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LA "PAX OTANIANA" HA COMENZADO. O NO.

El G8 trata hoy el desarme de la guerrilla del UCK entre indicios y temores de una carnicería contra los serbios que siguen en Kosovo, y surge la tarea de poner orden en unos Balcanes desestabilizados.

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t.gif (862 bytes)  La guerra contra Serbia puede haber terminado, pero el G8 y la OTAN tienen por delante ahora las tareas más arduas: el desarme de la guerrilla musulmana del UCK, una coordinación con Rusia de la que todavía no están dibujados los últimos detalles y la reconstrucción de una zona devastada por 78 días de implacable fuego aéreo. Ayer, los problemas empezaron a emerger: Rusia cerró un trato con Occidente, pero sigue negociando las condiciones de posguerra, mientras no queda claro si el UCK será desarmado o convertido en una policía local y hay temores a represalias generalizadas contra la minoría serbia que resta en Kosovo.
El acuerdo de Helsinki entre Rusia y Estados Unidos estableció que las fuerzas rusas estarán bajo “control operacional ruso” pero “bajo control táctico de la fuerza internacional de paz (KFOR)”, según explicó uno de los negociadores, el secretario de Defensa norteamericano William Cohen. Finalmente, las tropas rusas no serán desplegadas en una “zona de seguridad” independiente sino en cuatro de los cinco sectores establecidos en Kosovo. Pero todavía queda por solucionar el desarme de la guerrilla separatista del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), que será debatido hoy en la cumbre del Grupo de los Ocho (G-8, las siete potencias industriales y Rusia) junto al tema de la crisis financiera de Rusia.
El tratado preserva la unidad de mando de la KFOR –una exigencia aliada “no negociable”–, pero los militares rusos permanecerán bajo mando ruso y dependerán, al más alto nivel, de un general ruso afectado al cuartel general de la OTAN en Bélgica. El primer ministro británico Tony Blair se mostró satisfecho y anunció que la situación será ahora “mucho más segura” gracias al mando unificado de KFOR, que permitirá una mejor cooperación con los rusos y el regreso de refugiados.
La otra condición no negociable de los países atlantistas de otorgar a Rusia el control de una “zona de seguridad” en Kosovo desembocó en el arreglo para que las tropas rusas sean desplegadas en cuatro lugares:
ron2.gif (93 bytes)  El aeropuerto de Pristina quedará bajo el mando ruso, aunque la OTAN conservará el control aéreo.
ron2.gif (93 bytes)  En el sector norteamericano de Kosovo se desplegará una brigada de 1500 efectivos rusos.
ron2.gif (93 bytes)  Y en las zonas francesa y alemana se establecerán dos batallones de 750 soldados cada uno.
“Hemos realizado todas las directivas del presidente ruso. Nuestros intereses y nuestros derechos han sido considerados”, aseguró ayer el ministro ruso del Exterior, Igor Ivanov. “Obtuvimos una participación digna de nuestro país en las operaciones de paz, que se efectuarán en base a una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, agregó. Según la agencia oficial yugoslava Tanjug, el acuerdo satisface a Belgrado porque la presencia de las tropas rusas en Kosovo y su participación en la KFOR “constituyen para los serbios una incitación a no abandonar sus hogares”.
El ministro alemán de Defensa, Rudolf Scharping, aseguró que el acuerdo sella la “plena integración” del contingente ruso en la KFOR, e informó que los soldados rusos trabajarán junto al contingente alemán en el sudeste de la provincia con plena libertad de movimiento. Pero el general alemán Fritz von Korff, responsable del mando de la zona sur de Kosovo, indicó que las tropas rusas serán desplegadas fuera de Prizren, por ser “una ciudad de mayoría albanesa”, y controlada de hecho por el UCK desde el inicio del repliegue serbio. El militar aseguró que se llegó a un trato verbal entre las tropas alemanas de la KFOR y los líderes locales de la guerrilla. “Cuando este acuerdo sea firmado, el UCK deberá entregar las armas de sus combatientes a la KFOR. Pero pienso que seguirán circulando en uniforme durante bastante tiempo”, advirtió von Korff. Y hay temores de que las fuerzas para desarmar al UCK no sean suficientes.
En Kosovo, el UCK confirmó los temores serbios. Al aceptar el despliegue de la KFOR, Yugoslavia había exigido que la entrada de la KFOR en la provincia fuese simultánea con el retiro de las tropas serbias, paraevitar que el UCK aprovechara un vacío de poder y tomara el control en la provincia. Pero esa sincronización no fue suficiente para evitar el éxodo de la minoría serbia de Kosovo por temor a represalias. Ahora, el reclamo ruso y la preocupación aliada son cómo desarmar al UCK para evitar otra limpieza étnica, esta vez del 10 por ciento de la población serbia en la provincia.
Los primeros problemas empezaron a mostrarse el viernes, cuando en Prizren soldados alemanes descubrieron un sitio donde el UCK estaba torturando a serbios, gitanos y “traidores”. Uno de ellos había muerto bajo la tortura. Y el éxodo se ha invertido: son ahora los serbios los que huyen.

