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ESCOLTADO POR UN CENTENAR DE HOMBRES, EL EX CARAPINTADA OCUPO EL LARCADE
Rico se acuarteló en un hospital

El intendente de San Miguel apeló a viejos métodos: se presentó en la madrugada en el hospital Larcade, acompañado por ex carapintadas y punteros, para imponer un cambio en la institución. En medio de una gran tensión, una decisión judicial lo obligó a frenar la movida.

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Aldo Rico asentó desde la madrugada el puesto de mando en la oficina del director del hospital.Pero, tras la decisión judicial, decidió levantar campamento junto a la patota que lo acompañaba.
Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) El ex militar carapintada Aldo Rico intentó revivir su Semana Santa, esta vez como intendente de San Miguel. El enemigo, ahora, eran los médicos del Hospital Larcade, a los que, en su parte de guerra, calificó de “vagos y mentirosos”. Como en Campo de Mayo, en el ‘87, el motín empezó de madrugada: Rico llegó al hospital alrededor de la 1 –cuando sólo quedaba una guardia– acompañado por una patota de ex carapintadas, punteros y barrabravas, y se atrincheró en el despacho del director. Durante el día trajo refuerzos, que formaron una verdadera barricada humana y, en momentos, impidieron el libre acceso al hospital. Hubo empujones, golpes, y una total ausencia policial. Una movilización de profesionales y vecinos, y una decisión judicial frenaron el intento de Rico por declarar la emergencia sanitaria en el distrito, derivar pacientes a otros centros asistenciales y poner en disponibilidad a todo el personal. No hubo Felices Pascuas para el ex comando: antes de las 18, el intendente depuso su actitud.
El conflicto se había iniciado días atrás, cuando el intendente envió al Concejo Deliberante el controvertido proyecto para declarar la emergencia sanitaria. Por esos días, había sido designado como director del Larcade el médico Carlos Rubinstein, proveniente del hospital de Malvinas Argentinas. Allí, el jefe comunal José Cariglino impuso un modelo de hospital arancelado, que le permitió mejorar las cuentas pero, a la vez, produjo un éxodo de pobres hacia hospitales vecinos, ente ellos, el Larcade (ver aparte).
“Quieren cambiar el perfil de la población hospitalaria, privilegiando a los pacientes de obras sociales. En Malvinas Argentinas, a los pacientes carenciados no les dan los mismos turnos que a los que pagan el bono de seis pesos. Por eso vienen a atenderse acá o a hospitales vecinos”, dijo a Página/12 Gustavo Eugeni, titular de la Asociación de Profesionales. El proyecto iba a ser tratado mañana y su aprobación era segura porque el justicialismo tiene mayoría. Los trabajadores del Larcade habían convocado una marcha para ayer a la mañana. Pero el intendente decidió subir la apuesta y se presentó de improviso en el hospital, con su guardia pretoriana. Se lo vio nervioso, por momentos fuera de sí. “Quisimos hablar con él, pero nos respondió que primero ganáramos una elección. Tanta soberbia nos hizo pensar que no estaba en su sano juicio”, relató a Página/12 el concejal Julio Franchino (UCR).
Los seguidores de Rico coparon el hospital. Con cara de pocos amigos, se pararon en la puerta para hacer frente a la manifestación de médicos y vecinos. Algunos vestían ropa camuflada y calzaban borceguíes. Otros hostigaban al personal. “Nos dicen ‘trabajen vagos, atorrantes’. No se puede trabajar así”, se lamentaba una médica, al borde del llanto. Según la diputada Graciela Podestá, algunos de los seguidores de Rico estaban armados.
La batalla se trasladó a los medios. Rico confirmaba todas las sospechas al sostener que el Larcade sólo les cobraba a las obras sociales 90 mil pesos anuales, “mientras que hospitales de municipios vecinos recaudan hasta dos millones”, y desnudaba sin querer una falencia de su administración. También acusaba a los médicos de no querer trabajar (ver aparte). Los médicos, por su parte, se mostraron dolidos por las acusaciones. “Salió diciendo que somos unos miserables, que nos llenamos de dinero derivando pacientes del hospital. Los médicos hemos dado todo por el hospital”, se lamentó Eduardo Nardelli, jefe de Obstetricia. Y agregó: “Por la forma en que lo dijo, no parece que esté totalmente en sus cabales”. Después del mediodía comenzaron a llegar beneficiarios de los planes asistenciales. “Nos dijeron que nos quedáramos por acá”, decía una mujer, obediente pero desorientada, cerca del buffet. Después de las 15, cuando un grupo de periodistas quiso ingresar, se topó con la mole humana que impedía el ingreso. Hubo empujones y volaron proyectiles. Luego llegó elcomisario Roberto Ampugnani, de la 1ª de San Miguel, para levantar una denuncia por supuesta agresión a un militante justicialista.
–¿Por qué hay tanta custodia que no es de la policía? –le preguntó Página/12.
–Yo no he visto nada.
–¿No vio nada anormal en el hospital?
–Sí, está usted y estoy yo, que no venimos nunca –respondió el comisario.
“Me voy a quedar acá hasta el 24 de octubre”, contestaba Rico a los periodistas, entre carcajadas, desde su trinchera. Cuando todo aparecía trabado, llegó el abogado Eduardo Levitin con la noticia de la resolución judicial. El Sindicato de Trabajadores Municipales había presentado el viernes un recurso de amparo contra el proyecto de ordenanza y la jueza Gloria Martínez, de San Martín, dispuso una medida de no innovar: la norma no podrá ser aprobada hasta nuevo aviso, y Rico deberá dar explicaciones a la Justicia sobre las razones de su intención.
El tiro, al final, le había salido por la culata. Poco antes de las 18, el intendente carapintada tuvo que levantar campamento, mientras los médicos, que habían pasado casi todo el día en la calle, hacían una asamblea a cinco metros de la dirección. El tema será debatido hoy en una audiencia pública en la Legislatura bonaerense, a la que fue invitado el ministro de Salud, Juan José Mussi. Y mañana habrá una nueva movilización.
“La salud es un derecho de todos”, decía la pancarta que enarbolaba Juliana, de 7 años, nacida en el Larcade, igual que su hermana, Estela, de 22, y su sobrina, Jackelin, de 2. La familia fue a la manifestación porque “acá siempre nos atendieron de primera”. “Está loco ese hombre –dijo Mónica, la madre, en alusión al intendente–. Debe ser que él nunca necesitó del hospital.”

