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“Nunca avanzamos tanto hacia la paz en Colombia”

La ruptura del diálogo entre el gobierno y la guerrilla del ELN no desalienta a Víctor Ricardo, principal negociador oficial, en este reportaje exclusivo con Página/12 sobre el futuro de una guerra civil que ya lleva 40 años.

Víctor Ricardo con el comandante de las FARC “Raúl Reyes”.
“No debemos desanimarnos si no conseguimos rápido la paz.”

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Página/12 en Colombia
Por Carlos Noriega Desde Bogotá

t.gif (862 bytes) En las últimas semanas una serie de acontecimientos (secuestros por parte de la guerrilla, la más grave crisis militar de las últimas décadas y el hundimiento en el Congreso de las facultades extraordinarias que pidió el presidente para, precisamente, llevar adelante ese proceso) han amenazado seriamente el futuro del proceso de paz con las guerrillas que el presidente colombiano Andrés Pastrana inició desde el primer día de su mandato hace diez meses. Como si esto fuera poco, en un dramático mensaje a la nación, Pastrana anunció el viernes por la noche el rompimiento del diálogo con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Aunque con las FARC las cosas parecen marchar mejor. En medio de agitadas negociaciones y de conversaciones para seguir paso a paso el proceso de liberación de los rehenes que mantiene el ELN, el Alto Comisionado para la Paz (máximo responsable de este proceso después del presidente) Víctor G. Ricardo, hizo un alto para conversar en sus oficinas de la Casa de Nariño (la sede del gobierno colombiano) con Página/12.
–¿Después de estos diez meses cómo observa el panorama?
–Nunca como hoy se había avanzado tanto en un proceso de paz en Colombia. Después de cuarenta años de conflicto armado, por primera vez se llega a un acuerdo con el grupo insurgente más grande de Colombia (las FARC) en una agenda común para entrar en la etapa de los diálogos de negociación. Hemos tenido varios éxitos. El primero es que se ha creado un clima de confianza que permite un diálogo franco, una conversación transparente. El segundo logro es confeccionar la agenda común con las FARC. Esta agenda, de doce puntos, comprende temas políticos, sociales, económicos, internacionales, que permitirán realizar las transformaciones profundas que requiere Colombia. El tercer éxito es haber creado un mecanismo de participación ciudadana para que a partir de la etapa de negociaciones podamos abrir canales en los que todo el mundo pueda participar a través de las audiencias públicas regionales, para que las transformaciones no se hagan solamente en el escenario del bipartidismo tradicional, sino que se den en un escenario abierto, pluralista.
–Diversos analistas del proceso de paz dicen que el gobierno está tratando de manera diferente a los dos grupos guerrilleros, dándole a uno (las FARC) un tratamiento de primer orden y al otro (el ELN) un tratamiento de segunda. El propio ELN se ha quejado de esto.
–Al iniciar este mandato lo que hicimos fue avalar el trabajo de la sociedad civil (que había iniciado diálogos y llegado a acuerdos con el ELN) y comenzar a establecer un diálogo directo con el ELN. Nunca en la historia del país tantas personas habían hablado con los voceros designados por el ELN. Yo me he reunido con ellos en tres oportunidades.
–Lo cierto es que se ha avanzado más en el proceso de paz con las FARC.
–Yo diría que se ha avanzado con los dos grupos. En el caso del ELN se avanzó hasta llegar a tener una agenda para realizar la Convención Nacional de cinco puntos (solicitud del ELN para iniciar el proceso de negociación) y llevar a cabo el desarrollo de esa agenda durante ocho meses, tiempo durante el cual se establecieron 21 días de trabajo. Pero de la noche a la mañana ellos solicitaron el despeje de una zona en el sur del país (en la zona llamada Bolívar).
–¿Por qué el gobierno no aceptó ese despeje como sí lo hizo con el pedido de las FARC en el Caguán, que era una zona cinco veces mayor que la solicitada por el ELN?