 

Claves

ron2.gif (93 bytes)  El acuerdo con Rusia da a sus 3700 soldados cuatro zonas de operaciones en Kosovo: 1500 en la zona norteamericana, 750 en la francesa y alemana cada una y el resto en el aeropuerto de Pristina, la capital, que sin embargo queda bajo mando de la OTAN.
ron2.gif (93 bytes)  Hoy empieza a discutirse qué hacer con la guerrilla musulmana albanokosovar del UCK, que esta semana ya empezó a cometer sus primeras atrocidades étnicas. Las posiciones van desde quienes reclaman un desarme total –como Rusia, tradicional protectora de los serbios– hasta quienes piensan dejarle sus armas cortas, para que se conviertan en una suerte de policía local.
ron2.gif (93 bytes)  Pero aparece un problema adicional, y es que las fuerzas de la OTAN en Kosovo pueden ser insuficientes para desarmar al UCK (ver nota en página 25).
ron2.gif (93 bytes)  Y queda el problema inmenso de reestabilizar a los Balcanes, y el dinero que requerirá.

 

 

LOS QUE YA NO QUIEREN A MILOSEVIC (Y LOS QUE SI)
Qué dice la calle en Serbia

The Guardian de Gran Bretaña
Por Rory Carroll Desde Krusevac, Serbia

t.gif (862 bytes) Lejos del runrún de intriga en al Parlamento con aire acondicionado de Belgrado, las madres en las ciudades calurosas, polvorientas como Krusevac están tomando sus propias decisiones sobre el destino de Slobodan Milosevic. Los hijos que han regresado de Kosovo en ataúdes de aluminio blanco están alimentando una rabia que bien puede barrer con cualquier acuerdo entre bambalinas en la capital. Ayer, las mujeres de Krusevac ni siquiera miraban el edificio del sindicato que ellas mismas sitiaron el 17 de mayo pasado, cuando destrozaron sus ventanas como desafío a la guerra mientras cantaban: “Queremos nuestros hijos, no ataúdes”. Pocas se detenían para devolver la mirada a los soldados caídos cuyas fotografías estaban pegadas a los faroles.
Pero si las que protestaban hubieran tenido éxito, Dragutin Todorovic, de 39 años, no se hubiera muerto el 5 de junio. Sus ojos no estarían mirando a los caminantes desde una foto de pasaporte ampliada. Tenía mujer, dos hijas y un hijo, tres hermanas, un padre y una madre. Mirjana, de 47 años, esperando un ómnibus con su hija, confesó que no había asistido a las protestas; su hijo era demasiado joven para ir a pelear. Pero los bombardeos de las últimas dos semanas y la retirada de Kosovo la habían hecho cambiar de opinión. “¿Para qué sirvió? ¿Qué se logró con la guerra? Fue una locura.” Bajó la voz. “Es algo peligroso de decir, pero deberíamos sacarnos de encima al presidente. Es un desastre. Si hubiera una protesta mañana, yo me uniría.” Mirjana, un ama de casa elegante, dijo que estaba influida por el sínodo de la Iglesia Ortodoxa serbia, que el martes pasado pidió un gobierno de salvación nacional para reemplazar a Milosevic, de lo que la prensa no informó.
Un evento que sí fue difundido como noticia fue la decisión del presidente de Serbia, Milan Milutinovic, de evitar que el Partido Radical abandonara el gobierno de coalición de Milosevic, aduciendo la necesidad de cohesión en un momento de crisis. La novedad provee a Milosevic, un maestro del escape, con la oportunidad de poder volcar sus errores a su favor.
Para eso, necesita mucha más gente que reaccione como Zivana, de 54 años, que vende helados en la calle principal de Krusevac. Zivana se desabrocha el delantal blanco para revelar una blusa negra de encaje y una pollera negra. “El hijo de mi hermana murió en Kosovo el 26 de mayo. Cinco soldados murieron con él cuando los terroristas los atacaron... no murieron en vano, lo hicieron heroicamente defendiendo su país. Estoy tan enojada con la OTAN; 19 países contra nuestros muchachos. Me obligaron a vivir en un refugio.”
De una cosa los organizadores de la marcha están seguros. “No habrá más protestas, al menos por ahora. La gente está contenta de que sus hijos estén de vuelta”. “Ahora que el temor se fue, hay pocas muertes para crear una masa crítica de familias apenadas”, dijo. A tres millas de la ciudad, el enterrador del viejo cementerio se relajaba bajo el sol. “La cosas podían ser peores”, dijo. Había sólo seis montículos de tierra fresca.

