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RUBEN BLADES PRESENTA SU NUEVO DISCO
“Yo no hago chorizos”

El panameño acaba de editar un álbum en el que experimenta con ritmos de toda América, incluida Argentina. “La música  caribeña,a pesar de ser rica, está convirtiéndose en cansadora”, explica.

Para este disco, Blades convocó a una nueva banda, Editus.
En julio vuelve a salir de gira, por ahora sólo en España.

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Por Fietta Jarque Desde Madrid

t.gif (862 bytes) Rubén Blades acaba de lanzar un nuevo álbum, bastante más ambicioso que los anteriores durante la década el 90. Tiempos, que salió a la venta el lunes, intenta ser un compendio de los géneros que más han influido en el cantante panameño. Pero no hay atisbo de fusión al uso. Lo que ofrece este disco es, además de algún tema tan poderoso y sugestivo como lo fue su célebre “Pedro Navaja”, una coherente apertura de la música caribeña fuera de los cánones comerciales. “Este trabajo es distinto a los anteriores”, afirma Blades al empezar la conversación. “Es otro concepto de disco, porque son otros tiempos, y no sólo en términos de mi evolución personal. Yo siempre trabajé dentro de las limitaciones que ofrecía el género. Y digo limitaciones porque, a pesar de que es muy rico y muy festivo y muy emocionante, y lo continúo usando, la música caribeña se está convirtiendo en algo muy cansador. En este caso se trata de ampliar una perspectiva musical.”
Blades hará una gira internacional de presentación del trabajo: “Una de las razones por las que estoy de gira otra vez es porque encuentro que la música, a la que considero un vehículo de comunicación y cultura muy importante, se ha convertido en una propuesta comercial genérica. Todo lo hacen los mismos arreglistas, con la misma intención, y lo empaquetan como si hicieran chorizos”, enfatiza. “Este disco tiene otra dirección, es más americano en el sentido continental de la palabra. Se integran nuevas propuestas en términos rítmicos, que pretenden enriquecer la oferta actual.”
Tiempos transpira melancolía. No tristeza, sino ese distanciamiento de las cosas y esa mirada endurecida y a la vez sensible que da la madurez. “Hay melancolía, pero no una melancolía que derrota”, explica Blades. “Tiempos es una especie de balance de dónde están las cosas ahora y hacia dónde pueden ir. En este disco se empieza a perfilar una síntesis de los géneros que más me han motivado como artista. Por un lado, la música flamenca; por otro, el rock, el jazz y, por supuesto, la música del Caribe, que es donde yo nací. Pero también entran elementos del sur de América, como la aportación de Astor Piazzola, y áreas que hasta ahora no había tocado, como Chile, Argentina, Uruguay y de Perú, como en el tema ‘Viento y madera’, con cajón peruano.”
Blades se hace acompañar en este trabajo por un grupo nuevo. “El mundo sería mejor si se le diera mejores oportunidades a la gente, y si las grandes industrias no las dan, nosotros mismos tenemos que hacer algo. Este álbum lo hice en colaboración con Editus, un grupo costarricense que tiene una formación musical clásica. Estos muchachos tienen una calidad no sólo musical, sino humana, que enriquecen mucho este trabajo. Editus lleva publicados cinco discos en su país, pero ésta es la primera vez que tendrán proyección internacional.”
Eso no significa que Tiempos sea un disco instrumental. Hay varios temas bailables, y sobre todo uno que está llamado a ser el “Pedro Navaja” –la canción que llevó a la fama a Rubén Blades– de los noventa, quizá de la próxima década. “Sicarios” es un relato de un asesino a sueldo de los narcotraficantes, que se encuentra a punto de matar a alguien por encargo. La frialdad del personaje y la descripción de la situación ponen los pelos de punta, pero la melodía y el testimonio en primera persona resultan peligrosamente seductores. “Sí, ‘Sicarios’ puede interpretarse como el ‘Pedro Navaja’ de los noventa”, admite Blades con entusiasmo. “La canción tiene una explicación personal de por qué ese hombre hace lo que hace. Al final se oye una tormenta, un aguacero que cae y lo disuade de matar a alguien ese día. Pero ellos reaccionan con la frialdad de quien va a laoficina. Para ellos, lo que hacen no sólo es normal, sino también correcto. Hay dos libros en el origen de este tema: La Virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, e Historia de un secuestro, de García Márquez. Uno, el de Vallejo, es ficción basada en la realidad, y el de Márquez es periodismo –realidad– que suena a ficción. Como en el espeluznante libro de Vallejo, yo tampoco hago ningún juicio moral en la canción. Y es así porque es la única manera de que la gente entienda el horror de la situación, la más cruda realidad. ¡Hay gente que piensa así! Esto sucede todos los días, y la mentalidad de los sicarios es ésa.”
Blades apunta también a las conexiones políticas de ese personaje. Tiene un párrafo dedicado a la política. “El peligro de todo esto es lo desconectados que estamos de la realidad”, dice. “Me siento como un periodista escribiendo estas cosas. No he querido endulzar la situación. Mientras no aceptemos que esta gente existe, y no nos veamos afectados, las condiciones de cambio no se van a dar. No hay final feliz. De hecho, no hay final. Estamos ante una encrucijada que dice ‘somos una familia rota’, ‘somos una nación de salvajes’. Hay que ver cómo somos para cambiar las reglas de este juego, arreglado por los dueños del balón.” Sin embargo, Blades –quien se presentó como candidato a la presidencia de Panamá en 1994– añade que “no me he desilusionado de la política. Por el contrario. Ahora, el pueblo es más consciente de lo que ocurría entre los partidos de corte tradicional. Los independientes están ofreciendo alternativas que están acabando o poniendo en cuestión ese sistema. Eso está pasando ahora en América latina. Yo soy optimista, aunque siguen existiendo enormes diferencias sociales y hay un largo camino que recorrer”.

 

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