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UN JUEZ DE PARAGUAY ABRIO CAUSA CONTRA MILITARES ARGENTINOS
“El principio de Justicia Universal”

El magistrado considera que la desaparición de paraguayos en
la Argentina y de argentinos en Paraguay como parte del Plan
Cóndor lo habilita para abrir un proceso contra sus responsables.

Secuestro: Ignacio Samaniego nació en Paraguay. Fue secuestrado en Argentina el 18 de setiembre de 1978 cuando salía de un bar en San Juan y Boedo.

El abogado Martín Almada inició la denuncia por desapariciones.
El Plan Cóndor vuelve a abrir causas en países de Sudamérica.

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Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) Un nuevo proceso contra militares argentinos se abrió en el exterior. Pero esta vez no fue en Europa, sino en Paraguay. El juez del crimen Pedro Mayor Martínez resolvió abrir una causa para investigar la desaparición de dos paraguayos en Argentina y de un argentino en Paraguay, todos víctimas del Plan Cóndor. En su fallo, el magistrado mencionó que “el principio de Justicia Universal” lo habilita para actuar en este juicio y señaló que la desaparición forzada “posee la característica de delito continuado mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima”.
El juicio se inició a partir de que el abogado Martín Almada denunciara la desaparición de Ignacio Samaniego, Oscar Luis Rojas y Federico Tatter ante la Justicia paraguaya. A fines de febrero, el juez Mayor Martínez resolvió iniciar la investigación y comprobación de estos hechos. El objetivo del proceso es el castigo a los responsables y partícipes.
“Nuestra legislación contempla la posibilidad de persecución penal de estos ilícitos, aplicando como fundamento el principio de Justicia Universal”, aseguró el magistrado. Mayor Martínez agregó que los delitos denunciados “están contemplados en la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas” y que, como se explicitó allí “serán permanentes mientras no se establezca el destino de la víctima”.
En las desapariciones de Tatter, Rojas y Samaniego están involucrados miembros de las fuerzas de seguridad argentinas y paraguayas. Los tres figuran en el “archivo del terror” de Paraguay. Además, la Justicia de ese país cuenta desde el viernes pasado con nuevos documentos relacionados con el Plan Cóndor, ya que ese día fue allanada la oficina central de la Interpol paraguaya. Ignacio Samaniego nació en Paraguay. Fue secuestrado en Argentina el 18 de septiembre de 1978, cuando salía de un bar ubicado en San Juan y Boedo. Tenía 35 años y estaba de paso en Argentina ya que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) estaba tramitando su salida a Suecia. Fue visto en los centros clandestinos El Banco y El Olimpo. Alberto Barrtett, otro paraguayo que compartió su encierro, aseguró que ambos fueron interrogados en Guaraní.
Federico Tatter nació en Paraguay en diciembre de 1922. Vivía en Argentina y fue detenido en su domicilio particular el 15 de octubre de 1976 a las seis de la tarde. Su caso también está siendo investigado en Alemania ya que Tatter era ciudadano de ese país. Dieciocho años después de su desaparición, su foto fue encontrada en el “archivo del terror”. El hombre estaba a disposición del servicio de inteligencia paraguayo.
Oscar Luis Rojas era argentino y fue secuestrado en Paraguay el 14 de junio de 1976, once días después de que ingresara en ese país. Según documentos rescatados del archivo del terror, fue “expulsado” el 22 de marzo de 1977. Es decir, fue entregado a las autoridades argentinas.
La resolución del juez paraguayo fue anexada ayer a la causa en la que se denunció la inconstitucionalidad de los indultos a militares procesados –que aquí lleva adelante el juez federal Gustavo Literas– por pedido de los abogados Alberto Pedroncini, David Baigún, Albor Ungaro, Héctor Trajtenber y Sergio Di Gioioia. Literas también está investigando el Plan Cóndor, ya que varios militares uruguayos, cuyos decretos de indulto dictados por el gobierno argentino tendrían irregularidades, fueron incorporados a este juicio.

 

 

Los indultos

Los querellantes en la causa que estudia la presunta inconstitucionalidad de los indultos a militares procesados pidieron la declaración testimonial del ex jefe del Segundo Cuerpo del Ejército, general Eduardo Cabanillas, y del ex presidente de facto Jorge Videla. El juez que la instruye podría citarlos si considera que pueden aportar elementos sobre el funcionamiento del centro clandestino de detención Automotores Orletti, sede operativa del Plan Cóndor en Argentina. Cabanillas reconoció en 1977 ante la justicia militar que revistó en la OT18, nombre castrense de Orletti. Y Videla sería convocado como superior de Cabanillas. De este modo, la causa podría encaminarse hacia la evaluación de las responsabilidades de los militares en sentido ascendente en la cadena de mandos.


 

La causa por Santucho y Urteaga
Declaró D’Andrea Mohr

t.gif (862 bytes) El ex capitán José Luis D’Andrea Mohr declaró ayer en la causa en la que se investiga el destino de los restos de Mario Roberto Santucho y Benito Urteaga y narró que se enteró del episodio de Villa Martelli –en el que supuestamente fueron heridos los líderes del ERP– en una reunión de oficiales del Ejército de la unidad militar de San Carlos de Bariloche que fue convocada especialmente para hablar de ese tema. El ex capitán señaló también a algunos responsables del centro clandestino de detención que funcionaba en Campo de Mayo.
“Mi única tarea es encontrar a Santucho”, le había dicho el capitán Juan Carlos Leonetti a D’Andrea Mohr, un año antes del operativo en el que fueron abatidos los jefes del ERP. Leonetti murió en ese operativo. El ex capitán declaró que supo que “en el predio de la guarnición de Campo de Mayo se realizaron cremaciones y traslados de personas por modo aéreo y que jamás volvieron”. Dijo también que aunque no conoció el Museo de la Subversión, se enteró de su existencia por sus camaradas, así como supo que había uno similar en el Primer Cuerpo del Ejército de Palermo.
D’Andrea Mohr mencionó –de acuerdo a lo que figura en el libro Campo Santo– al teniente coronel Jorge Vosso como responsable del centro clandestino de detención conocido como “Las Casitas” o “El Campito”, que funcionó en Campo de Mayo. Y agregó que el entonces capitán Osvaldo Miguel Guarnaccia tenía un rol muy importante en el lugar. El testigo proporcionó al juzgado sus dos libros –El escuadrón perdido y Memoria Debida–, en donde figuran numerosos datos que serán cruzados con los que hasta ahora pudo recoger el juez Alfredo Bustos.

 

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