Por Fernando DAddario Así como hoy se universalizan
compulsivamente distintos aspectos de la vida cotidiana, hubo un tiempo en que se vivió
una globalización del canto popular contestatario. No era deudor de la interacción
informatizada, sino del boca a boca (en el sentido más literal de la expresión) y de la
simultaneidad de ebulliciones sociales que reclamaban respuestas artísticas afines.
Cataluña hizo su propia lectura de esta efervescencia y en plena dictadura franquista
buscó en sus raíces culturales un punto de referencia para la resistencia. Esta
búsqueda purista, contaminada con las aguas venenosas de la canción francesa (Brassens,
Leo Ferré, Jacques Brel), el folk norteamericano (Bob Dylan, Joan Baez) y el canto
popular latinoamericano (principalmente Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui), promovió el
surgimiento de lo que se llamó Nova Cancó Catalana, que alumbró a artistas conocidos
masivamente como Joan Manuel Serrat, y a otros no tan famosos, como Lluis Llach, Raimon y
María del Mar Bonet. Entre el larguísimo y heterogéneo lote de estos últimos podría
incluirse a Xavier Ribalta, un juglar del día a día (como gusta definirse)
que 35 años después sigue cantando como si nada hubiese pasado. O, quizá, lo hace
justamente porque han pasado demasiadas cosas. De regreso a la Argentina luego de una
década de ausencia, Ribalta actuó la semana pasada en Rosario y Paraná, y este viernes
dejará en La Trastienda su testimonio musical, que homenajea a grandes poetas catalanes,
desde Salvador Espriu hasta Apel-les Mestres, pasando por Salvat-Papasseit.
Mi lema es: de derrota en derrota, hasta la victoria final, proclama en la
entrevista que le concede a Página/12, y queda claro que en su caso, el inevitable
aggiornamiento no siguió los carriles del pragmatismo. Ingeniero, nacido en Tárrega, un
pueblito no mediterráneo con tierra áspera y olor a ajo, Ribalta canta
exclusivamente en catalán (tiene 16 discos, y los más representativos de los últimos
tiempos son Cants Intims y Canta a Joan Maragall) y evidencia en su música una rara
mezcla de refinamiento y crudeza testimonial. Reconoce que sus primeros textos cantados
eran panfletos, pura dinamita, y que luego su radicalismo político buceó en
otros poetas para expresarse. Entre 1968 y 1975 estuvo prohibido en España, y acaso ese
desgarro lo impulsó a convertirse en un artista itinerante, que vivió un tiempo en
Francia, grabó en Buenos Aires, y actualmente pasa largas temporadas en Estados Unidos.
Es inevitable: para poder disfrutar de una belleza como lo es cantar en la ciudad de
Paraná, mi vida artística tiene que pasar por Estados Unidos, explica con cierta
resignación. Aunque no baja los brazos: No perdí por suerte la capacidad de
indignación. Y protesto contra los Soros y soretes de este mundo. Ser un juglar hoy
implica una actitud de enfrentamiento a esta sociedad de porquería.
El movimiento de la Nueva Canción se dispersó cuando algunos artistas
comenzaron a cantar en castellano. ¿Por qué usted sigue cantando solo en lengua
catalana?
Yo me sentí identificado con ese movimiento y lo acompañé. Y me gustaba hacerlo
en catalán por fidelidad a mi pueblo. En los momentos más duros, sufrí un intento de
soborno. Me dijeron que si aceptaba cantar en castellano tendría más acceso a los
medios, a la difusión, y esas cosas. Y dije que no. Si otros dijeron que sí, no me
incumbe.
Se refiere a Serrat ...
No quiero hablar de él porque ya bastante publicidad tiene, no necesita que yo dé
mi opinión. Y hasta me dijeron que es Doctor Honoris Causa, ¿no?
Si cantar en catalán era una respuesta a la opresión franquista, ¿hoy cuál
sería el significado de esa postura?
Las condiciones han cambiado. Hoy tenemos periódicos, televisión catalanes, un
Parlamento, aunque los gobiernos que se dicen democráticos hayan hecho también un
desastre. El 93 por ciento de la población de Cataluña habla nuestro idioma. Cantar en
catalán ya no es un imperativoideológico. Pero en mi caso, hubo un tiempo en que
intenté comunicarme musicalmente en castellano y no pude. Lo que me salía no tenía
ninguna fuerza. Si hubiese podido superar lo que hacía en catalán, lo habría hecho.
Josep Espinàs, uno de los fundadores de Els Setze Jutges, la base
ideológica de donde nació la Nova Cancó, decía que la música debía ser el
vehículo de las palabras y una ayuda para recordarlas. ¿Esto le daba a lo musical
un rol secundario?
Es que ese movimiento específico fue creado por intelectuales que interpretaban que
a través de la canción se podía recuperar la lengua catalana, que estaba prohibida.
Espinàs era uno de ellos. Y la nueva canción surgió pobre musicalmente, no
fue pensada por músicos preparados. Era una herramienta para unir a un pueblo. Era otra
época: los recitales, más que recitales, eran mitines.
Usted reconoce que hoy su lucha es distinta. ¿Es más difícil?
Antes teníamos un enemigo declarado. Cuando el pueblo puede ver la cara del verdugo
es más fácil que se una para luchar contra él. Hoy la lucha se diluye porque estamos
ante un enemigo sin rostro, del que sólo conocemos un nombre: la globalización.
La Fura la emprende con El Fausto La Fura dels Baus ofrecerá a partir de mañana, y hasta el 4 de julio en el
teatro Lola Membrives, su nuevo espectáculo, Fausto Versión 3.0, basado en Fausto I y II
de Goethe. La compañía catalana de teatro experimental emprende aquí una versión libre
de la obra del padre del romanticismo alemán. A partir del espíritu de Fausto, realizó
una puesta en escena con los recursos propios del lenguaje que ya son su marca de
fábrica. Redes digitales, creación de composiciones musicales a través de Internet y el
intento de generación de nuevas percepciones, conforman el universo de la Fura, que
plantea desde sus comienzos, a fines de los años 70, la participación activa del
espectador en sus espectáculos. Los catalanes ya estuvieron este año en Buenos Aires,
donde tienen un público súper fiel, contratados por la firma Peugeot para la
presentación de un nuevo modelo. Desde 198, el lenguaje del grupo se manifestó en
sucesivos espectáculos, como "Accions", "Noun", "MTM" y
"Manes", entre otros, que convocaron a más de un millón de espectadores en
todo el mundo. |
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