En Una noche en Casablanca, un viejo film
de los hermanos Marx, Groucho propone cambiar de casillero las llaves de las habitaciones
de un lujosísimo hotel. Harpo asiente con toda su mudez y Chico pregunta: Pero, ¿y
la confusión?. Groucho responde: Pero, ¿y la diversión?. El fin de
siglo -.y de milenio que se vive más bien abunda en confusiones, comenzando por las
fechas. ¿Cuándo empiezan los nuevos: el 1º de enero del año 2000, o el 1º de enero
del 2001, como es en realidad? La fascinación de los números redondos a veces puede más
que la aritmética.
Este fin de siglo viene acuñado, entre otras cosas, por el posmodernismo, concepto de
dudoso punto de partida. ¿Se sabe qué es la modernidad? ¿Esta tiene un significado de
alcance universal? Cuesta quizás admitir que nunca hubo -.ni hay un único modelo
en la materia. El camino de la llamada civilización occidental no es el mismo que se ha
recorrido en otras zonas del planeta, ni siquiera en Occidente mismo. Por lo demás, la
globalización en curso ahonda el abismo entre ricos y pobres, entre naciones saqueadas y
saqueadores, y cabe preguntarse, por ejemplo, qué clase de modernidad conocen o padecen
los 13 millones de pobres y los 2 millones de desocupados argentinos, o los jubilados que
sobreviven -¿sobreviven? con 150 pesos por mes. ¿No es para ellos una modernidad
que repite -.empeorada la del fin del siglo XIX en el país?
En el plano de las ideas se anuncia el advenimiento de una nueva cultura en la
que, sin embargo, perviven ecos de las preocupaciones finiseculares del XIX: la
interrogación acerca de los callejones del historicismo, la cuestión feminista del
género, la reflexión política en torno al fracaso del liberalismo, el retiro del mundo
colectivo para arrocarse en la subjetividad, el rechazo de normas morales y su reemplazo
por un relativismo muy extendido que suele recaer en dogmatismos arbitrarios, hipocresías
y cinismos bien conocidos en estas tierras. El tema de los límites del racionalismo
heredado del Siglo de las Luces llegó a la exasperación en un siglo que se ha
caracterizado por guerras y genocidios sin antecedente que incluso modificaron las
concepciones de la muerte personal, por la instalación de regímenes totalitarios
feroces, el resurgimiento de fundamentalismos, nacionalismos y aun tribalismos, el
ejercicio masivo de comportamientos muy alejados de lo humano que develan territorios
repulsivos del ser humano. En comparación con el fin de siglo pasado en Occidente, los
agujeros de la capa de ozono, el calentamiento global que acompaña a la globalización,
el dominio absoluto de lo político por formas imperiales de la economía hacen pensar si
no habrá que invertir la notoria frase de que la historia, al repetirse, pasa de la
tragedia a la comedia. Al aproximarse el año 1000 .llega a decir el pensador checo
Ernest Geller, los europeos anticiparon el fin del mundo, pero éste no se
materializó. Sospecho que al aproximarse el 2000 no se espera el fin del mundo, pero esta
vez ocurrirá.
Quién sabe. Lo cierto es que en los países subdesarrollados -.o en
vías de desarrollo, como se los bautizó después para darles un toque de
elegancia se cree que a la modernidad se llega por la puerta de la tecnología de
punta. Eso, por ahora, significa la voluntad de más poder y conlleva una destrucción
mayor de la Naturaleza. Cierta sociología weberiana habla de la construcción
social de la realidad, pero esa realidad existió antes que el ser humano y pudo
existir sin él. El asuntoes saber si seguirá existiendo con y a pesar de él. El fin del
siglo XIX alimentaba visiones de una nueva era. El fin del XX arrima devastadoras
imágenes opuestas.
Al posmodernismo han seguido el pos-posmodernismo y el neomodernismo en la arquitectura de
los llamados países centrales. En otros campos del arte el posmodernismo más parece un
retorno cíclico de constantes de la modernidad que un cambio cualitativo. ¿Habrá que
pensar con David Harvey (The Condition of Postmodernity, 1989) que el posmodernismo es
apenas la etapa siguiente de la modernidad capitalista, idéntica en su esencia, aunque
más veloz y compleja?
Nadie alcanza a descifrar qué nos han de traer el nuevo siglo y el milenio que viene. En
lo que nos concierne, tal vez convenga recordar lo que dijo alguna vez el poeta Mario
Trejo: ¿Posmoderna, la Argentina? Si todavía no entró en la modernidad.
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