 


 

DEBATE SOBRE EL MODELO DE HOSPITAL PUBLICO
La autogestión en la polémica

Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) La discusión sobre la “autogestión hospitalaria”, impulsada en 1992 a partir de un decreto del presidente Carlos Menem, está en el centro del conflicto ocurrido en el Larcade. Para el titular de la Comisión Interhospitalaria del Conurbano y Provincial (Cicop), Norberto Tarrío, “el modelo ha sido un fracaso, como lo demuestra la estrepitosa caída que sufrieron el Hospital de Clínicas y el Instituto Roffo, para quienes la autogestión se fue a pique cuando las obras sociales dejaron de pagar”. El ex ministro de Salud bonaerense Ginés González García, defensor del hospital público y gratuito, consideró en cambio que el sistema “puede funcionar si las obras sociales y los seguros privados pagaran la atención que sus beneficiarios reciben en los hospitales”.
La medida dispuesta por Menem en 1992 propicia el autofinanciamiento de los hospitales públicos, arancelando las prestaciones que se brindan a los pacientes que tengan algún tipo de cobertura y manteniendo la atención gratuita de los que carecen de ella. Según los últimos datos oficiales, prácticamente el 40 por ciento de la población tiene al hospital público como única salida. Según Tarrío, “hasta los propios funcionarios han reconocido que la autogestión es un fracaso”.
Como ejemplo citó lo que ocurre con el Hospital Garrahan. “Por ser un hospital modelo, único en el país, tiene convenios con obras sociales y con prepagas, pero en el mejor de los casos logró una autofinanciación del 19 por ciento y el 81 por ciento restante lo sigue aportando el Estado”. Explicó que el problema “es mucho mayor cuando se sale del ámbito de la Capital Federal” y se llega “al segundo cordón del conurbano, donde hay muchas más gente con NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas)”.
Tarrío dijo que en el Hospital Castex, donde él trabaja, el autofinanciamiento llega “al 0,1 por ciento”, mientras que en el Larcade “el porcentaje debe andar en el 0,01”. Recalcó que las obras sociales “no pagan y aunque la reglamentación dice que la ANSeS puede obligarlas a pagar, eso nunca se cumple”. Subrayó que los hospitales “deben ser gratuitos porque de lo contrario los pobres son arrojados a la calle”.
El ex ministro Ginés González García, por su parte, sostuvo que es importante la “descentralización” operada a partir de la autogestión y consideró que el sistema es viable “si en la administración de los hospitales públicos hay una mayor participación de la comunidad”. El ex ministro, al dar su opinión, partió de “una realidad que nos está diciendo que no hay hospitales gratuitos y que es necesario establecer un sistema de cobertura”. Resaltó que lo importante es lograr “que las obras sociales y los seguros privados paguen, para de ese modo poder garantizar una mejor atención gratuita para los pobres”.
Recalcó que en la actualidad “hay importantes sectores de la clase media que se atienden en el hospital público y que están en condiciones de pagar un arancel”. Estimó que la oposición cerrada a la autogestión “es a veces una mera postura política que parte de sectores que desde un discurso progresista no hacen más que ser reaccionarios”. El ministro de Salud bonaerense, Juan José Mussi, no pudo ser consultado por este diario. El defendió siempre la autogestión, aunque en una reciente nota periodística con su firma admitió que “el sistema de salud de la Argentina está en terapia intensiva”.

