Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


SUBRAYADO

Frankenstein en la OTAN

Por Claudio Uriarte


t.gif (862 bytes)  La OTAN está en Kosovo, los refugiados --algunos de ellos, al menos-- están volviendo, se logró integrar a Rusia en la fuerza de pacificación sin darle una zona de administración propia, pero al mismo tiempo ofreciéndole una relativa autonomía de mando que deja a salvo su honor, al tiempo que es una retribución por el importantísimo rol que cumplió en poner fin a la guerra. Los países industrializados preparan fondos masivos para la reconstrucción de Kosovo y también, por qué no, para seguir sosteniendo a la economía rusa. Todo está bien, entonces, ¿no? ¿La pax otaniana reina en Kosovo y todo eso?

Bueno, no del todo. Porque en los 78 días de su lucha aérea sin cuartel contra Milosevic, y en su innoble negativa a enviar tropas de tierra para hacer el trabajo sucio, la Alianza Atlántica tuvo que echar mano de un instrumento local que ahora se le está convirtiendo en un Frankenstein difícil de manejar: el Ejército de Liberación del Kosovo (UCK), una formación armada musulmana que se parece bastante a los mismos talibanes que EE.UU. empleó en su momento contra la ocupación soviética de Afganistán. Bajo el acuerdo sellado por el G8, el UCK debe ser desmilitarizado. Pero ya en los primeros días de la OTAN en Kosovo, la búsqueda de fórmulas de compromiso sugirió que no todo iba a ser tan fácil. Una de esas fórmulas de compromiso era sacarle al UCK sus armas pesadas y dejarle las cortas, de modo que fuera convirtiéndose en una especie de policía local. Ahora bien, convertir al UCK en la policía de Kosovo es algo así como hacer lo propio con Hamas en la Autonomía Palestina: los más fanatizados no pueden ser los que resguarden el orden, sobre todo cuando en Kosovo queda aún una minoría serbia que está tratando de huir. Y con buenas razones: la semana pasada se descubrió en la zona alemana que el UCK estaba torturando serbios, gitanos y presuntos "traidores" albanokosovares y que una de las víctimas había muerto.

Por eso, más tarde o más temprano, la OTAN va a tener que tomar la decisión de volver sus armas contra sus aliados de ayer. En otras palabras, de iniciar una feroz lucha antiguerrillera contra una fuerza que conoce el terreno y su gente mucho mejor que la Alianza Atlántica. La OTAN debería entonces instalar al líder moderado y pacifista albanokosovar Ibrahim Rugova a la cabeza de un gobierno "independiente" sólo en el nombre, cruzar los dedos y esperar que la gente se olvide de los guerrilleros. Esa es la nueva guerra de Kosovo.

 

PRINCIPAL