Los que ganan perdiendo Por Mario Wainfeld |
Los gobernadores peronistas (con la consabida excepción del santacruceño Néstor Kirchner) no fueron duhaldistas de la primera hora. Preferían como candidato a alguien --como Carlos Reutemann o Ramón Ortega-- que no proviniera de la siempre sospechosa de unitarismo provincia de Buenos Aires. Pero, cuando Menem consiguió cerrarles el paso a Lole y a Palito, la poderosa segunda línea del peronismo optó por lo posible: un candidato no ideal es mejor que ninguno. Y desamparó al presidente Carlos Menem, volcándose hacia el lado de Eduardo Duhalde definiendo así la interna del PJ. No los unió al gobernador bonaerense el amor sino el deseo (de ganar). Los dirigentes de provincias necesitan un PJ unificado para de hipermáxima conservar el gobierno nacional, de máxima ganar (o conservar según el caso) las gobernaciones provinciales y de mínima quedar con una fuerte trama de intendencias y legisladores para poder pelear con posibilidades en el 2003. Esa comunidad de intereses entre el actual líder nacional del PJ y sus referentes provinciales reconoce dos excepciones importantes. A José Manuel de la Sota (gobernador electo de Córdoba) y a Carlos Reutemann (si llega a ser elegido, y todo indica que lo logrará) un traspié del PJ a nivel nacional no les vendría mal y --mirado con un poco de egoísmo y de maldad-- les vendría bien. Si la Alianza triunfa en la elección nacional, podrían aspirar muy razonablemente a liderar el --ciertamente poderoso-- "PJ en el llano" y a ser su candidato presidencial en el 2003. Es claro que Carlos Menem sueña con ese escenario y ambiciona recuperar el timón del PJ, pero el justicialismo no es un internado de señoritas a la hora de disputar el poder. No faltará quién le facture la parte del león de la derrota, y nadie (y menos dos gobernadores de provincias importantes, ganadores frente a una hipotética derrota del conjunto) le cederá el paso sin pelear. Una elección nacional perdida abre enormes posibilidades para las segundas líneas, como ya ocurrió con los renovadores cuando el peronismo --conducido por otros-- mordió el polvo contra Raúl Alfonsín. Carlos Menem mismo, al fin fue un vencedor en sus pagos a contracorriente del peronismo nacional. Lo antedicho no implica que De la Sota y Reutemann pueden sencillamente "ir a menos" en los comicios de octubre. No es una jugada simple (entre otras cosas porque la taba les puede salir mal) ni es seguro que, si lo intentan, hundan al candidato. Y la venganza puede ser terrible. Pero está claro que el duhaldismo deberá esmerarse a fondo para convencerlos (lo que en política en general y en el peronismo más equivale a prestaciones tangibles) de que a ellos les convendrá más jugarse a fondo en una elección en la que no está en juego su posicionamiento personal antes que apostar --haciéndose los distraídos-- a privilegiar su turno en el 2003.
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