Por Horacio Cecchi Trabajadores de Parques
Nacionales, una especie en extinción, decía el cartel extendido sobre dos carriles
de la avenida Santa Fe, frente a la plaza San Martín. A su alrededor, medio centenar de
ejemplares de dicha especie agitaba pancartas y banderas argentinas al son de un bombo.
Aunque el cartel lo sugería, el reclamo no era estrictamente de índole ecológica: la
secretaria de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable, María Julia Alsogaray, había
firmado un día antes el despido de entre 80 y 90 empleados contratados por la
Administración de Parques Nacionales. Según los delegados de ATE, María Julia
quiere colapsar los parques para que después venga la ayuda milagrosa del Banco
Mundial, algún crédito para transformar los parques en complejos turísticos al estilo
Disneyworld.
El colapso al que se refería Martín Rodríguez, delegado de ATE y de los contratados en
extinción, era nada más ni nada menos que el del sistema de Parques Nacionales, conocido
públicamente por la conflictiva relación entre María Julia y los incendios forestales.
La APN, dependiente de la Secretaría de Recursos Naturales, cuenta con una planta
permanente de 500 empleados, de los cuales 250 son guardaparques, y una lista de 230
contratados, entre los que figura un centenar de la Brigada contra Incendios y 130
profesionales, técnicos y administrativos. Estos últimos son los que hoy están en
peligro de extinción: entre 80 y 90 contratados, algunos con 15 años de experiencia,
fueron pasados por la tijera del recorte presupuestario, poniendo en riesgo, según los
delegados de ATE, la subsistencia de los PN de todo el país.
El sistema de Parques Nacionales se expandió a 36 mil kilómetros cuadrados, pero
no aumentó la cantidad de empleados asegura Rodríguez. Al revés, ya éramos
pocos para cumplir adecuadamente las funciones, y ahora quieren reducir más. La excusa es
el recorte presupuestario, pero detrás de todo esto sabemos que tienen la idea de
colapsar la Administración. Siempre después de un colapso te meten la necesidad de una
ayudita milagrosa.
El milagro no tendría nada que ver con la rogativa mapuche del nguillatún, que durante
el verano pasado logró traer lluvias que apagaran los incendios forestales cuando el
fuego ya había superado las escasas barreras previstas por la Secretaría. Rodríguez se
refiere a otro tipo de milagros: el económico, de la mano del Banco Mundial. Van a
dar créditos pero no para lo que hace falta, sino para promover grandes proyectos
turísticos, como el que ya está instalado en las Cataratas de Iguazú. Ahí nunca
arreglaron la pasarela que permitía al público llegar hasta la Garganta del Diablo, rota
por una creciente desde hace años, pero en cambio tuvieron ideas que chocan contra lo
más elemental del ecosistema. Llegaron a poner un trencito, quieren poner una aerosilla y
variantes por el estilo, además del hotel 5 estrellas que no tiene nada que ver con el
lugar, que concesiona el parque y que cobra para entrar. Ven a los Parques Nacionales como
una explotación turística que, además, es para que visiten unos pocos, los que pueden
pagarlo. En el fondo, ven a los Parques Nacionales como una Disneyworld.
Los contratados son los mismos que hace años ocupaban los puestos como becarios, que a su
vez habían sido designados para reemplazar nombramientos permanentes. El servicio que
prestan es variado: desde administrativos hasta profesionales y técnicos. Todos los PN,
además de guardaparques, cuentan con una estructura de contratados: biólogos dedicados a
estudiar la conservación del ecosistema, sociólogos y antropólogos que concilian con
las comunidades asentadas en su interior, arquitectos. Por ejemplo, la Dirección de
Integración y Extensión Cultural dice Martínez, tiene siete contratados
sobre un plantel de diez empleados. Se dedica a difundir información sobre los parques,
para que la sociedad sepa para qué sirven, cómo se los cuida. Tiene un plantel
insuficiente, pero si despiden a los contratados no va a tener sentido su
existencia. Entretanto, los empleados de la APN permanecen en estado dealerta, hasta
que María Julia dé marcha atrás con su recorte y la especie entre en veda.
|