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CARLOS CAJADES, SACERDOTE CATOLICO QUE TRABAJA CON CHICOS DE LA CALLE
"El Jesús del pesebre se nos murió de desnutrición"

"Trabajar con los chicos nos hace pensar en el modelo de país que queremos para ellos", dice el padre Cajades. "El chico que se cría en un ambiente muy salvaje, responderá también de forma muy salvaje." Su obra forma parte del Movimiento de Chicos del Pueblo que prepara una Marcha por la Vida.

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Carlos Cajades con algunos de los chicos del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable.

Por Luis Bruschtein
t.gif (862 bytes)  Los pibes del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable, en las afueras de La Plata, en 643 entre 12 y 13, le dicen Curita o Carlitos, y se llama en realidad Carlos Cajades, tiene 49 años, fue obrero del frigorífico Swift, pero terminó siendo cura. Pasó la Nochebuena del '84 en un baldío con pibes de la calle y decidió organizar un hogar con ellos. Su obra forma parte del Movimiento de Chicos del Pueblo que hizo un escrache en una hamburguesería que impidió a cuatro chicos comer en el interior del local. "Cuando la pobreza se convierte en miseria --afirma--, deteriora mucho lo humano y las principales víctimas son los chicos y las mujeres. Los responsables de esto tienen nombre y apellido, el Presidente no puede mirar a otro lado."

na12fo02.jpg (10096 bytes)--Nosotros creemos que el insumo básico de la niñez es la ternura. Entonces siempre decimos: no menos de diez caricias por día, que tengamos siempre la posibilidad de devolverle con ternura lo que la pobreza le robó al nacer. A veces nos ocurren cosas muy dolorosas, por ejemplo la nenita que hizo de Jesús en el barrio donde yo tengo la parroquia. El 25 de mayo me enteré que se murió de desnutrición. Fui a ver a la mamá, está delgadita, piel y huesos y bueno, me dijo: "Yo pensé que estaba empachada". Son muchas cosas, también la ignorancia cuando la gente es pobre pobre, allí está cada vez más deteriorado lo humano.

--¿Cuándo empezó a trabajar con chicos de la calle?

--Yo siempre comento que esta obra nació en la Nochebuena del '84 en la Iglesia de San Francisco de Asís, en Berisso, donde era párroco. Cuando terminé la misa de gallo y salí a cerrar la puerta me encontré con que había tres pibes en la escalinata. Les dije: "Miren, chicos, hoy es Nochebuena, hay que ir a festejar", y ellos me contestaron que no festejaban porque vivían en un terreno baldío. No les creí y ellos me desafiaron. Yo no sabía que en ese momento me estaba poniendo una bisagra en la vida a mí y a ellos, porque en realidad fui al terreno y había más chicos y más chiquititos y ahí mismo me fui al almacén de una señora amiga, compré todas las cosas que podía y pasé esa Nochebuena con ellos. De ahí en más fue natural, primero nos encontrábamos en la calle, después empezaron a venir a la hora de la misa. Después empezaron a venir a la hora de comer. Y la amistad fue dando para más. Una noche de tormenta se quedaron y así empezó. Nunca más se fueron.

--¿Cómo hizo cuando fueron llegando más chicos?

--Yo tenía una casa muy chiquita y se me armaban algunos despelotes con la parroquia. Empezamos a buscar un subsidio para comprar un lugar grande. Porque además se empezó a correr la pelota de que yo recibía a los chicos que andaban por la calle, y entonces la gente me traía más chicos. En un momento llegaron a ser 13. Había un grupo de jóvenes, que ahora son nuestros educadores populares, con los que estaba haciendo una catequesis sobre la doctrina social de la Iglesia. Un grupo se ocupó de ponerlos en la escuela, otro organizó la comida. Y así empezamos a armar la cosa. Le habíamos pedido un subsidio al gobernador y lo rechazó. Había un grupo de pibes que estaba en la calle y quería venirse a vivir y yo les decía: "Cuando salga el subsidio, compramos la casa y ustedes salen de la calle". Vivían en la fuente de 8 y 51, que es un lugar céntrico de La Plata. Uno de ellos tuvo un bebé hace 15 días. Yo celebro todos los viernes misa en un santuarito que se llama María, Tres Veces Admirable. Ellos me iban a buscar ahí. Cuando les dije que el gobernador había rechazado el subsidio me dijeron: "Bueno, vamos a encararlo". Otro me dijo que a veces pedía en la puerta de la gobernación y que podía averiguar cuándo estaría en un acto público. El pibe le dijo a la virgen: "Si nosotros logramos convencer al gobernador, le vamos a poner tu nombre".

