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RIQUELMES Y FAMOSOS DEL FUTBOL ARGENTINO
Del prestigio y la fama

Si algo dejó este Clausura '99, que arrancó tarde a causa de un paro de futbolistas, y que terminó pronto a raíz de la superioridad de Boca, fue la clara separación entre uno y otros. A los Riquelme, Saviola, Cambiasso, José Hinchada, pertenece la gloria. A los Lalín, Barrionuevo, Madorrán, Cacho Barrabrava, entre otros, los persigue la notoriedad.


Por Juan Sasturain
t.gif (862 bytes)  Según una clasificación acuñada por Juan José Panno, los personajes de este año futbolero que acaba de terminar se podrían encolumnar en dos grandes categorías que, como los cronopios y los famas de Cortázar, o los Hombres Sensibles y los Refutadores de Leyendas de Dolina, sirven como casilleros generales para agrupar dos concepciones del fútbol y --por lo tanto-- de la vida: los llama riquelmes y famosos.

Los llamados genéricamente riquelmes encarnan en sí todas las razones por las cuales el fútbolbu03fo01.jpg (9888 bytes) justifica nuestra presencia en las canchas: desdramatización de la competencia, prioridad del juego, respeto por el rival y el espectáculo, tendencia a la esteticidad; es el lugar --no buscado-- del prestigio. Los riquelmes prestigian al fútbol. Por otro lado, los llamados famosos concentran en su figura todo aquello por lo cual el fútbol nos produce habituales náuseas: el desprecio por el juego y por los rivales, la jactancia y busca de protagonismo y la hegemonía a cualquier precio, la ambición y el regodeo personal; el suyo es el lugar de la fama, de la figuración a cualquier precio. Los riquelmes (casi) siempre son jugadores; los famosos (casi) nunca.

1. Riquelme es el modelo acabado de los riquelmes. Demostró que --a pesar de ser un callado crack de manejo, pausa y talento con gol-- es posible convertirse en el ídolo de la hinchada de Boca sin patadas, sudor de huevos y demagogia. Riquelme casi no habla, apenas saluda levantando el brazo, no besa la camiseta, no se quiere ir a Europa, no critica a los rivales ni a los árbitros y la última vez que pegó y mordió fue a los tres años, cuando le quitaron la pelota en el jardín y pensó que era para siempre.

2. Lalín es el modelo acabado del famoso aventurero, impune y quebrador. Arquetipo lindante con la caricatura del dirigente que combina irresponsabilidad ilimitada con afán de figurar, el rapado cultiva un alevoso populismo que no le impide hacer piruetas financieras sin red con su club o sus empresas periodísticas mientras se salva él negociando cómo salir con fueros por la puerta del fondo. Una vergüenza.

3. Cambiasso es un Riquelme prodigio. A la edad en que la mayoría es un mazacote de plastilina informe, él, madurado antes de tiempo o a su propio tiempo prodigio, asume responsabilidades entre pares veteranos que no se le emparejan. Juega, manda, pone sin chistar. Nació capitán de cualquier barco: se sube, y la gorra lo está esperando. Y no pega, no verduguea, no manda en cana a los compañeros, no llora. Un crack.

4. Barrionuevo es el famoso populista cínico todo terreno. Donde lo pongan o se ponga solo --legislador, funcionario, dirigente sindical o deportivo-- como personaje al servicio del poder practica una especie de sinceramiento terrorista. Alguna vez dijo "si dejamos de robar dos años esto se arregla", otra vez describió su relación con la barra brava de Chacarita en términos de acuerdo entre paternal y mafioso. Como Lalín, se jacta de controlar a la bestia cuando lo que quiere decir es que es parte de ella.

5. Saviola es un Riquelme con pañales. Dan ganas de hacerle upa. Promovido para ocupar el lugar del pequeño Mozart que River tiene siempre a mano para quemar como cañita voladora --Gallardo, Aimar, la fila-- Saviola es lo más parecido a un hermoso conejito puro instinto que corre en zig zag y a los saltos perseguido por perdigonadas de patadas, exigencias, campeonatos, copas y necesidades urgentes de puntos.

6. Madorrán es típico ejemplar del famoso árbitro arbitrario, no del equilibrado mediador. Devorado por el mismo personaje que inventó para diferenciarse, hizo de los extremos de lo inflexible y lo permisivo su metrónomo. Aparatoso, confundió autoridad con mandoneo e independencia de juicio con impunidad.

7. Samuel es un Riquelme sin la pelota, un ladrón de guante blanco. Tipo infrecuente de Riquelme por la zona en que se mueve, un ejemplar raro. Samuel, en la tradición de los zagueros tiempistas y jugadores a la manera del maestro Baresi, saca la cabeza desde el fondo y desde ahí reivindica las virtudes no del que destruye sino del que desarma. Cómo desarmar jugadas sin romperlas, sería el modelo Samuel.

8. Mascardi es el famoso gordito dueño de la pelota que --en este crepúsculo del milenio--bu03fo02.jpg (8140 bytes) también lo es de los jugadores. La intermediación parasitaria, el arquetipo del famoso gestor en el fútbol mercado, el fútbol privado, el fútbol globalizado, Mascardi no es un sentimiento ni una pasión. Es un operador: opera, cirujano sin anestesia, el cuerpo del fútbol argentino y le extrae sin cesar órganos seleccionados que a veces presta por un rato. Después, lógicamente la Selección se mueve como Frankenstein.

9. José Hinchada es una especie grupal de riquelmes en franca retirada, casi en vías de extinción. Puro sentimiento, tiene los bolsillos vacíos, el lomo muy golpeado y destino de mortadela de sandwich. Entre la barra y la policía, entre el cemento y el alambre, la hinchada sobrevive a duras penas en estado libre y silvestre. La pérdida de su hábitat natural, contaminado de violencia la ha ido confinando a pasivos reservorios naturales: el living y la tele. Una lástima.

10. Cacho Barrabrava es un famoso perverso corruptor de sentimientos, traficante de pasiones, impresentable presencia de estos tiempos. Mano de obra muy ocupada, tiene secuestrado al espectáculo y al fútbol de rehén. con la complicidad de todos los famosos que se hacen los distraídos.

 

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