Traducción: Celita Doyhambéhère

 


 

Calma, que ahora viene lo peor

Venganzas: El comandante de la OTAN, el general Mike Jackson, no cuenta con las fuerzas necesarias para evitar una cadena de venganzas por la guerrilla del UCK.

La OTAN desarma a un guerrillero del UCK, una de las operaciones más peliagudas de la posguerra.

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El País de Madrid
Por Timothy Garton Ash *

t.gif (862 bytes) ¿De modo que creían que ya se había acabado todo en Yugoslavia? No se engañen. Aún quedan muchas pesadillas por delante. Aunque los militares yugoslavos hayan aceptado los términos de su retirada, pueden llevar a cabo una última ronda de mutilación sangrienta al salir, especialmente los paramilitares. Pisándoles los talones les seguirá el UCK, un ejército improvisado de jóvenes furiosos que han visto a sus camaradas muertos, a sus hermanas violadas, a sus familias deportadas. “Tanto yo como el público sabemos/ lo que todos los escolares aprenden/ que a los que se les hace el mal/ harán el mal a cambio”. Auden tenía razón; y estos albaneses harán el mal a cambio.
Antes de esta guerra no era ya muy optimista respecto de las oportunidades de los civiles serbios, la gente normal y corriente, de Kosovo. El pasado noviembre pregunté a una mujer kosovar de Pristina, con muy buena formación y aparentemente de ideología liberal, qué es lo que harían con los serbios en un Kosovo independiente. Me miró, exhaló el humo de tabaco, y me dijo: “¿Matarlos a todos?”. Una broma, como comprenderán, sólo una broma. Pero ahora ya no es una broma. Y el problema es que el comandante de la OTAN, el general Mike Jackson, no cuenta con las fuerzas necesarias para evitarlo. Incluso si contara con los 50.000 hombres prometidos, no podría detener cada muerte por venganza que se diera en cada pueblo o granja. Pero, en cualquier caso, como hemos sido tan patéticamente lentos al agrupar las fuerzas sobre el terreno, el número de hombres con el que cuenta no se acerca ni remotamente a esa cifra.
Probablemente, la mayoría de los serbios de Kosovo no esperarán para averiguar lo que ocurre. Escaparán junto con los tanques serbios. Lo que implica que la propia Serbia tambaleará bajo el impacto de aún más refugiados, y de las historias de horror sobre las atrocidades albanesas contra los serbios de Kosovo. Parecerá irónico, pero fue precisamente con este tipo de historias con las que, a mediados de los 80, comenzó la ascensión de Milosevic al poder. ¿Pueden esta vez significar su fin? ¿Es posible que al perder la guerra de Kosovo le ocurra lo mismo que le ocurrió al general Galtieri en la Argentina con la guerra de las Malvinas? Bueno, es posible que tenga el efecto Galtieri. Siempre he pensado que, si algo podría derribar a Milosevic, sería la conciencia de que, además de todo lo que le ha hecho a Serbia, al final también ha perdido Kosovo. Pero los medios de comunicación, controlados por el Estado, insistirán en que Kosovo sigue siendo parte de Yugoslavia, como formalmente lo es, según los términos del acuerdo de paz. Y nadie podrá decir que no intentó salvar Kosovo.
Incluso si la pérdida de Kosovo acabara siendo el fin de Milosevic, lo que venga después podría ser peor: el político serbio cuya popularidad ha ido en constante aumento, antes ya de la guerra, es Vojislav Seseli, el nacionalista radical. La destrucción causada por el bombardeo también podría acelerar un acontecimiento que ya se encuentra muy avanzado: el declive de un país, que una vez fue civilizado, hasta convertirse en un lugar donde el poder procede del cargador de un arma, donde los policías son delincuentes, y donde la única ley que impera es la ley de la selva. Antes de la guerra aún teníamos alguna posibilidad de apoyar a una oposición democrática, a unos medios de comunicación independientes y otras fuerzas para lograr un cambio pacífico en Serbia. Ahora, todo aquel que acepte un dólar de Estados Unidos o una libra británica será acusado de aceptar dinero del enemigo.
Así que es demasiado pronto para las celebraciones, y más todavía para decir que la intervención de la OTAN ha estado plenamente justificada y que demuestra que, con la tecnología moderna, se pueden ganar las guerras sólo desde al aire. Lo que demuestra es que el mazo más grande del mundo puede al final cascar una nuez (por cierto, la nuez serbia nunca ha sidotan dura como la mayoría de la gente piensa), pero hablaremos durante muchos años de las consecuencias de haber hecho la guerra de esta forma, bombardeando la infraestructura serbia a 4500 metros de altura.