--¿Y al final encaró al gobernador?

--Me fui vestido de cura, con cuellito, para poder llegar hasta él y cuando terminó de hablar nos subimos al escenario. Nos dijo que nos quedáramos tranquilos que lo iba a arreglar. El 31 de enero nos llamó para decirnos que el subsidio estaba firmado. Así que una noche que había razzia de la policía los chicos me fueron a ver y nos vinimos todos para acá.

--¿Cuántos chicos eran al principio?

--Arrancamos con 19 pibes. La obra ahora está compuesta por la huerta, la elaboración de la verdura y la venta a domicilio, tenemos un kiosco en el Senado y una imprenta de primera línea. Viviendo con nosotros hay alrededor de 80 chicos y 13 o 14 educadores. Ellos comienzan viniendo para ayudar y terminan armando su vida acá, como Carloncho que tiene tres chiquititos de él y Patricia, y nueve de la casa. En total son doce. Los chicos les ayudan a criar sus propios hijos, se arma una gran familia. --¿Además de los emprendimientos productivos reciben ayuda de la gente?

--La obra es muy querida acá en La Plata. Desde que la gente nos conoció no nos dejó pasar más necesidades. Nos traen ropita, cosas, el que tiene una heladera o una cocina de más, la trae; el que tiene cualquier relación que pueda hacernos aumentar algún emprendimiento productivo, por ejemplo la imprenta, nos trae trabajo, corren la pelota entre ellos. Esto de la verdura, por ejemplo. Pensábamos tener 50 clientes en un mes y en ese tiempo ya teníamos 170.

--¿Y siguen llegando chicos?

--Esta semana vino una persona que descubrió tres pibitos, uno de siete meses, otro de año y medio y otro de casi tres años. Los encontré en un barrio de Los Hornos. La madre se rayó, se fue, no sé, el padre estaba con las piernas cortadas por la diabetes. Recurrí a una amiga mía y a un cura amigo que tenían siempre la idea de hacer algo por los pibes y los tienen en sus casas. Acá ya no tenemos capacidad física. Además, si te excedés con el número se pierde el espíritu de lo que estamos haciendo, que es darles el clima de familia, que no falte la contención básica. Nos llegan chicos de todas clases. Chicos con causas penales que después de tres años de estar aquí nos preguntamos por qué estuvo preso. A uno de los chicos lo trajo un policía, me dijo que lo había metido preso tantas veces que ya no sabía qué hacer. Tres años después, ese chico trabaja en la imprenta, empezó el secundario, es un tipo con una solidaridad y una alegría enorme.

--¿Cuando empezaron no tuvieron problemas con la gente del barrio?

