Por Hilda Cabrera Este espectáculo se presenta
como inspirado en el Fausto I y II de Goethe, vale decir en el Urfaust, escrito entre 1773
y 1775, y el posterior, cuya primera parte apareció en 1803. Para Goethe fue la obra que
le ocupó la vida entera. Tomó la historia de una leyenda primitiva y puede que durante
su infancia haya visto en Francfort una versión escénica con marionetas. Inició su
tarea en 1769 y la prosiguió hasta pocas semanas antes de su muerte. ¿Cuál es la
pregunta que se hace La Fura ante este trabajo monumental de Goethe? ¿Qué dice de Dios,
del Diablo y de Fausto? El espectador ve en principio un trabajo escénico característico
de este fin de siglo, una mezcla de estilos y efectos obtenidos básicamente de la
tecnología. Fausto sigue siendo una tragedia, subjetiva porque refleja el agobiado
interior del protagonista, pero también exterior. La Fura sensibiliza con golpes de
efecto, semejantes a los que producen los videoclips. De ahí parte en un primer momento
la provocación, uno de los elementos que caracterizó a esta agrupación catalana que en
la década del 80 supo incorporar al público a su juego sin necesidad de interpelarlo. Lo
guiaba mediante su propio desplazamiento por un mismo espacio compartido,
generando a través de su acción corridas ante la amenaza de algún enchastre. Pero la
compañía se puso ahora como límite la caja del escenario, de modo que ya no hay zozobra
en la platea.
Esta disposición no es una novedad. La adoptó después de dos encargos. Se le pidió
montar un espectáculo inspirado en La Atlántida, de Manuel de Falla, y luego otro sobre
El martirio de San Sebastián, de Claude Debussy. La novedad reside en que ha incorporado
un texto. Se utilizan frases y palabras de choque, recurso que en este contexto suena a
remanido. Dice además bastante menos de lo que expresan las imágenes que se
proyectan en ocho pantallas ubicadas al fondo del escenario, las que en algunas secuencias
conforman una sola y en otras se mantienen como cajas de escenarios múltiples.
La simultaneidad de acciones que se obtiene a través de esta disposición es uno de los
mayores logros de esta puesta de Alex Ollé y Carlos Padrissa. En este Fausto de fin de
siglo (para el calendario cristiano), el mundo es un caos y el Dios único es
otro Dios, un ente demediado, cuya otra parte es el Diablo. Sólo que uno y
otro existen únicamente en el interior del ser humano. Así, Fausto es Dios y el Diablo,
y se encuentra como todo mortal enfrentado a un vacío (el infinito del
infinito) y a la necesidad de lograr un equilibrio entre esas dos fuerzas. El ser
humano no es nada (Mefisto se ríe de su pequeñez) pero sueña. Duda quizá
de laexistencia del bien, pero no del poder del mal (asunto que La Fura muestra
profusamente en imágenes). El amor es casi imposible, o se convirtió en otra cosa.
La tragedia está en querer ser feliz y pretender la inmortalidad. No hay certeza de que
Fausto dialogue con Dios ni pacte con el Diablo. Tampoco que obtenga el amor de Margarita.
La vida vista desde una sociedad del Primer Mundo es tumultuosa y estúpida, y La Fura
hace mofa de ella, del consumismo, de la publicidad, aun cuando como agrupación saque
provecho de ésta, presentando, como lo hizo pocos meses atrás en Buenos Aires, un nuevo
modelo de automóvil.
La Fura utiliza una simbología variada, signos y elementos tomados del teatro, de la
acrobacia y la música. Los sonidos y los olores (a éter, por ejemplo) son complementos
importantes en su universo de videos y maquinarias. Transforma la escena en caleidoscopio,
multiplica formas y horrores. Pero no muestra similar audacia cuando el tema es elaborar y
decir un texto. Los actores arrastran un estilo naturalista y una vocalización
característica de las composiciones hechas para televisión o para el teatro comercial.
Esto funciona mientras hay intención de broma (por ejemplo en la secuencia del
Mefisto show) o de irónico apunte sobre la rutina (cuando un personaje le
pregunta al conflictuado Fausto ¿sacaste la basura?). Pero la reiteración,
lo mismo que el tono por momentos declamatorio y altisonante que acompaña a algunas
frases, por ejemplo a la de cuño fascista: El mundo no está hecho para los
débiles, genera rechazo. No demasiado sin embargo, porque el equipo sabe
contrarrestar esa monotonía con un vigoroso despliegue de imágenes de
existencia virtual.
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