Realizadas por expertos, Histollas e Historias del espejo son sólo dos de las muchas y buenas propuestas para niños que ofrece la cartelera.
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Por Inés Tenewicki Una mañana, una boca nace de una olla. La recién nacida tiene la forma de un par de labios de gomaespuma: de eso se trata este extraño títere-objeto que protagoniza, junto a una gran cacerola otro títere del mismo material, donde se cocinan ingredientes inusuales, esta obra sui generis a cargo de un músico y un titiritero. Miguel, el músico que canta y toca la guitarra en vivo, es otro de los protagonistas: querrá contar una historia, pero la boca lo hará cómplice de la creación de una histolla. Estos acontecimientos, tan raros como los personajes que los viven, tienen lugar en Histollas, un espectáculo que se estrenó en abril en la Universidad Popular de Belgrano (Ciudad de la Paz 1972), el mismo lugar donde el prestigioso titiritero Carlos Martínez reestrena Historias del espejo, que se presenta media hora más tarde, a las 15.30. Un libro vacío, una boca, un fantasma y una olla donde se cocinan historias son, entonces, algunos de los personajes del primero de los espectáculos, creado por dos maestros de grado, Sergio Bressky y Miguel Angel Podestá, que son también docentes de música y de teatro. En Histollas, Bressky y Podestá interactúan con sus muñecos, y dan lugar a varios planos de desarrollo de la obra: el que involucra la relación de los actores entre sí, el de la convivencia de ellos con los títeres, y el del relato propiamente dicho en que participan todos. Vinculado a la temática de la lectura la obra se inicia con la apertura de un libro sin palabras, el relato se va completando a medida que aparecen distintas letras que se cocinan en la olla y van dando lugar a distintas secuencias narrativas. Aunque la combinación de esas secuencias genera una estructura algo compleja y difícil de aprehender, y la intervención de personajes abstractos dificulta el seguimiento del relato, el espectáculo de Bressky y Podestá presenta una temática original el poder de la palabra apoyada por una dinámica ágil, una buena actuación y la música en vivo, muy cerca de los chicos. La obra se muestra los fines de semana en la Universidad Popular de Belgrano, pero además recorre en forma itinerante distintas escuelas municipales pertenecientes al programa Z.A.P (zonas de acción prioritaria) que se desarrolla en los barrios de la Boca, Barracas y Lugano. Dentro de este ámbito, Histollas funciona como apoyatura del programa alfabetizador que tiene lugar en estas escuelas carenciadas. Aunque no tiene un corte didáctico, la obra tiene un vínculo muy fuerte con la lecto escritura, asegura Sergio Bressky, que junto a Podestá creó el grupo de teatro La Esquina, y que además trabaja con el titiritero Carlos Martínez en las obras de títeres El molinete y Con esta lluvia. Historias del espejo, por su parte, ha cumplido varios años desde su estreno en 1990, aunque su autor y director Carlos Martínez incluyó en esta nueva versión algunas modificaciones, que perfeccionaron la puesta en el auditorio de la UPB. La intervención de un nuevo personaje, Manolo Covarruvias de la Azotea, interpretado por Mariano Miquelarena, es una de ellas. Los conflictos de identidad de Zoquete, el protagonista, a partir del encuentro con su imagen en el espejo, y sus avatares con su novia Susana Calcetín han recorrido numerosos teatros, ferias, festivales y escuelas. Sus personajes tiernos filósofos que, como los niños, indagan sobre los colores de la vida, el sentido de vivir y otras cuestiones no menos existenciales son viejos conocidos de algunos que hoy son adolescentes, ya que fueron vistos en programas de televisión, en El Molinete, la anterior obra de Martínez, y también en video (tanto Historias del Espejo como El Molinete se pueden encontrar en algunos videoclubes). Zoquete, Susana Calcetín, el pollito, la señora gallina y el gusano que se convierte en mariposa son personajes entrañables, que reproducen conhumor las situaciones y conflictos más frecuentes que le ocurren a los seres humanos. Con una destreza y perfección técnica demostrada a través de su larga trayectoria, Martínez y el taller de títeres El Triángulo consiguen hacer de sus muñecos unas criaturas graciosas, tiernas y profundas; inmejorables interlocutores de un público de grandes y chicos que también se preguntan por el sentido de todas las cosas.
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