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Una prensa que escribe con el puño en alto

Su lenguaje es sesentista y su formato es el tabloide. Los enemigos son fulminados, los amigos son héroes. Cómo es la prensa  de izquierda, que no informa sino que  baja línea.

Las facultades son canales importantes de distribución.
Los cinco títulos más importantes venden 40.000 copias.

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t.gif (862 bytes)  ”Menem y la Alianza son lo mismo”, “la CGT es la gran patronal”, son títulos típicos y recurrentes. “Abolir la convertibilidad”, “no pagar la deuda externa”, son consignas permanentes. El lenguaje es sesentista, los titulares son catastróficos, el formato es tabloide. La izquierda argentina, tan apagada en lo público y tan lejos de su influencia de otras décadas, sobrevive activa y peleadora en un mundo de papel. Los bajos costos de impresión, lo barato de los papeles más baratos, el trabajo “de voluntad” por la causa, la prioridad que le asignan los dirigentes, la venta compulsiva a quien se acerque remotamente al partido hace que trotskistas, comunistas y socialistas de todo tipo mantengan una prensa propia de gran vitalidad. Las cinco revistas más importantes venden, de un modo u otro, 40.000 copias por semana.
Entre los periódicos con mayor tirada están Prensa Obrera”, del Partido Obrero; Alternativa Socialista, del Movimiento Socialista de los Trabajadores; La Verdad Obrera, del Partido de Trabajadores por el Socialismo; Hoy, del Comunismo Revolucionario, y En Marcha, de Patria Libre. Los periodistas que escriben sobre la izquierda “desde adentro” creen cumplir una doble función: por un lado permitir que los militantes tengan presentes aquellas “ideas izquierdistas” que alguna vez fueron fuertes en el mundo. Por otro, están convencidos de que es la única posibilidad que tienen “los cada vez más sufridos partidos de la izquierda argentina de fijar una opinión a su manera”.
Quien conozca la izquierda sabrá, como lo saben y admiten libremente hasta sus dirigentes más encumbrados, qué difícil le resulta unificar criterios y presentarse en bloque ante la sociedad. Resulta sorprendente ver la gran similitud de contenidos, lenguaje y consignas de las publicaciones que la expresan. Un ex militante comunista dijo a Página/12 que “si uno mira las revistas se da cuenta en seguida que todos piensan más o menos lo mismo. El problema para armar una gran coalición política y electoral pasa por las ambiciones personales de los dirigentes. A la hora de figurar todos quieren aparecer en el primer lugar. Y en las revistas los dirigentes se autoelogian sin límites”. ¿Cómo se diferencian las publicaciones entre sí? A falta de reales abismos ideológicos, cada capilla compite por ser la más estridente y radicalizada. Las revistas toman los temas de actualidad y se esfuerzan por ser lo más críticas y absolutistas que sea posible. Cualquier duda o actitud conciliadora será tildada por los colegas como “antipopular”, “facciosa” o “entregadora”, calificativos que se encuentran con facilidad en estas revistas.
A la hora de atacar a los otros izquierdistas, los redactores lo hacen con una ferocidad notable, que no sorprendería si se hablara de la CIA o de economistas del FMI. Por ejemplo, la candidata a presidenta de Izquierda Unida (IU), Patricia Walsh, recibió desde Patria Obrera una andanada de cuestionamientos, en forma de editorial, firmada por su dirigente más importante, Jorge Altamira. La nota dice que IU eligió a Walsh por “portación de apellido”, que con eso se pretende “la explotación mediática de un nombre o un apellido” y que su candidatura esconde “intereses bastardos, el ocultamiento o disimulo de programa” y “el afán de carrerismo político de sus promotores”. Alternativa Socialista no se demoró en responder a la andanada, contestando que Altamira “reiteró (con las críticas que les hizo) el sectarismo, agravándolo con mentiras e insultos” y que “utiliza argumentos y métodos insostenibles porque no quiere que la izquierda se una”. En el MST tampoco se olvidan de los otros partidos: dicen, por ejemplo, que en algunas campañas electorales, Patria Libre “tuvo un perfil oportunista, no de izquierda. Incluso sacó miles de carteles con la cara de (Juan Domingo) Perón”.
“El pensamiento de izquierda es uno solo, pero hay algunas cuestiones en las que se empieza a competir para ver quién está más a la izquierda”, divgce el editor de una de estas revistas, que se curó en salud pidiendo que no se publique su nombre. El número 47 de Verdad Obrera, por ejemplo, confirma esta teoría: dedica la mitad de su doble página central adespotricar contra sus colegas ideológicos. Uno por uno, los partidos de izquierda son analizados por sus posiciones en el conflicto de Kosovo. Verdad Obrera califica una solicitada sobre ese tema firmada por el dirigente comunista Patricio Echegaray como “chauvinista gran serbia y proimperialista hasta la médula, doblemente escandalosa por lo que disimula entre melosas frases y por lo que dice”. A los miembros del PTP los acusan de ser “seguidores del padrecito Stalin” y, para no perder la oportunidad de castigar al MST, le endilga haber “desnudado su completa subordinación política al stalinismo vernáculo”.
La mayoría de las publicaciones de la izquierda partidaria se venden en los kioscos o llegan a las casas de los militantes por suscripción, pero también se pueden conseguir gratis en las movilizaciones y en algunas esquinas de la avenida Corrientes. Los partidos aprovechan estas oportunidades para “liquidar” sobrantes de números atrasados, que se transforman en maxi-panfletos. Las revistas son consideradas como “medios fundamentales” por los dirigentes políticos de los partidos y por eso las apoyan. Saben que es el único lugar real y permanente en donde pueden volcar sus ideas porque los medios masivos de comunicación son para ellos “espacios de muy difícil acceso”. Lo que no quiere decir que sea fácil mantener viva una revista. El Comunismo Revolucionario optó por pasarle a sus lectores la carga de mantener viva a su revista. Al lado del logo de Hoy se lee una frase digna del más moderno marketing capitalista: “El que lee un periódico proletario y no lo sostiene contribuye a matarlo, con lo que ahoga la voz de su clase y rompe su propia arma”.
Cuando no se ocupa de la diatriba contra los rivales internos, la prensa de izquierda fija posición sobre una variada y mezclada cantidad de asuntos. Es raro encontrar noticias, novedades o investigaciones en este tipo de periodismo cuya función confesa es “bajar la línea partidaria” sobre lo que todos ya saben que ocurrió. En sus páginas desfilan hechos tan diversos como la detención del dirigente de los jubilados Raúl Castells, la guerra en Yugoslavia, la actualidad económica, la veda de la merluza, todo en tono abiertamente editorial. Buscan “una salida revolucionaria en los Balcanes”, piden “un tractorazo de la clase obrera” y afirman que la “guerra es el recurso extremo del imperialismo”. La izquierda argentina está esperando, y está convencida de que llegará, el “colapso del capitalismo”. Mientras tanto se conforma con permanecer viva, por lo menos, en las hojas de sus revistas.
(Informe Damián Szvalb)

 

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