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ENTREVISTA AL MUSICO MORIS
“Todo es como ayer”

El argentino, que hace más de veinte años convenció a los españoles de que se podía c antar rock en castellano, regresó a Madrid, actuó, se llenó de elogios y le ofrecieron grabar.

Memoria: “Dicen que el español olvida a sus músicos, pero es increíble cómo se acuerdan de mis canciones, que parecen haber dejado una huella muy grande”.

Moris actuó junto a su hijo Antonio Birabent y Andrés Calamaro.
Ahora vuelve para tocar gartis en el hall del Teatro San Martín.

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Por Martín Pérez

t.gif (862 bytes) “Me levanto temprano, tengo sesiones de fotos y notas por las mañanas, ensayo por las tardes y cenas con empresarios o viejos amigos por las noches. Estoy a toda velocidad, terminando lo que yo llamo mi curso acelerado de composición madrileña, al punto que ya tengo temas para un nuevo disco.” Desde Madrid, Moris suena feliz. Después de diez años de ausencia, el argentino que le enseñó al rock español la importancia de pintar su propia aldea, está de regreso en aquella ciudad de exilio que se hizo su ciudad. Y que, según se puede leer en los diarios españoles, fue, vio y venció, igual que ayer. “Su llegada a Madrid en 1976 fue una de las primeras transfusiones de talento porteño que tan beneficiosas han resultado para el rock made in Spain”, recordó el periodista Diego Manrique en su crónica del show de Moris en Madrid, en el que apareció “el Moris de sus primeros tiempos, solo con su guitarra: voz rotunda, versos esculpidos con energía, asombrosa capacidad para seducir a su auditorio”.
El show se realizó el jueves pasado en el Suristán, un reducto madrileño que se llenó ante el anuncio del regreso de Moris, organizado en el marco del lanzamiento de un número especial de la revista Zona de Obras, un emprendimiento de argentinos afincados en Zaragoza. “Fue una cosa extraordinaria. Porque yo no vine con una banda de rock, apenas con mi guitarra y mis pedales. Pero por el ruido y la cantidad de gente, fue un show bien rockero”, explica Moris, que subraya que entre el público estuvo casi todo el contingente argentino en Madrid: desde el Indiecito Solari y Jorge Valdano, hasta el agregado cultural de la embajada, pasando por Ciro Fogliatta, Claudio Gabis y Alejo Stivel. “Al final salí caminando entre el público con mi guitarra, y había gente que me abrazaba y me decía: Tío, no te quedes en Argentina que aquí te necesitamos. Ver que todo eso esta ahí, latente y vivo, me emocionó profundamente. Sobre todo en este momento, en el que parece que sólo importan las fórmulas de la radio y los negocios”.
“Estaban todos, amigos y colegas”, apunta Andrés Calamaro, también al teléfono con Página/12 desde Madrid. El autor de Honestidad brutal fue uno de los invitados del show, junto con Antonio Birabent, el ex Redondos Tito Fargo y el músico local Nacho Mastretta. “Fue una barbaridad, una noche eterna, transmitida por radio nacional a toda España”, agrega Calamaro, que cantó junto a su anfitrión “Nocturno de Princesa”, “Sábado a la noche” y “El Oso”. Un detalle que obliga a transcribir otro párrafo de Manrique para el diario El País: “Hacia el final, estaban representadas en el escenario tres generaciones de rock hispano-argentino: Moris, Birabent y Calamaro, protagonistas que comparten un sentido de la tradición y son conscientes, a diferencia de tantos músicos españoles, de que para llegar a algún sitio hay que saber de dónde se parte”.
La frase de Manrique –una suerte de prócer del periodismo musical español– emociona particularmente a Moris, que señala sin embargo que hay músicos argentinos que hablan de sus canciones y parece que las hubieran sacado del espacio exterior. “Yo siempre reconocí mis influencias, algo que no debe dar vergüenza”, señala. “Por eso me gusta Calamaro, que nunca dejó de reconocer las cosas que tomó de mí, o de Pappo, Los Gatos o Miguel Abuelo. Así se mantiene una línea musical, que permite que no nos olvidemos de quiénes somos, de dónde venimos y de dónde sacamos esta música”, señala Moris, que el viernes realizará en Zaragoza el segundo show organizado por Zona, y luego volverá a Buenos Aires para presentarse gratuitamente en el hall del Teatro San Martín, los días 2, 3 y 10 de julio. “En ese show voy a incluir muchas canciones españolas, aprovechando que canté muchos temas que hacía tiempo no cantaba. Voy a ser algo así como un embajador musical, trayendo cosas de aquí para allá, y viceversa”.
–El fanatismo que parece haber despertado este regreso suyo a Madrid es parecido al que vivió al regresar a Buenos Aires, al comenzar los ‘80...
–La verdad que sí. Porque en el Suristán se volvió a crear el clima de en aquel Obras. Y me di cuenta que la música es el arquetipo, y que en ese momento el tiempo no existía. Yo no estaba en este año ni en aquel otro, porque la música tiene la virtud de sacarte de las garras del tiempo y ponerte en un limbo. Por eso es que el otro día, en el show, volví a pensar que no estaba ni aquí ni allá, sino que simplemente estaba de vuelta en el lugar que tenía que estar.
–¿Le sorprendió el recibimiento?
–No sólo a mí, acá también se sorprendieron. Porque dicen que el español olvida pronto a sus músicos, pero es increíble cómo se acuerdan de mis canciones, que parecen haber dejado una huella muy grande en la gente. Y yo recuerdo mucho a Madrid, una ciudad que he encontrado prácticamente igual, con ese particular estilo de vida que incluye algo que Claudio Gabis llama el yoga español: la costumbre de parar a comer de dos a cinco de la tarde, pase lo que pase. Una actitud muy inteligente.
–¿Regresó a los lugares que describe en sus canciones?
–Claro que sí. Volví al Vips de “Princesa”, por ejemplo, al que encontré algo cambiado. Y recordé que en aquel entonces, cuando pasaba a tomar algo, los mozos siempre ponían el casete con el tema. También anduve por Plaza Castilla o por Vaporillo, y todo está como ayer. En muchos sentidos, porque si yo dejé Madrid fue porque mi mujer Inés extrañaba Argentina. Y ahora estoy de regreso otra vez con Inés, y es como si no me hubiera ido. Estamos de vuelta ensayando, haciendo notas, yendo a la TV y a la radio. Encontrándonos con un montón de gente que me saluda “hola, Moris. ¿Cómo anda el rock?”, como si en vez de diez años hubieran pasado diez minutos.
–¿Alguna vez imaginó volver con su hijo a Madrid?
–Jamás me hubiera imaginado que volveríamos de esta manera: él con un disco recién editado acá, y yo con un disco en puerta, y tocando juntos. Todo se disparó: un día Antonio me llamó para invitarme a los shows de presentación de su álbum en Madrid, después surgió lo de la revista, y ahora apareció todo esto: la posibilidad de hacer una gira de diez fechas, para lo que deberé armar una banda, e incluso me están tentando para grabar. No puedo dejar de pensar que, diez años atrás, yo saqué a mi hijo de Madrid y lo llevé a Buenos Aires. Y que ahora es él quien me trajo de vuelta.

 

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