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ENTREVISTA AL CANTAUTOR CATALAN XAVIER RIBALTA
“Mis shows eran mítines”

Es uno de los pioneros de la “Nova cancó”. Reivindica la militancia de su generación: “De derrota en derrota, hasta la victoria final”. El viernes actúa en La Trastienda.

Xavier Ribalta está realizando una serie de presentaciones en la Argentina.
De Joan M. Serrat prefiere no hablar, “porque ya bastante publicidad tiene”.

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Por Fernando D’Addario

t.gif (862 bytes) Así como hoy se universalizan compulsivamente distintos aspectos de la vida cotidiana, hubo un tiempo en que se vivió una globalización del canto popular contestatario. No era deudor de la interacción informatizada, sino del boca a boca (en el sentido más literal de la expresión) y de la simultaneidad de ebulliciones sociales que reclamaban respuestas artísticas afines. Cataluña hizo su propia lectura de esta efervescencia y en plena dictadura franquista buscó en sus raíces culturales un punto de referencia para la resistencia. Esta búsqueda purista, contaminada con las aguas venenosas de la canción francesa (Brassens, Leo Ferré, Jacques Brel), el folk norteamericano (Bob Dylan, Joan Baez) y el canto popular latinoamericano (principalmente Violeta Parra y Atahualpa Yupanqui), promovió el surgimiento de lo que se llamó Nova Cancó Catalana, que alumbró a artistas conocidos masivamente como Joan Manuel Serrat, y a otros no tan famosos, como Lluis Llach, Raimon y María del Mar Bonet. Entre el larguísimo y heterogéneo lote de estos últimos podría incluirse a Xavier Ribalta, “un juglar del día a día” (como gusta definirse) que 35 años después sigue cantando como si nada hubiese pasado. O, quizá, lo hace justamente porque han pasado demasiadas cosas. De regreso a la Argentina luego de una década de ausencia, Ribalta actuó la semana pasada en Rosario y Paraná, y este viernes dejará en La Trastienda su testimonio musical, que homenajea a grandes poetas catalanes, desde Salvador Espriu hasta Apel-les Mestres, pasando por Salvat-Papasseit.
“Mi lema es: de derrota en derrota, hasta la victoria final”, proclama en la entrevista que le concede a Página/12, y queda claro que en su caso, el inevitable aggiornamiento no siguió los carriles del pragmatismo. Ingeniero, nacido en Tárrega, un pueblito no mediterráneo “con tierra áspera y olor a ajo”, Ribalta canta exclusivamente en catalán (tiene 16 discos, y los más representativos de los últimos tiempos son Cants Intims y Canta a Joan Maragall) y evidencia en su música una rara mezcla de refinamiento y crudeza testimonial. Reconoce que sus primeros textos cantados eran “panfletos, pura dinamita”, y que luego su radicalismo político buceó en otros poetas para expresarse. Entre 1968 y 1975 estuvo prohibido en España, y acaso ese desgarro lo impulsó a convertirse en un artista itinerante, que vivió un tiempo en Francia, grabó en Buenos Aires, y actualmente pasa largas temporadas en Estados Unidos. “Es inevitable: para poder disfrutar de una belleza como lo es cantar en la ciudad de Paraná, mi vida artística tiene que pasar por Estados Unidos”, explica con cierta resignación. Aunque no baja los brazos: “No perdí por suerte la capacidad de indignación. Y protesto contra los Soros y soretes de este mundo. Ser un juglar hoy implica una actitud de enfrentamiento a esta sociedad de porquería”.
–El movimiento de la “Nueva Canción” se dispersó cuando algunos artistas comenzaron a cantar en castellano. ¿Por qué usted sigue cantando solo en lengua catalana?
–Yo me sentí identificado con ese movimiento y lo acompañé. Y me gustaba hacerlo en catalán por fidelidad a mi pueblo. En los momentos más duros, sufrí un intento de soborno. Me dijeron que si aceptaba cantar en castellano tendría más acceso a los medios, a la difusión, y esas cosas. Y dije que no. Si otros dijeron que sí, no me incumbe.
–Se refiere a Serrat ...
–No quiero hablar de él porque ya bastante publicidad tiene, no necesita que yo dé mi opinión. Y hasta me dijeron que es Doctor Honoris Causa, ¿no?
–Si cantar en catalán era una respuesta a la opresión franquista, ¿hoy cuál sería el significado de esa postura?
–Las condiciones han cambiado. Hoy tenemos periódicos, televisión catalanes, un Parlamento, aunque los gobiernos que se dicen democráticos hayan hecho también un desastre. El 93 por ciento de la población de Cataluña habla nuestro idioma. Cantar en catalán ya no es un imperativoideológico. Pero en mi caso, hubo un tiempo en que intenté comunicarme musicalmente en castellano y no pude. Lo que me salía no tenía ninguna fuerza. Si hubiese podido superar lo que hacía en catalán, lo habría hecho.
–Josep Espinàs, uno de los fundadores de “Els Setze Jutges”, la base ideológica de donde nació la Nova Cancó, decía que la música debía ser “el vehículo de las palabras y una ayuda para recordarlas”. ¿Esto le daba a lo musical un rol secundario?
–Es que ese movimiento específico fue creado por intelectuales que interpretaban que a través de la canción se podía recuperar la lengua catalana, que estaba prohibida. Espinàs era uno de ellos. Y “la nueva canción” surgió pobre musicalmente, no fue pensada por músicos preparados. Era una herramienta para unir a un pueblo. Era otra época: los recitales, más que recitales, eran mitines.
–Usted reconoce que hoy su lucha es distinta. ¿Es más difícil?
–Antes teníamos un enemigo declarado. Cuando el pueblo puede ver la cara del verdugo es más fácil que se una para luchar contra él. Hoy la lucha se diluye porque estamos ante un enemigo sin rostro, del que sólo conocemos un nombre: la globalización.

 

La Fura la emprende con El Fausto

La Fura dels Baus ofrecerá a partir de mañana, y hasta el 4 de julio en el teatro Lola Membrives, su nuevo espectáculo, Fausto Versión 3.0, basado en Fausto I y II de Goethe. La compañía catalana de teatro experimental emprende aquí una versión libre de la obra del padre del romanticismo alemán. A partir del espíritu de Fausto, realizó una puesta en escena con los recursos propios del lenguaje que ya son su marca de fábrica. Redes digitales, creación de composiciones musicales a través de Internet y el intento de generación de nuevas percepciones, conforman el universo de la Fura, que plantea desde sus comienzos, a fines de los años ‘70, la participación activa del espectador en sus espectáculos. Los catalanes ya estuvieron este año en Buenos Aires, donde tienen un público súper fiel, contratados por la firma Peugeot para la presentación de un nuevo modelo. Desde 198, el lenguaje del grupo se manifestó en sucesivos espectáculos, como "Accions", "Noun", "MTM" y "Manes", entre otros, que convocaron a más de un millón de espectadores en todo el mundo.

 

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