–En el Caguán, el 60 por ciento es zona selvática, y las autoridades locales y la población estuvieron de acuerdo con la zona de distensión, cosa que no sucedió en el sur de Bolívar. En el Caguán no había confrontación militar, cosa que sí hay en el sur de Bolívar. En el Caguánsólo existía la presencia de las FARC, mientras en el sur de Bolívar estaban el ELN, las FARC, el EPL y los paramilitares. Desde el punto de vista económico, mientras el Caguán es una zona dedicada exclusivamente a la ganadería, el sur de Bolívar es la zona de mayor riqueza mineral y rodea el gas y el petróleo de Colombia. A diferencia del Caguán, en el sur de Bolívar existen compromisos internacionales para la erradicación de los cultivos ilícitos. En el sur de Bolívar pasa la primera vía fluvial del país. Esas son algunas diferencias. Ahora bien, el gobierno ofreció cuatro o cinco alternativas para dar garantías a la Convención Nacional. Incluso dijo que por esos ocho meses estaba dispuesto a establecer un territorio donde no hubiera operaciones militares en la medida que también hubiera diálogo directo con el gobierno y se pudiera llegar a acuerdos con el respeto del derecho humanitario, pero quisieron politizar el tema y hacerle creer a la opinión pública que había un tratamiento diferencial.
–¿Cómo ve el futuro del diálogo con el ELN?
–Con el ELN no se ha podido avanzar porque ha cometido el secuestro de un avión de Avianca, de más de 60 personas que estaban en una iglesia y de un grupo de personas en la costa atlántica. El diálogo tiene que darse sin las presiones de actos como estos. Hemos dicho que un minuto después que liberen al último de esos rehenes, en el lugar que el ELN quiera, estamos dispuestos a reunirnos con ellos para dialogar sobre bases serias.
–¿La desaprobación hace unos días en el Congreso de la reforma política que le daba facultades extraordinarias al presidente Pastrana para conducir el proceso de paz ha sido un duro golpe a este proceso?
–Los instrumentos para la paz contemplados en esa reforma eran importantes, aunque no fuera necesario utilizarlos. Me parece que lo que no es conveniente es el mensaje que se le da a la insurgencia.
–¿Y cómo golpeó al proceso de paz la reciente crisis militar que terminó con la renuncia del ministro de Defensa y de varios altos oficiales?
–En todo proceso de paz hay inconvenientes y obstáculos. Lo importante es crear los mecanismos de información que permitan que todas las personas estén tranquilas. Lo que ocurre es que en Colombia nos acostumbramos a hablar de paz pero no había proceso de paz y ahora que hay proceso mucha gente está tratando de ubicarse en lo que está sucediendo. Es necesario hacer un proceso de concientización, porque estamos padeciendo la cultura de la violencia. A quienes dicen que hemos concedido mucho hay que decirles que todo se está haciendo de acuerdo a las leyes. Así, la zona de distensión se ha creado de acuerdo a las leyes y la Constitución. No es entregar territorio, sino establecer un lugar donde no haya confrontación y donde nos podamos reunir a dialogar.
–¿Cuál será el trato a los paramilitares en este proceso?
–Los paramilitares no estarán en la misma mesa de negociación que la guerrilla. A ellos hay que convocarlos a través de los instrumentos propios del Estado. Los paramilitares son una degradación del conflicto y, por lo tanto, no podemos darle status político. Pero, indudablemente, son actores de la violencia y, como tales, tenemos que incorporarlos al proceso de paz.
–Las fuerzas armadas han sido acusadas de colaborar con los paramilitares. ¿Para el gobierno estas denuncias tienen base?
–Lo que no tiene base es que se diga que los paramilitares son actores del Estado. Pueden haber vínculos de oficiales de las fuerzas armadas, como de civiles, con esos grupos. Esas mismas personas deben recibir el castigo que contemplan las leyes.
–¿Sería partidario de crear una Comisión de la Verdad, al estilo de la CONADEP en Argentina?
–Habría que analizar cualquier iniciativa en esta materia.
–¿Cuál será la situación en Colombia en este nuevo contexto internacional, en el que vemos intervenciones militares al amparo de”razones humanitarias” o de “seguridad internacional” con el argumento de ser la amenaza regional por la extensión de la violencia?
–No creo que ese peligro se dé. Los países han manifestado su respaldo al proceso de paz y saben que el presidente de la República, que es un presidente legítimo, está llevando a cabo un proceso que es la voluntad popular dentro del estricto marco del estado de derecho.
–¿Pero un fracaso del proceso de paz podría llevar a la intervención extranjera?
–Hemos fracasado durante cuarenta años y esa realidad no se ha visto.
–¿Se ha puesto un plazo límite para este proceso?
–La paz puede estar tan cerca como los colombianos nos comprometamos con ella y tan lejos como los colombianos les pongamos palos. Para lograr la paz tenemos que trabajar para conseguirla mañana y no desanimarnos si no la conseguimos pasado mañana.

 

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