--En un primer momento no fue fácil. Nadie quiere tener una casa de chicos de la calle cerca dena12fo02.jpg (10096 bytes) su casa. Pero los mismos chicos se fueron haciendo amigos de los chicos del barrio y ellos fueron convenciendo a las familias. Cuando se eligen los mejores compañeros en la escuela, ellos salen más votados. Creo que el año pasado tuvimos el 70 por ciento. Van todos a esta escuela de acá. Hoy vienen muchísimos pibes del barrio. Lo que ha pasado en este país en estos diez años es que antes nosotros éramos los pobres del barrio. Seguimos siendo gasoleros, pero aquí el pibe tiene trabajo, alimentos. El pibe del barrio que antes estaba más alto que nosotros, ahora, con este proceso que se lleva en el país, bajó, está más abajo que el pibe de acá. En este momento no hay un pibe que llegue y se vaya. Donde encuentra un clima de familia y de trabajo, un clima para poder estudiar y que se lo trata con dignidad, se queda. Yo no tomo ninguna decisión solo, nunca, siempre lo hacemos en asamblea. Entre ellos se plantean las cosas abiertamente en la asamblea, donde se deciden desde la convivencia hasta los proyectos.

--El tema de la seguridad se ha convertido en una preocupación importante en esta sociedad.

--Cuando hablamos de la seguridad y vamos nada más que a las consecuencias, como poner más patrulleros o tratar de reducir la edad para meterlos presos de más chicos, eso es nada más que un parche. Si nuestra niñez se está criando de una manera salvaje, nos va a responder de una forma muy salvaje. La vivencia que tenemos con el chico nos hace pensar el modelo de país que queremos, uno piensa todo desde ellos. A veces nos parece que es duro lo que decimos, pero lo hacemos porque estamos todo el tiempo entre la vida y la muerte. Los chicos son tan argentinos como nosotros, nacieron bajo la misma bandera, en la misma tierra, nada más que ellos no tienen siquiera el derecho de disfrutar de la vida. Por eso digo, la seguridad habría que pensarla de una manera más amplia. No es cuestión de tirar salvavidas sino de parar la inundación. Como dice Alberto Morlaquetti, que es el secretario general del Movimiento Chicos del Pueblo: "Nos dicen que tenemos que cuidarnos de los chicos cuando en realidad tenemos que cuidarlos a ellos".

--¿El Movimiento de los Chicos del Pueblo agrupa a todos los hogares de chicos de la calle?

--Para armarlo fuimos recorriendo obrita por obrita, nos fuimos juntando. Ahora el 2 de julio vamos a hacer una marcha con los pibes, una Marcha por la Vida. Acá en La Plata todavía está muy fresco lo del McDonald's y en los últimos tiempos se habla mucho que la mitad de los chicos son pobres y la mitad de los pobres son chicos. Todos los años hacemos un encuentro de educadores populares y una Marcha por la Vida porque, según nuestros números, en la Argentina se mueren más de cien chicos por día. El 2 de julio vamos a salir de acá de La Plata hasta Buenos Aires. Arrancamos en Plaza San Martín, con murgas, trencitos, zancos, globos, flores que le entregamos a la gente con los Derechos del Niño. La Argentina firmó todo. Como decía el sociólogo Miguel Semán, la Constitución es un edifico de cristal inhabitable.

--¿El Movimiento es laico o es religioso?

--Es laico y ecuménico, hay de todo. Para esta actividad mandamos mil y pico de cartas. Juntamos a la gente de buena voluntad. Sí tiene que tener una manera de pensar que es no preocuparse nada más por los chicos de su casa sino por todos los chicos del país. Hay obras que no están en el Movimiento. Por ejemplo, nos parece una incoherencia que haya obras con 400 chicos y que acepten que el Presidente vaya a pasar la Nochebuena allí porque es el responsable del deterioro de esta niñez. Al aumentar la exclusión aumentó la pobreza, y, al aumentar la pobreza, pega sobre la edad más débil de la vida. Agrupamos a obras que no piensan en beneficencia nada más, sino que piensan en un modelo de país que haga que la niñez vuelva a ser feliz. No son diferencias religiosas, sino más bien ideológicas. También estamos en la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) porque pensamos que debemos unir fuerzas.

--¿Ustedes hicieron un escrache a un McDonald's?

