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Más opciones a simple vista para mandar los anteojos al archivo

Los avances en cirugía láser y en lentes de contacto bifocales hacen que mucha gente, como Roque Fernández, se decida a desprenderse de sus gafas.

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Por Pedro Lipcovich
t.gif (862 bytes)  Sólo hace pocos días el ministro de Economía, Roque Fernández, logró superar el vicio que padecía desde su adolescencia. Se trataba de la miopía, uno de los "vicios de refracción" --los otros son la hipermetropía y el astigmatismo--, hoy curables con intervenciones quirúrgicas para dejar definitivamente los anteojos, como lo hizo el ministro. Otra manera de librarse de espejuelos son las lentes de contacto bifocales, descartables, que acaban de aparecer. Página/12 consultó también a especialistas sobre los mitos y realidades en cuanto al efecto de las pantallas de computadora, y la simple manera de diagnosticar precozmente el glaucoma. Pasen y vean... los que puedan.

"Mire esa luz roja", le dijo el cirujano a Roque Fernández. El ministro, habituado a que los funcionarios del Fondo Monetario le señalen las luces rojas de la economía argentina, obedeció de inmediato. En este caso, Fernández estaba mirando un láser de apunte, para mantener fija la dirección de su ojo y facilitar la acción del láser terapéutico. "Actualmente se incluyen cámaras de video infrarrojas de alta velocidad para captar el centro del ojo y seguir sus pequeños movimientos: provienen de los láseres empleados en la guerra, que fijan un avión como objetivo y lo van siguiendo", explica a este diario el oftalmólogo Roberto Zaldívar, quien operó a Roque Fernández en su clínica de Mendoza.

En la camilla, absolutamente despierto, sólo con una gotita de anestesia, el ministro estaba por experimentar un verdadero ajuste ocular. El doctor, mirando por un poderoso microscopio, utilizó un microquerátomo para hacer un corte en el plano de la córnea formando una tapita. "La técnica que se usaba al principio consistía en tallar directamente la superficie de la córnea: de ese modo la recuperación era más lenta porque había que esperar a que el tejido volviera a crecer --cuenta Zaldívar--. Desde mediados de los '90, primero se corta una tapita en la superficie de la córnea, luego se hace el tallado en su interior, y se vuelve a poner la tapita. Así la recuperación es casi instantánea, sin dolor ni molestias."

El procedimiento es de muy bajo riesgo, destaca Zaldívar. Los láseres --cuya precisión es de un cuarto de milésima de milímetro-- son guiados por un software de computación que dirige el rayo para producir el tipo de curvatura buscada. "La evolución de este software es continua, se modifica cada pocos meses", se entusiasma el cirujano. En el estado actual del procedimiento, "se pueden corregir miopías inferiores a 15 dioptrías, astigmatismos de hasta 6 o 7 e hipermertropías de hasta 5 dioptrías", según Zaldívar. En definitiva, "lo que hace el láser es dibujar una especie de anteojo en la córnea".

Jorge Bauerberg, jefe del servicio de cirugía láser del centro oftalmológico del Hospital Israelita, observa que "se requieren estudios previos, como el que mide el espesor de la córnea: la operación puede no ser factible si la córnea es muy delgada y a la vez hacen falta muchas dioptrías".

La intervención se puede hacer a partir de la edad en que la miopía ha dejado de agravarse, habitualmente entre los 18 y los 22 años. En cambio, "no hay una edad tope para la operación", señala Bauerberg. Sólo algunas obras sociales cubren estas intervenciones, cuyo precio suele ir de 1400 a 2000 pesos por cada ojo.

El ministro Fernández también podría haber reemplazado sus anteojos por lentes de contacto de última generación. Acaban de aparecer las bifocales descartables, que permiten prescindir de los anteojos a quienes, además de padecer algún vicio de refracción, sufren de presbicia, esa dificultad para ver de cerca que aparece después de los 40 años (y no tiene solución quirúrgica). Según la investigación que desarrolló un grupo dirigido por Tomás Pförtner, presidente de la Sociedad Argentina de Contactología, "el 70 por ciento de los usuarios alcanzó buena visión tanto de cerca como de lejos" con estas lentes, que no obstante resultan "poco recomendables para personas que requieran una alta definición en la visión de lejos, por ejemplo, deportistas y conductores profesionales".

La otra rama del progreso en lentes de contacto está constituida por las de uso extendido, "que dejan pasar más oxígeno a la superficie de la córnea", explicó Pförtner. Sin embargo, "la FDA (Food & Drugs Administration) de Estados Unidos no autorizó hasta ahora el uso continuado de lentes por más de siete días". "Hacen falta resultados más contundentes para alentar el uso por más de una semana", afirmó el especialista.

Para enfermedades más graves, como el glaucoma, "hay avances extraordinarios en los tratamientos", según Virgilio Victoria, médico argentino que reside en Bélgica, donde integra el staff del Hospital Universitario Jan Plalfijn. Por ejemplo, "el láser programado por computación permite hacer en el consultorio intervenciones que antes requerían cirugía e internación". Hasta hace unos años, el glaucoma era una causa importante de ceguera. "Actualmente, un enfermo correctamente tratado puede llevar una vida normal, con buena visión", señala Victoria. En cualquier caso es importante el diagnóstico precoz: "La toma de la presión ocular debe ser de rutina, cada vez que una persona va a un oculista por cualquier motivo".

 

Efectos de la pantalla

Por P. L.
t.gif (862 bytes) "Cuando una persona está muchas horas trabajando ante la computadora pueden presentarse fenómenos de cansancio visual, pero no suelen deberse a radiación de la pantalla sino simplemente al hecho de permanecer con la vista fija --explica Carlos Argento, profesor de oftalmología en la UBA--. Por eso los 'protectores de pantalla' que se venden en comercios no son mayormente efectivos. Lo más importante es que las personas que tengan problemas visuales usen lentes con la corrección adecuada para trabajar ante la máquina."

Otra molestia actual es el llamado ojo seco: "La superficie del ojo está cubierta por una película, segregada por varios tipos de glándulas, que la protege y lubrica. Cuando alguna de estas glándulas tiene problemas, puede producirse el 'síndrome de ojo seco', que en los últimos tiempos se ha hecho más frecuente por la contaminación ambiental, el uso de lentes de contacto y, aunque parezca mentira, porque el estrés hace que la gente parpadee menos y, por lo tanto, disminuya la secreción lagrimal", cuenta Argento.

 

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