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SE COMPLICAN LAS NEGOCIACIONES SOBRE LA PRESENCIA DE MOSCU EN KOSOVO
Rusia debe estar, Rusia debe no estar

Aunque habrían acordado una integración rusa en la fuerza de pacificación de Kosovo y su presencia en el aeropuerto de Pristina, los norteamericanos se siguen negando a que exista un sector ruso en la provincia. Mientras tanto, crece la evidencia de masivas limpiezas étnicas serbias en el lugar.

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Soldados rusos patrullan Pristina, la capital kosovar, a donde Moscú se apresuró a llegar para negociar mejor.

t.gif (862 bytes)  Idas y venidas, venidas e idas: las negociaciones de posguerra se empiezan a parecer a las que pusieron fin a la guerra. Ayer Rusia y Estados Unidos dialogaron en Helsinki para analizar la exigencia rusa de controlar una “zona de responsabilidad” en Kosovo, después de varias suspensiones y rumores de que el encuentro había fracasado. La reunión -que aspira a lograr un acuerdo global sobre la participación rusa en la fuerza internacional de paz (KFOR)– puso en evidencia el desacuerdo que existe entre las partes sobre su rol en el proceso de paz en la provincia serbia.
El portavoz de la Casa Blanca, Michael Hammer, aclaró desde la ciudad de Colonia que las conversaciones habían sido suspendidas para que los representantes rusos analizaran una nueva propuesta de Estados Unidos. Pero un representante del Ministerio de Defensa ruso aseguró que el diálogo entró en “un callejón sin salida” por la imposibilidad de lograr un acuerdo. Los ministros rusos de Defensa, Igor Sergueyev, y del Exterior, Igor Ivanov, finalmente se reunieron ayer con los secretarios norteamericanos de Defensa, William Cohen, y de Estado, Madeleine Albright. El encuentro se realizó con la intención de lograr un acuerdo antes del inicio hoy en Colonia de la cumbre del Grupo de los Ocho (las siete potencias industriales y Rusia), en la que se producirá el primer encuentro desde el inicio de la ofensiva aliada entre los presidentes Bill Clinton y Boris Yeltsin. Ahora, Kosovo parece destinada a convertirse en el eje principal de la reunión del G8, cuya agenda anterior incluía además la construcción de una “arquitectura para prevenir las crisis financieras” y una condonación de hasta el 50 por ciento de la deuda de los países más pobres.
La nueva propuesta presentada por Cohen establece una estructura de comando de la KFOR que cumpliría con la demanda rusa de que sus tropas no estén bajo el mando directo de la OTAN, y al mismo tiempo mantendría la exigencia aliada de que haya un comando unificado de la fuerza de paz. El temor de la OTAN es que la necesidad de mantener buenas relaciones con Rusia para llevar adelante la pacificación interfiera con la necesidad militar aliada de mantener un control unificado sobre la KFOR.
El ministro ruso del Exterior, Igor Ivanov, aseguró ayer que Rusia sigue en desacuerdo con Estados Unidos sobre la modalidad del despliegue de las tropas rusas, pero que llegaron a un acuerdo “sobre dos puntos importantes: la participación rusa en las estructuras de comando de la KFOR y la utilización del aeropuerto de Pristina”, que está controlado por un contingente de 200 paracaidistas rusos desde el sábado pasado.
Según el ministro ruso, las partes habrían acordado incorporar a las tropas rusas a la estructura de mando de la KFOR y aceptar la presencia rusa en el aeropuerto de Pristina. Pero aún está pendiente establecer si Rusia tendrá o no un sector propio en Kosovo. El presidente ruso Boris Yeltsin dijo que “desaprueba categóricamente” la resistencia de la OTAN a otorgarle a Rusia una “zona de responsabilidad”, y dio instrucciones por teléfono a sus ministros para que insistan en esa exigencia. “Ellos (los aliados) no nos quieren dar un sector –dijo Yeltsin–. El presidente de Rusia no está de acuerdo con ello”.
El Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) reiteró ayer que no aceptará la desmilitarización si las tropas rusas no aceptan someterse al mando de la OTAN y si Rusia logra el control de un área de Kosovo. “Estamos dispuestos a una desmilitarización, pero sólo la comenzaremos cuando la OTAN tenga el control total de Kosovo –advirtió el portavoz de la guerrilla separatista albanesa en Londres, Sejdiu Pleurat–. Si los rusos tratan de realizar una división de facto de Kosovo, nos encontrarán en el camino”. Rusia advirtió que el problema principal en este momento es “el desarme del UCK”, según aseguró el jefe de los servicios de seguridad rusos (ex KGB). El UCK había declarado anteayer que las tropas rusas serían “tratadas como fuerzas enemigas”. Dar el control de una zona de Kosovo a Rusia complicaría la situación con el UCK en Kosovo, pero Rusia parece determinada a no ceder en ese punto. “Es posible llegar a un compromiso, pero sólo hasta cierto punto”, advirtió Ivanov, sugiriendo que Rusia no aceptará ser dejada de lado en Kosovo. Sin embargo, después de que Bulgaria desmintiera haber abierto un corredor aéreo para que Rusia traslade más tropas a Kosovo, la capacidad rusa de aumentar unilateralmente su presencia se vio disminuida. “Es la OTAN la que permitirá reforzar o no al contingente ruso”, afirmó ayer el diario ruso Nezavissimaia Gazeta.
En Rusia, la Duma (Cámara baja del Parlamento) calificó ayer al secretario general de la OTAN, Javier Solana, de “criminal de guerra”. Aunque se trata de una declaración no vinculante –que en la práctica no tiene consecuencias–, es un síntoma de la tensión que existe entre Rusia y los aliados atlantistas por reafirmar su presencia en la fuerza de pacificación en Kosovo.