Es evidente que esas consecuencias serán mucho más visibles en Kosovo. Las personas que trabajan en zonas afectadas por desastres en todo el mundo hablan de “emergencias complejas”, situaciones en las que los militares, las organizaciones internacionales y las organizaciones benéficas tienen que trabajar conjuntamente para abordar toda una serie de problemas interrelacionados, desde la provisión de agua, alimentos y medicinas, hasta la construcción de la democracia. No hay emergencia más compleja que ésa. Afortunadamente, la sociedad kosovar se sale de lo corriente: sigue estando firmemente asentada en una familia amplia, y hasta cierto punto en los clanes, con un fuerte código de apoyo mutuo y una capacidad de improvisación que ya no se ve en sociedades más desarrolladas, como la nuestra. Creo que los kosovares volverán y sobrevivirán.
Pero el acuerdo de paz también incluye la creación de “instituciones de autogobierno democrático”, bajo el paraguas de la “administración provisional” internacional. Actualmente, el liderazgo político kosovar se encuentra absolutamente dividido. El antiguo líder pacifista Ibrahim Rugova, el que fuera el Gandhi de Kosovo, ha quedado muy desacreditado por haber aparecido en la televisión serbia junto con Milosevic mientras mataban y deportaban a su pueblo. Un primer ministro en el exilio tiene la mayoría del dinero de los muchos kosovares que viven en el extranjero. Está la cúpula del UCK, en Kosovo. Después están los intelectuales liberales de Pristina, que buscan desesperadamente a su propio Havel o Mandela. Incluso en el caso de que, como se ha sugerido, Paddy Ashdown o Carl Bildt se convirtieran en jefes de la administración internacional, la clave para el futuro de Kosovo residirá en la calidad de este liderazgo local.
Y luego están los vecinos. Albania es un país en una situación rayana en la anarquía, tambaleándose bajo el impacto de medio millón de compatriotas. Macedonia desea desesperadamente que los refugiados vuelvan a Kosovo para restaurar su fragilísimo equilibrio entre los macedonios eslavos y los macedonios albaneses, y su economía se ha venido abajo. Montenegro, que formalmente sigue siendo parte de la República Federal de Yugoslavia y estando entre las fauces del león serbio, tiene un supuesto gobierno democrático que necesita desesperadamente nuestro apoyo. Bulgaria, que ha proporcionado un notable apoyo a la acción de la OTAN, a pesar del desacuerdo de gran parte de su población, espera recibir ahora algún tipo de recompensa, y también su economía se tambalea al límite. En resumen, en torno de Kosovo hay enormes problemas como resultado de la guerra, y la gente recurre a nosotros en busca de soluciones.
El último vecino en llegar será el serbio. Los demócratas serbios –no, no son términos contradictorios– afirman que la clave para el futuro de toda la región es una Serbia democrática. Y por supuesto, tienen razón. Pero como ya ha indicado, es probable que la guerra no haya contribuido a que el panorama sea más alentador. De hecho, es más plausible una Serbia más amarga, más resentida, plagada de fantasías de victimismo heroico y sueños de venganza; algo así como la Hungría de entre guerras, obsesionada por los territorios que se le arrebataron con el Tratado de Trianón, o una versión de la Alemania de Weimar en los Balcanes.
Para abordar una situación así se necesita tanto una eficaz contención militar –tarea para la OTAN– como la creación a su alrededor de un medio político en el que los serbios de a pie vayan apreciando que hay una alternativa mejor. Esto es tarea de la Unión Europea. La cumbre de Colonia de la UE, que se celebró la semana pasada, se dedicó fundamentalmente al tema de Kosovo. Pero se necesitarán algo más que declaraciones de cumbres para que las cosas cambien de verdad en lugares como Albania, Macedonia o Montenegro. Hará falta dinero, y una política a largo plazo.
“Es sobre todo por la forma de llevar sus relaciones exteriores –escribió Alexis de Tocqueville– por lo que las democracias me parecen decididamente inferiores a otros gobiernos... Sólo con grandes dificultades puede una democracia controlar los detalles de una iniciativa importante, perseverar en un objetivo establecido, y llevar a cabo su ejecución a pesar de la existencia de graves obstáculos.” El problema ha empeorado desde sus días, porque los líderes democráticos giran con los vientos de la última encuesta de opinión. Ahora, nuestra tarea en los Balcanes consiste en demostrar que Tocqueville estaba equivocado. Pero lo más molesto de Tocqueville es que casi siempre tenía razón. Aunque siempre hay una primera vez para todo.
* Escritor y periodista británico. Su última obra es History of the present: essays, sketches and dispatches from Europe in the 1990s.

 

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