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El gobierno nacional le dio una mano (y unos pesos) al “Tato”

Un adelanto en la coparticipación puede  aliviar algo la situación provincial. Sigue  la vigilia popular. Se esperan renuncias.

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t.gif (862 bytes)  A pesar del feriado y de la promesa del gobernador Pedro Braillard Poccard de comenzar a pagar hoy los salarios de abril a los empleados públicos correntinos, la vigilia continuó ayer frente a la Legislatura de esa provincia. Los que tampoco se tomaron descanso fueron los Romero Feris: José Antonio –”Pocho”, el senador nacional y jefe del autonomismo- calificó a Raúl –”Tato”, el intendente de Corrientes y líder del Partido Nuevo– de “traidor” y dijo que “si se muere antes que yo, ni al velorio voy”; mientras que su hermano le atribuyó ser el “fogonero” de la movilización popular y lo acusó de querer “quedarse con el poder que perdió en las urnas”. Todos esperan que el diálogo político, los fondos que –se supone– llegarán hoy y la renuncia de varios miembros del gabinete provincial –que los rumores ya daban por producidas– descompriman algo la tensa situación provincial.
Los manifestantes correntinos no sólo siguieron apostados en la plaza 25 de Mayo, sino que además realizaron una marcha por el centro de la capital provincial para reclamar el pago de los sueldos adeudados. En la plaza misma, ubicada entre la Legislatura y la Casa de Gobierno provincial, nuevas carpas se sumaron a las instaladas hace ya ocho días, cuando estalló el conflicto. Entre otros, se sumaron a la protesta los transportistas escolares, los abogados y las maestras jardineras.
Poco efecto surtió el anuncio de Braillard Poccard de que hoy comenzará a saldar la deuda con los empleados públicos. El gobernador confirmó que espera recibir un adelanto de la coparticipación federal de siete millones de pesos y explicó que “con esos fondos estaremos terminando de pagar los salarios atrasados de abril y arrancando con mayo”.
La solución a la crisis, sin embargo, depende de un acuerdo con la oposición que parece difícil de alcanzar a la luz de la virulencia de las acusaciones que se cruzaron los Romero Feris.
“El gobernador es un títere del intendente de la capital”, señaló José Antonio en alusión a Raúl, de quien dijo que “hizo estragos en la provincia y la destrozó” durante su período de gobierno. Pocho opinó que la crisis “es prácticamente insostenible” y, aunque no aludió explícitamente a Tato, aseguró que “algunos funcionarios se han enriquecido en forma ilícita mientras cientos de miles de correntinos están padeciendo hambre, miseria, marginalidad y pobreza”. El senador llegó a pedir “disculpas” por haber promovido a su hermano como gobernador y a decir que si “muere antes que yo, ni al velorio voy porque a los traidores no los perdono nunca”.
Tato no se quedó atrás. “El gran fogonero de todo este movimiento es el senador Romero Feris. Pretende quedarse con el poder que perdió en las urnas”, apuntó. Sostuvo también que “la oposición no debe engañarse con las cien personas que hay en la plaza porque esos no son los votos” y la acusó de dar “la espalda a la convocatoria de la Iglesia poniendo condiciones cuando ya estaba todo encaminado”.
Las negociaciones en busca de una salida al conflicto –abiertas a instancias del obispo de Corrientes, Domingo Castagna– se empantanaron el último sábado. Entonces, los legisladores opositores exigieron a Braillard Poccard el nombramiento de un nuevo gabinete de consenso, la normalización de los entes descentralizados e independencia de Tato Romero Feris.
El mismo Castagna consideró que “es necesario recomponer las condiciones para un diálogo”, mientras que el obispo de Goya, Luis Stockler, agregó que es posible solucionar la crisis “si los diputados y senadores ponen el bien común por sobre los intereses personales”.
“Lo primero que tiene que pasar en Corrientes es que se pongan de acuerdo los dirigentes”, terció el secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan. Y agregó que “de esa manera se van a evitar una solución de afuera que nunca ha sido solución”, en alusión a la intervención federal que todos los correntinos coinciden en rechazar.

 

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