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“LOS SERBIOS NO SE CONGELARAN EN ESTE INVIERNO”, PROMETIO BILL CLINTON
La pax otaniana ya reparte los premios

El presidente norteamericano pidió a Eslovenia que lidere la paz en los Balcanes y la Unión Europea anunció que comenzará la ayuda económica por Macedonia. La guerrilla kosovar confirmó su futura desmilitarización.

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t.gif (862 bytes) Luego de la cumbre del Grupo de los Siete (las grandes potencias industriales) más Rusia en Colonia, donde fumó la pipa de la paz con el líder ruso Boris Yeltsin, el presidente norteamericano Bill Clinton viajó a Eslovenia para proclamar desde los Balcanes mismos los lineamientos de la “pax otaniana”. “Para mí lo más importante es que los serbios deseen derribar a su presidente Slobodan Milosevic, pero al mismo tiempo no permitiremos que mueran congelados este invierno”, prometió Clinton en Ljubljana. Mientras crece el flujo de refugiados albano-kosovares a la provincia yugoslava de Kosovo, el líder del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK), Hashim Taci, anunció que su organización será desmilitarizada en un plazo de 90 días por la fuerza internacional de paz en Kosovo (KFOR).
El general británico Michael Jackson, comandante de la KFOR, dijo ayer que había pasado una de las noches más felices en su vida profesional. “A medianoche me llegó la confirmación de que todas las fuerzas yugoslavas se habían retirado de Kosovo y a las 0.10 el anuncio de que Taci acataba la orden de desmilitarización”, dijo Jackson. El propio Clinton llamó a Taci para que realizara esta confirmación. Según el acuerdo, el UCK debe entregar todas las armas de calibre superior a 12,7 mm en un plazo de 30 días a partir del lunes y de todas las armas automáticas de calibre inferior en 90 días. Esas armas serán almacenadas en depósitos controlados por la KFOR. En cuatro días, la guerrilla “desmantelará sus posiciones de combate”.
Pero luego de este calendario de entregas, el UCK podrá conservar sus armas cortas, lo que parece congruente con el proyecto de las tropas occidentales de convertir al UCK en una suerte de fuerza policial o Guardia Nacional. El único problema es que, desde la entrada de la KFOR en Kosovo, se registraron muchos episodios de “venganza” de los guerrilleros contra la población serbia y otras minorías que permanecieron en la provincia yugoslava, incluyendo torturas y muertes. Y nadie puede asegurar que estos episodios dejarán de ocurrir por una súbita conversión del UCK en una ecuánime fuerza de mantenimiento del orden.
Este ambiente de tensión en Kosovo puede acentuarse con la masiva llegada de refugiados albano-kosovares –y algunos serbios– que se registró en los últimos dos días. Ayer entraron 35.400 refugiados albanokosovares desde Albania y Macedonia, según el Alto Comisionado de la ONU para Refugiados (ACNUR). Muchos serbios que huyeron de Kosovo por temor a la venganza albano-kosovar comenzaron a llegar el domingo y ayer arribó a Pec el primer contingente de 100 serbios protegidos por la KFOR.
Pero tampoco para las KFOR la situación es del todo segura. Ayer murieron cuatro miembros de la División Gurka de las tropas británicas: dos durante una tarea de desminado y los otros en una explosión, donde además murieron dos civiles. Respecto al desminado, la portavoz del ACNUR, Judith Kumin, reconoció que la erradicación total de las minas terrestres es prácticamente imposible en el corto plazo y que el retorno espontáneo de los refugiados es muy peligroso en ese sentido.
Paralelamente a lo que ocurre en Kosovo, las potencias occidentales comenzaron a diseñar el Plan de Estabilidad para los Balcanes. Mientras Clinton le pedía a Eslovenia que encabece las iniciativas de paz en la región –considerando a este país nacionalista como un ejemplo de “democracia y desarrollo”–, los cancilleres de la Unión Europea pidieron a la Comisión Europea que elabore un acuerdo de asociación económica con Macedonia y declararon nuevamente su apoyo testimonial al gobierno de Montenegro, la república “rebelde” de Yugoslavia.
Mientras se sigue discutiendo el monto de la ayuda, ayer comenzó a plantearse un problema latente en Yugoslavia en materia de secesiones: la cuestión de la minoría húngara en la provincia de Voivodina, la más rica del país. El jefe de gobierno de Hungría, Viktor Orban, señaló que era necesario otorgar la autonomía a esta minoría, ya que la llegada a laprovincia de los refugiados serbios de Kosovo “creará un desequilibrio étnico negativo para los magiares”, que suman unas 350.000 personas.

 

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