 


 

ES MASIVO EL INGRESO DE REFUGIADOS HACIA KOSOVO
Ahora la marea cambió de dirección

The Guardian de Gran Bretaña
Por John Hooper Desde Morina, entre Albania y Kosovo

t.gif (862 bytes) La OTAN puede haber logrado la paz la semana pasada, pero recién ayer comenzó a ganar la guerra. Ayer, Vajedin Ramadani regresó a su hogar. Y de eso se trata este extraño conflicto. Con su mujer a su lado y sus tres hijos atrás lucía una enorme sonrisa desdentada desde el asiento del conductor, mientras su automóvil se abría paso a través de la tierra de nadie hacia Kosovo y el hogar en Prizren. “Sentiré que nazco por segunda vez” dijo el comerciante de 41 años.
Ramadani y miles como él pasaron ayer por la frontera, tomando desprevenido al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Durante un período de cinco minutos, cuando el flujo estaba en su pico, conté cada refugiado que pasaba. Se estaban moviendo a un equivalente de más de 2000 por hora. Era un cuadro muy patético: el negativo de la foto de lo que habíamos presenciado hacía menos de tres meses, cuando las mismas personas abandonaban su patria demacrados, llorosos y aterrorizados. Los kosovares que regresaban, ya no refugiados, sonreían y agitaban las manos. Tocaban las bocinas y hacían la V de la victoria. Familias enteras cantaban al unísono. Una pequeña niña sostenía un cartel hecho de cartulina. Escrito en bolígrafo, se leía “Kosova e lire” (“Kosovo es libre”). El Acnur parece haber presumido que los kosovares se sentirían reticentes de regresar por las advertencias de las minas y los cazabobos. La vocero de la agencia, Paula Ghedini, dijo ayer que los funcionarios todavía estaban “sumamente preocupados” por la amenaza que significaban.
Xhedvet Ibrahimi estaba entre los 5000 kosovares que entraron el martes y que regresaban a Albania a recoger al resto de la familia. “Entré para ver mi pueblo y confirmar que era seguro”, dijo. El Acnur había prometido que los kosovares que regresaran serían registrados con “unidades de alta tecnología” antes de dejar los campos. Y que, en la frontera, se les ofrecería comida, agua y consejos por parte de la unidad antiminas. En los hechos, nada de esto se materializó.
Mientras tanto, soldados del UCK con ropa camuflada y policías del UCK en traje de batalla negro estaban ocupados dirigiendo el tráfico y tratando de introducir algún orden en la confusión. Este era uno de los dos grandes cruces hacia Kosovo, y de lejos el más políticamente sensible por la influencia del UCK que se expandía rápidamente a las áreas adyacentes. Si la UCK estaba controlando la entrada, entonces se estaba arrogando poderes soberanos. Quien estaba haciendo qué, dependía de a quién se le preguntaba.

 

 

China no se cree ni esto

Una crucial misión norteamericana para restaurar los golpeados vínculos con China fracasó ayer después de que Pekín rechazara la primera explicación completa del modo en que la OTAN bombardeó su Embajada en Belgrado por error. El enviado Thomas Pickering abandonó la capital china con las manos vacías, mientras los medios estatales afirmaban que la explicación –consistente en que el ataque se originó en una serie de errores que involucraron el uso de mapas y bases de datos anacrónicos– carecía de sentido común. “Dijeron que era difícil creer que tantas cosas pudieran salir mal al mismo tiempo –afirmó Susan Shirk, del Departamento de Estado–. Puede que nunca compren lo que ellos llaman nuestra versión de los hechos.” Pekín pospuso contactos militares y suspendió negociaciones sobre comercio, control de armas y derechos humanos a la zaga del ataque.

La Argentina sí puede estar

El portavoz civil de la OTAN, Jamie Shea, mencionó ayer desde Bruselas la posibilidad de que soldados argentinos participen de las tropas de la fuerza internacional de paz en Kosovo (KFOR) junto con otros países que no son miembros de la Alianza Atlántica. La Argentina “podría contribuir” con efectivos como los que participan en las unidades especiales en Bosnia, aseguró Shea. Esa tradición de colaboración entra la Argentina y la OTAN podría facilitar su participación en la KFOR, “aunque no hay nada cerrado”, agregó. El presidente argentino Carlos Menem se hizo eco de las palabras de Shea y adelantó que “no lo he decidido todavía, pero si se da la oportunidad y hay cascos blancos y azules en la región, vamos a estar ahí”.

 

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