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María Julia pasó la guadaña sobre
el personal de Parques Nacionales

Entre 80 y 90 empleados de Parques fueron despedidos por la secretaria de Recursos Naturales. ATE denunció que se busca colapsar el sistema para luego instalar complejos turísticos.

Los que quedaron sin contrato son profesionales, técnicos y administrativos de Parques.
Su tarea habitual es brindar apoyo a los guardaparques y estudiar cada parque en particular.

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Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) “Trabajadores de Parques Nacionales, una especie en extinción”, decía el cartel extendido sobre dos carriles de la avenida Santa Fe, frente a la plaza San Martín. A su alrededor, medio centenar de ejemplares de dicha especie agitaba pancartas y banderas argentinas al son de un bombo. Aunque el cartel lo sugería, el reclamo no era estrictamente de índole ecológica: la secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, había firmado un día antes el despido de entre 80 y 90 empleados contratados por la Administración de Parques Nacionales. Según los delegados de ATE, María Julia “quiere colapsar los parques para que después venga la ayuda milagrosa del Banco Mundial, algún crédito para transformar los parques en complejos turísticos al estilo Disneyworld”.
El colapso al que se refería Martín Rodríguez, delegado de ATE y de los contratados en extinción, era nada más ni nada menos que el del sistema de Parques Nacionales, conocido públicamente por la conflictiva relación entre María Julia y los incendios forestales. La APN, dependiente de la Secretaría de Recursos Naturales, cuenta con una planta permanente de 500 empleados, de los cuales 250 son guardaparques, y una lista de 230 contratados, entre los que figura un centenar de la Brigada contra Incendios y 130 profesionales, técnicos y administrativos. Estos últimos son los que hoy están en peligro de extinción: entre 80 y 90 contratados, algunos con 15 años de experiencia, fueron pasados por la tijera del recorte presupuestario, poniendo en riesgo, según los delegados de ATE, la subsistencia de los PN de todo el país.
“El sistema de Parques Nacionales se expandió a 36 mil kilómetros cuadrados, pero no aumentó la cantidad de empleados –asegura Rodríguez–. Al revés, ya éramos pocos para cumplir adecuadamente las funciones, y ahora quieren reducir más. La excusa es el recorte presupuestario, pero detrás de todo esto sabemos que tienen la idea de colapsar la Administración. Siempre después de un colapso te meten la necesidad de una ayudita milagrosa.”
El milagro no tendría nada que ver con la rogativa mapuche del nguillatún, que durante el verano pasado logró traer lluvias que apagaran los incendios forestales cuando el fuego ya había superado las escasas barreras previstas por la Secretaría. Rodríguez se refiere a otro tipo de milagros: el económico, de la mano del Banco Mundial. “Van a dar créditos pero no para lo que hace falta, sino para promover grandes proyectos turísticos, como el que ya está instalado en las Cataratas de Iguazú. Ahí nunca arreglaron la pasarela que permitía al público llegar hasta la Garganta del Diablo, rota por una creciente desde hace años, pero en cambio tuvieron ideas que chocan contra lo más elemental del ecosistema. Llegaron a poner un trencito, quieren poner una aerosilla y variantes por el estilo, además del hotel 5 estrellas que no tiene nada que ver con el lugar, que concesiona el parque y que cobra para entrar. Ven a los Parques Nacionales como una explotación turística que, además, es para que visiten unos pocos, los que pueden pagarlo. En el fondo, ven a los Parques Nacionales como una Disneyworld.”
Los contratados son los mismos que hace años ocupaban los puestos como becarios, que a su vez habían sido designados para reemplazar nombramientos permanentes. El servicio que prestan es variado: desde administrativos hasta profesionales y técnicos. Todos los PN, además de guardaparques, cuentan con una estructura de contratados: biólogos dedicados a estudiar la conservación del ecosistema, sociólogos y antropólogos que concilian con las comunidades asentadas en su interior, arquitectos. “Por ejemplo, la Dirección de Integración y Extensión Cultural –dice Martínez–, tiene siete contratados sobre un plantel de diez empleados. Se dedica a difundir información sobre los parques, para que la sociedad sepa para qué sirven, cómo se los cuida. Tiene un plantel insuficiente, pero si despiden a los contratados no va a tener sentido su existencia.” Entretanto, los empleados de la APN permanecen en estado dealerta, hasta que María Julia dé marcha atrás con su recorte y la especie entre en veda.

 

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