Por Fietta Jarque Desde Madrid Rubén Blades acaba de lanzar
un nuevo álbum, bastante más ambicioso que los anteriores durante la década el 90.
Tiempos, que salió a la venta el lunes, intenta ser un compendio de los géneros que más
han influido en el cantante panameño. Pero no hay atisbo de fusión al uso. Lo que ofrece
este disco es, además de algún tema tan poderoso y sugestivo como lo fue su célebre
Pedro Navaja, una coherente apertura de la música caribeña fuera de los
cánones comerciales. Este trabajo es distinto a los anteriores, afirma Blades
al empezar la conversación. Es otro concepto de disco, porque son otros tiempos, y
no sólo en términos de mi evolución personal. Yo siempre trabajé dentro de las
limitaciones que ofrecía el género. Y digo limitaciones porque, a pesar de que es muy
rico y muy festivo y muy emocionante, y lo continúo usando, la música caribeña se está
convirtiendo en algo muy cansador. En este caso se trata de ampliar una perspectiva
musical.
Blades hará una gira internacional de presentación del trabajo: Una de las razones
por las que estoy de gira otra vez es porque encuentro que la música, a la que considero
un vehículo de comunicación y cultura muy importante, se ha convertido en una propuesta
comercial genérica. Todo lo hacen los mismos arreglistas, con la misma intención, y lo
empaquetan como si hicieran chorizos, enfatiza. Este disco tiene otra
dirección, es más americano en el sentido continental de la palabra. Se integran nuevas
propuestas en términos rítmicos, que pretenden enriquecer la oferta actual.
Tiempos transpira melancolía. No tristeza, sino ese distanciamiento de las cosas y esa
mirada endurecida y a la vez sensible que da la madurez. Hay melancolía, pero no
una melancolía que derrota, explica Blades. Tiempos es una especie de balance
de dónde están las cosas ahora y hacia dónde pueden ir. En este disco se empieza a
perfilar una síntesis de los géneros que más me han motivado como artista. Por un lado,
la música flamenca; por otro, el rock, el jazz y, por supuesto, la música del Caribe,
que es donde yo nací. Pero también entran elementos del sur de América, como la
aportación de Astor Piazzola, y áreas que hasta ahora no había tocado, como Chile,
Argentina, Uruguay y de Perú, como en el tema Viento y madera, con cajón
peruano.
Blades se hace acompañar en este trabajo por un grupo nuevo. El mundo sería mejor
si se le diera mejores oportunidades a la gente, y si las grandes industrias no las dan,
nosotros mismos tenemos que hacer algo. Este álbum lo hice en colaboración con Editus,
un grupo costarricense que tiene una formación musical clásica. Estos muchachos tienen
una calidad no sólo musical, sino humana, que enriquecen mucho este trabajo. Editus lleva
publicados cinco discos en su país, pero ésta es la primera vez que tendrán proyección
internacional.
Eso no significa que Tiempos sea un disco instrumental. Hay varios temas bailables, y
sobre todo uno que está llamado a ser el Pedro Navaja la canción que
llevó a la fama a Rubén Blades de los noventa, quizá de la próxima década.
Sicarios es un relato de un asesino a sueldo de los narcotraficantes, que se
encuentra a punto de matar a alguien por encargo. La frialdad del personaje y la
descripción de la situación ponen los pelos de punta, pero la melodía y el testimonio
en primera persona resultan peligrosamente seductores. Sí, Sicarios
puede interpretarse como el Pedro Navaja de los noventa, admite Blades
con entusiasmo. La canción tiene una explicación personal de por qué ese hombre
hace lo que hace. Al final se oye una tormenta, un aguacero que cae y lo disuade de matar
a alguien ese día. Pero ellos reaccionan con la frialdad de quien va a laoficina. Para
ellos, lo que hacen no sólo es normal, sino también correcto. Hay dos libros en el
origen de este tema: La Virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, e Historia de un
secuestro, de García Márquez. Uno, el de Vallejo, es ficción basada en la realidad, y
el de Márquez es periodismo realidad que suena a ficción. Como en el
espeluznante libro de Vallejo, yo tampoco hago ningún juicio moral en la canción. Y es
así porque es la única manera de que la gente entienda el horror de la situación, la
más cruda realidad. ¡Hay gente que piensa así! Esto sucede todos los días, y la
mentalidad de los sicarios es ésa.
Blades apunta también a las conexiones políticas de ese personaje. Tiene un párrafo
dedicado a la política. El peligro de todo esto es lo desconectados que estamos de
la realidad, dice. Me siento como un periodista escribiendo estas cosas. No he
querido endulzar la situación. Mientras no aceptemos que esta gente existe, y no nos
veamos afectados, las condiciones de cambio no se van a dar. No hay final feliz. De hecho,
no hay final. Estamos ante una encrucijada que dice somos una familia rota,
somos una nación de salvajes. Hay que ver cómo somos para cambiar las reglas
de este juego, arreglado por los dueños del balón. Sin embargo, Blades quien
se presentó como candidato a la presidencia de Panamá en 1994 añade que no
me he desilusionado de la política. Por el contrario. Ahora, el pueblo es más consciente
de lo que ocurría entre los partidos de corte tradicional. Los independientes están
ofreciendo alternativas que están acabando o poniendo en cuestión ese sistema. Eso está
pasando ahora en América latina. Yo soy optimista, aunque siguen existiendo enormes
diferencias sociales y hay un largo camino que recorrer.
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