración que se quiere potenciar. Una asamblea extraordinaria bien podría realizarse a pedido del Comité Ejecutivo apenas con el requisito de que se la convoque 15 días antes. En consecuencia, si se determinara organizar otro tipo de certámenes, habría vía libre para hacerlo inmediatamente después de finalizar el actual campeonato Clausura. Grondona ha escogido ciertos auditorios para decir lo que piensa respecto de esta comentada reestructuración. “El que no pueda pagar los operativos policiales que se vaya. No le vamos a reprogramar más los partidos a nadie”. Este concepto, a voz en cuello, lo expresó durante una de las últimas reuniones del Comité de Seguridad Deportiva. Luego se giró cada caso al Tribunal de Disciplina para que los evaluara, pero dicho organismo no adoptó sanciones como la quita de puntos, algo que hubiera ido minando la participación de varios equipos con graves problemas económicos.
Por otra parte, uno de los hombres de confianza del presidente, Carlos Arias –dirigente del club Liniers– suele llevar a algunas reuniones una carpeta con las variantes que se impulsan para las divisionales “C” y “D”, las más precarizadas de la AFA. Se sabe también que durante la disputa de la próxima Copa América en Paraguay, habrá directivos y especialistas en derecho que trabajarán intensamente aquí en las transformaciones que se vislumbran para los futuros torneos. Pero, además, se abocarán a la instrumentación de disposiciones que ya fueron aprobadas y están referidasa la responsabilidad patrimonial de los dirigentes que conducen a los vapuleados clubes del fútbol argentino.
Por último, todas las modificaciones deberán ser aprobadas por la Inspección General de Justicia. Esto demandará un tiempo extra que, en el mejor de los casos, permitirá evaluar las bondades o defectos de la reestructuración, recién en el año 2000.
La AFA parece sufrir el mismo mal de las computadoras con el advenimiento del nuevo milenio. Habrá que tener paciencia para saber si colapsa su sistema de organización o si el fútbol argentino resurge fortalecido de su inocultable crisis.

 

Leyes hay, pero nadie las aplica

Por G.V.
T.gif (862 bytes) Se habla demasiado de futuras modificaciones al estatuto de la AFA, aunque ya hubo cambios sustanciales en el Reglamento de Transgresiones y Penas que fueron aprobados por la Inspección General de Justicia el 13 de julio del año pasado. En total se modificaron 34 artículos que, en varios casos, tuvieron una nula aplicación.
Por ejemplo, el artículo 74º se refiere a la “incentivación o recompensa ilegítima” que será penada con una suspensión de “cuatro meses a dos años”. Todo el mundo sabe que esta práctica goza de mucho consenso entre los futbolistas y que determinados clubes la ejecutan cuando se están definiendo los campeonatos. Incluso, hasta se habla del tema en los medios como si nada ocurriera. Que se recuerde, jamás se sancionó a nadie por esto.
El artículo 246º, en su inciso k, expresa que será pasible de suspensión de un mes a cinco años el dirigente que “entregue de favor y sin cargo carnets, credenciales, entradas o plateas a integrantes de grupos indeseables y/o de los denominados “barras bravas” o similares...” En este caso, la conclusión es obvia. Casi un año de fútbol jaqueado por las suspensiones que disponía el juez civil Víctor Perrotta bastaron para ratificar los lazos que unen a los dirigentes con estos grupos violentos.
Por último, un artículo como el 88º es inaplicable. Está referido a cánticos obscenos, elementos de estruendo o ruido. Contempla sanciones a los clubes cuyos socios o hinchas entonen a coro “estribillos o canciones obscenas, injuriosas u ofensivas a la moral y buenas costumbres, siempre que los mismos sean de tal magnitud que, por su duración, por su intensidad y por la cantidad de público que los entonó, resulten nítidamente audibles...”
Silenciaron a los bombos, acotaron la dimensión de las banderas, pero jamás podrán hacer callar a la gente. Aunque insulten a la madre de un juez o del arquero contrario.

 

PRINCIPAL