--Sí, porque no dejó comer a cuatro pibes adentro del local. Llevamos todos los pibes, carteles, qué sé yo. Cuando hablé dije que no hay que perder el sueño de que ser pibe tiene que ser un privilegio, porque fue un privilegio, no es mentira, más allá de la postura política que uno tenga, ser niño fue un privilegio en este país. Llegamos a tener una tasa de mortalidad infantil bajísima. Hoy una tasa de mortalidad baja la tienen Suecia, Canadá o Cuba, con siete o nueve por mil. Nosotros ahora tenemos premisas que llegan al 35 o 40 por mil.

--¿Cómo era la situación económica de su familia?

--Mi familia era de barrio. Nací en Ensenada, pero me crié en un barrio de La Plata, Villa Argüello. Mi papá era trabajador del frigorífico Swift y yo fui obrero de Swift a los 14 años porque éramos cinco hermanos y mi papá falleció en un accidente cuando éramos chiquitos. Trabajé en Swift hasta los 21, que me tocó el servicio militar. Tenía esa idea del seminario que me gustaba, pero me ponía de novio. Cuando hice el servicio militar me decidí y entré al seminario y me gustó.

--¿Participó en el movimiento sindical en el frigorífico?

--Yo aprendí mucho ahí, tenía como un ansia de justicia que yo veía respondida en algunos de los que en ese tiempo llamábamos de la Resistencia. Con ellos aprendí mucho. Fue una escuela de vida. Soy de la juventud de los '70, tengo 49 años ahora, vivencié todos los ideales de un mundo más humano, más justo, más fraterno. Yo creo que todo eso que fui aprendiendo se canalizó de golpe en esa Nochebuena del '84. Encontré la estrella para canalizar el ansia que tenía dentro.

--¿Los chicos que entraron al principio siguen estando aquí?

--Ellos siguen, trabajan en nuestros emprendimientos, son responsables de algunas zonas de nuestros emprendimientos, vivimos con ellos todas las circunstancias de sus vidas, como con Juan Pablo, que fue del primer grupo y hace unos días lo acompañamos todos con el nacimiento de su bebé. Es como una familia.

--¿Y ahora tienen una bebita con sida?

--Es una bebé que tengo yo en la casa. La Negri es como parte mía. Estuvimos dos o tres veces entre la vida y la muerte, porque vino con desnutrición, vino con esa enfermedad ... Queríamos mucho a la Ramona, la mamá. La ayudábamos mucho. Murió en agosto del año pasado. Hacía pan casero y lo vendía en el barrio. El marido se agarró la enfermedad por ahí y la llevó a su casa. María, la beba, llegó como si ya fuera de la casa. Es una experiencia ... linda, fuerte, de pelearle a la muerte, hasta a Dios lo apreté una noche. Porque uno quiere a todos los chicos, porque todos tienen su estrella aunque a veces está un poco tapada por las miserias que trae, pero ésta me estrelló a mí. Además, para un cura como yo, que no ha criado nunca un bebé, es algo especial. Gracias a Dios le encontramos la vuelta porque no resistía los remedios, que son unos cócteles fuertísimos. Dos o tres veces se me estuvo por morir porque no los resistía, vomitaba todo y se debilitaba. Ahora el médico, el doctor Bertolotti, que está jugadísimo con nosotros, le encontró la vuelta con esta gomita que le entra por la nariz y le va a la pancita y puede aceptar la medicación. Es una experiencia muy bella, algo dolorosa, pero yo la disfruto. Hemos pasado momentos que parecía que se nos iba. Yo le dije a Dios: `Mirá que acá me hacés pomada a mí' porque más de una vez se nos murió un chico acá y nos costó meses levantarnos. Así que apareció esa manguerita. Los médicos dicen que en tres años tiene que estar la vacuna. La Negri se llama María de los Santos.

