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Por Felipe Yapur Desde Tucumán Julio Miranda, el candidato a gobernador del PJ que sigue punteando las elecciones de Tucumán, está exultante. El escrutinio definitivo continúa favoreciéndolo por 2321 votos cuando sólo restan abrir 57 urnas, lo que le permite condicionar al ex hombre fuerte de la provincia, Antonio Domingo Bussi, para generar un tranquilo proceso de transición. El candidato justicialista aseguró a Página/12 que no mantuvo ningún tipo de conversación con el militar y que tampoco piensa evitar, ni detener, el juicio político que se sustancia en la Legislatura y que lo alejaría prácticamente hasta el final de su mandato. Investigaremos la gestión de Bussi, no quiero que la gente piense que negociaremos una cobertura de impunidad, advirtió el senador. El bussismo intentó ayer una manifestación frente a la junta electoral, pero la concurrencia fue magra y no contó con el apoyo de dirigentes de primera línea del oficialismo provincial. A pesar de que Miranda negó conversaciones con Bussi, los operadores del senador confiaron que existió una llamada telefónica del ex ministro bussista, Alberto Germanó. Especie que también fue reconocida por fuentes del oficialismo provincial. De todas formas, el propio Miranda dijo que en caso de existir algún tipo de conversaciones primero tendrán que cumplirse algunos requisitos indispensables. En primer lugar tiene que resolverse el conflicto jurídico y que la junta proclame al ganador. Después de ello, espero que Bussi reconozca nuestro triunfo y, recién allí, enviaré a mi gente para que dialogue sobre la transición. Yo, con Bussi no habló, remarcó el candidato. La conversación con este diario se realizó en un bar del parque 9 de Julio. Miranda no dejó de hacer bromas y saludar a los parroquianos que se acercaban a felicitarlo. Che, parece que me votó más la Alianza que el peronismo, dijo para luego rematar: Porque todos los que me saludan son radicales. Y sus colaboradores estallaron en una carcajada. El senador fumó durante toda la charla, pero siempre de los atados de quienes lo acompañaron. Miranda juró que no le importan las presentaciones legales que realizaron los republicanos. Yo gané y las denuncias del bussismo son más apreciaciones políticas y no jurídicas, por lo tanto no tendrán un fallo favorable para sus intenciones, señaló y se apresuró a negar que pueda estar gestándose un adelanto de traspaso del mando. Queremos que se respeten los términos constitucionales y que Bussi gobierne el tiempo que dispone la ley, dijo antes de referirse a su intención de investigar la gestión del militar. No quiero que después la gente sospeche que existe un pacto de impunidad. Si Bussi lo merece, habrá traje a rayas, explicó. En cuanto al nuevo juicio político que se está sustanciando en la Legislatura contra el anciano general, Miranda y su gente dicen que nada harán para detenerlo. Dicen esto porque, en caso de ser suspendido, inmediatamente asumirá la conducción de la provincia el vicegobernador e intendente electo por la capital, Raúl Topa. Este tiene buena recepción en las filas del mirandismo, en donde consideran a Topa como un buen dirigente con el que se puede dialogar. Además, ven con buenos ojos una ceremonia de traspaso de mando con Topa a la cabeza y sin Bussi porque, según confió el senador, la banda (de gobernador) la recibo de cualquiera menos de ése, en obvia referencia al ex dictador. Pero mientras continúa el escrutinio, en el mirandismo ya se prepara la fiesta de la victoria. La haremos cuando la junta electoral nos proclame y vendrán (Eduardo) Duhalde y (Ramón) Ortega, aseguró el propio candidato y hasta se animó a predecir una posible participación de Carlos Menem. Esa fue una de las razones por las que el viernes pasado Miranda se reunió con el ministro Carlos Corach (ver aparte). Pero una parte del bussismo no se resigna a la derrota y ayer envió a unas 400 personas, la mayoría de condición humilde, a protestar frente al edificio donde funciona la Cámara en lo Contencioso Administrativo y donde se está dirimiendo la aceptación o no del recurso de amparo que presentó el bussismo para abrir la totalidad de las urnas. Sin embargo, ningún dirigente de primera línea del partido oficial se acercó hasta la concentración. Pocos carteles llevaron los bussistas. En algunas de las pancartas, sin duda escritas a las apuradas, podía leerse Justicia, Transparencia y hasta Queremos la verdad. Mientras varios titulares de sublemas negociaban con la policía, sin éxito, una reunión con el titular de la cámara que entiende en la demanda bussista, Antonio Guibert, desde un palco improvisado los diferentes y frustrados candidatos relataban sus penurias durante el recuento de votos. No se produjeron incidentes durante la manifestación que, tras tres horas de gritos, bombos y redoblantes, se retiraron pacíficamente y con las manos vacías bajo la atenta mirada de unos 80 policías antimotines que el ultrabussista jefe de Policía, Roberto Véliz, había dispuesto dentro y fuera del edificio.
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