![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
Por Esteban Pintos ![]() Así presentado, el caso Caballeros no tiene a simple vista grandes diferencias con los antecedentes de banda de rock con un hit polirradial (Attaque 77 con Hacelo por mí, Divididos con Qué ves, Los Piojos con El farolito). Sin embargo, algo ocurrió en el medio y eso fue, aunque no debería tomárselo como factor excluyente, también decisivo a su manera. Una cuestión sentimental que envolvió a su cantante Iván Noble con la estrella del momento de la televisión argentina (Natalia Oreiro, paradójicamente tapa de la revista Gente esta semana) lo puso en el centro de una escena tal vez poco querida pero inevitable. Noble fue el rockero que enamoró (brevemente) a la actriz, salió en revistas que nunca hubiera querido, se hizo carne de foto en boliche nocturno y hasta tuvo guardias periodísticas en la puerta de su casa. Todo mientras el sentimentalismo suburbano de Avanti morocha hacía estragos en rankings radiales de toda calaña, el disco el mejor de los cuatro, titulado La paciencia de la araña trepaba a las casi 100.000 copias vendidas y la banda veía su agenda completa de shows por todo el país. Entonces, después del expediente Oreiro, Noble la cara visible, el letrista y cantante de la banda, con proyección artística fuera de ella también quedó en una posición complicada para aquellos que entienden el rock como una especie de código de buenas acciones, rockeramente correctas. No es éste el momento para aventurar cómo saldrán los Caballeros de este pasillo de la fama, una cuestión que a estas bandas dominantes de los noventa les toca profundo. Por cierto, el show de Obras mostró que la banda está en plena ebullición instrumental (potenciada por una sección de vientos) y que las letras de Noble, aun desde algunos lugares comunes y cierto exceso en el floreo metafórico, son de los más lúcido que aporta el rock argentino hoy en día. Una bien balanceada lista de canciones, que fueron desde los primeros tiempos (Primavera negra, Pejerrey, Patri, Carlito) hasta hoy, dejaron más que satisfecho al público. Pero sobre todo, la banda brilló cuando se tomó un respiro y soltó páginas de rock ciudadano (algo de tango por ahí) como Mientras haya luces en el bar y Cuatro de copas, reggaes bien entendidos y desarrollados como Saliendo a ver, Malvenido y No chamuyes (es interesante como han aprendido a tocarlos, con estilo y sentimiento), y una canción destinada a quedar como legado del grupo para representarlo en una hipotética colección de buenas canciones del rock barrial, futbolero, etc., etc.: Hasta estallar,grabada originalmente con León Gieco. El final del asunto, desde que sonó Avanti morocha y hasta el histórico Carlito fue pura euforia, celebración arriba y abajo del escenario. Una fiesta completa del público y de la banda, que parecían vivir el momento con igual intensidad, como celebrando que ahora juegan en primera.
|