 

 

EL INTENDENTE Y LOS MEDICOS, CARA A CARA

“Una manga de miserables”

Acusa Rico:
ron2.gif (93 bytes) “¿Cómo voy a tomar el hospital? No puedo tomar algo que es mío.”
ron2.gif (93 bytes) “Los médicos cobran muy buenos salarios: de los 150 mejores salarios del municipio, 90 pertenecen a médicos. No cumplen sus horarios, no atienden a la gente. Tienen horarios superpuestos, van a las clínicas cuando tendrían que trabajar acá. Además han hecho un gran negocio derivando los pacientes de obras sociales a las clínicas en las cuales ellos trabajan. Hemos decidido terminar con esos problemas.”
ron2.gif (93 bytes) “Como los médicos antiguos no quieren hacer guardia prestan su legajo para que otro médico, más joven, de menor experiencia, haga guardia. Entonces el médico que presta el legajo cobra la guardia y le pasa algo, no todo, al joven. Pero al cobrar le aumenta el salario, y al aumentar el salario aumenta el aguinaldo.”
ron2.gif (93 bytes) “Cuando uno los manda a las salas periféricas (los médicos) no quieren ir. Hablan, se llenan la boca de la salud de la gente, pero cuando ven a un carenciado que viene a atenderse salen espantados.”
ron2.gif (93 bytes) “Son una manga de miserables. (Lo que dicen) es la mentira más absoluta: ni arancelamos, ni privatizamos, ni despedimos.”
ron2.gif (93 bytes) “Yo no puedo penalizar al vecino de San Miguel, al vecino que paga los impuestos con un sistema que no funciona y que además es un barril sin fondo. Porque lo único que piden los médicos es más plata, más plata y más plata; más insumos y más insumos. No tienen ningún tipo de control, desaparece todo del hospital.”


“Rige un sistema perverso”

Responden los médicos:
ron2.gif (93 bytes) “En el hospital rige un sistema perverso, avalado por las autoridades desde hace 10 años. Como no hay nombramientos, se inventó un sistema de reemplazos, por el cual un médico cobra varias guardias pero hace sólo una. El resto las hacen médicos suplentes, a los que les paga el profesional que figura en el legajo. Así, hay quienes cobran 3.000 pesos, pero se quedan con mucho menos. Encima, tienen problemas con la DGI.” (Luis Soler, dirigente de la CICOP y ex médico del Larcade).
ron2.gif (93 bytes) “El municipio destina 16 millones de pesos por año al hospital, de los cuales 8 son aportados por la coparticipación provincial. Pero el ministro (Juan José) Mussi nos dijo que la Provincia destina 20 millones al municipio, y que no hay un monto fijo que debe ser destinado a salud.” (Gustavo Eugeni, titular de la Asociación de Profesionales del Larcade)
ron2.gif (93 bytes) “Enviar un médico a una unidad periférica es un clásico mecanismo de castigo, que se ha implementado, sin ir más lejos, en Malvinas Argentinas: Rubén Baladán, titular de la Asociación de Profesionales, fue trasladado a una unidad sanitaria, como parte de la desarticulación gremial en ese hospital. Acá se quiere hacer lo mismo.” (Luis Soler)
ron2.gif (93 bytes) “En el hospital no faltan insumos pero desde hace un año se gasta más porque el municipio hace compras directas, sin licitación. Además, Rico aumentó la planta política en un 91 por ciento en un año.” (Gustavo Eugeni)


 

Carapintadas y patovicas, la corte del intendente

Rico llegó al hospital acompañado por ex carapintadas que trabajan en la comuna, suboficiales retirados y patovicas.