--¿Cómo desarrolla la relación con su familia un chico que está en el Hogar?

na12fo02.jpg (10096 bytes)--El que era pobre hace diez años, es más pobre ahora, así que si el pibe no podía vivir en su casa hace diez años es difícil que pueda hacerlo ahora. Porque en ciertos lugares ya no es pobreza, es miseria y la miseria deteriora mucho lo humano. Nosotros también estamos trabajando en un asentamiento, hacemos autoconstrucción. Poner un objetivo común cuesta muchísimo. En nuestra época, en los '70, íbamos a trabajar a una villa y los objetivos comunes surgían en seguida, el zanjeo, la luz, existía una trama solidaria muy fuerte. Hoy el clima es muy salvaje. A veces me dan ganas de rajarme porque se pelean de una manera espantosa. Y esa niñez se está criando en un clima muy salvaje. El niño se hace salvaje en un clima salvaje y se hace humano en condiciones humanas. Eso hace muy difícil que un chico, al que la miseria llevó a expulsarlo a la calle y deterioró la relación con su familia, vuelva a vivir con ella. Pero puede recuperar la relación con su sangre. Es algo a veces inentendible, pero un pibe que recupera esa relación, especialmente con la madre, si andaba a 30, comienza a andar a 80. Por el solo hecho de ir a tomar un mate con ella ... La recuperación del vínculo sanguíneo le devuelve su identidad al pibe.

--La lucha contra la pobreza y la miseria es también una lucha por defender el vínculo entre madres e hijos ...

--La pobreza les pega mucho a los pibes y les pega mucho a las mujeres, porque el hombre se conoce por lo que hace, el trabajo forma parte de su identidad. Cuando pierde el laburo, se frustra. Al frustrarse se va o se emborracha, caga a trompadas a todo el mundo, y quedan la mujer y los pibes. En el barrio inventamos la casa de los niños. Les tenemos los pibitos en edad escolar durante todo el día. Porque si no contenemos a esos pibitos que son los más pobres del barrio, se van para la calle. Los mandamos a la escuela, les damos apoyo escolar, una merienda reforzada y los mandamos a la casa a dormir y a defender el vínculo. Porque el vínculo es fundamental en el pibe, el vínculo natural, con su sangre. A nosotros nos pasa siempre una cosa. Por ejemplo, un pibe que viene de la calle viene muy deteriorado, a veces muy enojado con su familia, entonces con el clima de familia de acá, se va sanando, se va poniendo bien, y va dando pasitos, se va integrando en la escuela y si tiene más de 14 años se integra en algún emprendimiento productivo, se va poniendo bien y en un momento determinado ¿sabe cuál es la expresión, el síntoma de que está bien?, pregunta: "Che Carlitos, ¿sabés una cosa?, tengo ganas de ver a mi vieja ..."

 

POR QUÉ CARLOS CAJADES

Por L. B.

La voz de los chicos

Los problemas de la sociedad son encarados desde muchos puntos de vista. Cada sector afectado trata de hacerse escuchar y por lo general su eficacia está en relación con el poder que reúna, represente o lo apoye. Pero hay un sector que es la víctima principal de este modelo, que no es escuchado porque no tiene poder: los niños.

La exclusión, la marginalidad, el sida y la violencia golpean con más brutalidad sobre los niños porque son los más vulnerables. Y son los que menos se quejan porque no tienen cómo. Hay una versión de esa realidad contada por ellos o por las personas que tratan de contenerlos, que no son muchos y no ganan un peso por hacerlo.

La modalidad de los chicos que comenzaron a vivir en la calle se instaló en la Argentina a fin de los años '70. Aparecieron como la primera manifestación de una enfermedad social que se extendería rápidamente en unos pocos años. Carlos Cajades pasó con ellos una Navidad y nunca más pudo separarse de los pibes.

La Argentina ha firmado todos los documentos habidos y por haber sobre los derechos de los niños. Y a medida que los firmaba, aumentaba la tasa de mortandad infantil y se deterioraba la educación. Mucha gente se espanta de la participación cada vez mayor de chicos en actos de violencia y al mismo tiempo es indiferente al mundo de injusticias al que están condenados la mayoría de ellos. Cajades es, en este caso, la voz de esos chicos.

 

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