Algunos de los muchachos que ayer acompañaron a Rico en su cruzada hospitalaria.
“Los desparramó por el hospital, como si fuera una escuela de infantería”, se quejaron los médicos.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes) Entre la patota que, al mando de Aldo Rico, tomó el hospital de San Miguel hubo muchas caras conocidas. El batallón de ex carapintadas que el intendente mantiene dentro de su municipalidad estuvo a pleno, encabezado por Osvaldo Vercellotti, el mayor que en 1988 intentó liberar al entonces coronel rebelde de la prisión de Magdalena. Ricardo “Palito” Aleksiejoner, un suboficial que integró el mismo comando de embetunados, acompañó a su jefe desde la madrugada, apenas Rico se atrincheró en la oficina del director del hospital. Y abajo, desbordando los pasillos o apostados en las entradas del edificio, se distribuyó una tropa heterogénea: suboficiales retirados, matones históricos del partido, patovicas, coordinadores del Plan Barrios Bonaerenses y un centenar de contratados del mismo programa que fueron llegando a bordo de camionetas municipales.
A las cinco de la tarde en el primer piso del hospital se desarrollaba un espectáculo peculiar. En uno de los despachos, Aldo Rico permanecía reunido con sus funcionarios y amagaba con no retirarse del edificio. A menos de 10 metros de distancia, separados apenas por una puerta de vidrio, los médicos y el sindicato de municipales deliberaba sobre cómo conseguir la salida de la patota sin responder a sus provocaciones. En el medio, en un minúsculo corredor, se amontonaban fornidos seguidores del intendente.
“Rico los desparramó desde la madrugada por todo el hospital, como si esto fuera una escuela de infantería y él un coronel en servicio. Coparon las aulas, se metieron en el comedor sindical, y hasta tomaron por un rato nuestras oficinas”, se quejó Eduardo Duro, vicepresidente de la Asociación de Profesionales. Entre los primeros en desembarcar en el Larcade estuvo un grupo de custodios muy conocidos en la zona por haber trabajado en el pasado bajo las órdenes del destituido intendente José De Luca. Llegaron encabezados por Amaranto Navarro, Daniel Torres, más conocido como “El Sata” y Ricardo Moyano; los políticos locales los identifican bien, porque los tres suelen hacer barra en las sesiones más candentes de los concejos deliberantes de San Miguel y José C. Paz.
Los trabajadores del sindicato municipal denunciaron que El Sata y Navarro se dedicaron a soltar amenazas de muerte al por mayor. Una de sus víctimas fue Alberto López Camelo, secretario de prensa del sindicato de municipales. “Es gente con antecedentes de pesados”, explicó López Camelo a este diario; durante la campaña electoral, por ejemplo, El Sata fue denunciado por apretar a un grupo que estaba haciendo una pintada para una lista opositora a Rico. El sábado pasado, apenas se supo que preparábamos la movilización, hizo lo mismo con un compañero del hospital; hoy se lo cruzó en un pasillo y directamente lo agredió físicamente, buscando provocarlo, frente a los ojos del jefe de personal del hospital, que presenció todo sin intervenir”.
El funcionario aludido es Amado López, un ex suboficial de prefectura nombrado por Rico en el Hospital Larcade. López no fue el único ex uniformado que ayer mantuvo una larga guardia en el hospital acompañando la cruzada del intendente. Junto a él también estuvieron una veintena de carapintadas de bajo rango reciclados a la función pública, como Ricardo Arce, un ex mayor del Ejército detenido tras la sublevación de diciembre del ‘90 y Carlos Illanes, otro suboficial retirado del Ejército convertido ahora en jefe de estadísticas del Larcade.
A la noche, luego de la retirada de Rico, unas cuarenta personas permanecían dentro del edificio. Integrantes de la Organización de Desocupados identificaron entre los ocupantes a una decena de coordinadores del Plan Barrios Bonaerenses, “como Jorge Lucero, Rubén Arce y otros de los que sólo conocemos su apodo, como King Kong, Chiquitín, El Nono, el Papi y Chazarreta”, explicó Mónica Acuña, miembro de la comisión. “Funcionaron durante todo el día como matones en la puerta del hospital, pero el resto del año no tienen una actitud diferente; sabemos que han presionado a la gente de sus cuadrillas para acarrearlos a los actos partidarios. Posiblemente la historia de muchos de los que hoy vinieron acá para apoyar a Rico no sea diferente.”

 

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