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Por Luciano Monteagudo Un numeroso grupo de realizadores de Europa y América latina están dispuestos a dar batalla contra el monopolio audiovisual de Hollywood. Y para ello aprovechará la próxima cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, que se llevará a cabo en la ciudad de Río de Janeiro este jueves y viernes, entre representantes de ambos continentes. No faltarán nombres de primera línea en esta suerte de llamado a asamblea de los cineastas. De Europa bajarán hasta Río el alemán Wim Wenders, el greco-francés Costa-Gavras, el portugués Manoel de Oliveira, el italiano Gillo Pontecorvo y el español Fernando Trueba. Por América latina estarán el mexicano Arturo Ripstein, el brasileño Walter Salles, el colombiano Sergio Cabrera, el chileno Miguel Littin y los argentinos Fernando Solanas y Héctor Olivera. Y de Estados Unidos llegará el padrino del cine independiente y director del Sundance Institute, Robert Redford, acompañado por el actor Edward James Olmos (el recordado teniente Castillo de Miami Vice), que mantiene una postura muy crítica sobre Hollywood. La idea central es entregar un petitorio o declaración a esta reunión cumbre, que por primera vez va a discutir temas de educación y cultura, señala Pino Solanas, uno de los principales impulsores de este encuentro multinacional de realizadores, que también incluirá productores, como el español Gerardo Herrero, el mexicano Jorge Sánchez, el brasileño Luis Carlos Barreto y los argentinos Lita Stantic, Pablo Rovito y Fernando Sokolowicz. Esa declaración ya tiene un primer borrador en el que se puntaliza que los directores, productores y distribuidores cinematográficos quieren llamar la atención de los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Cumbre de Río acerca del impacto que tiene la cultura, y en particular el cine y la industria audiovisual, en la preservación y creación de los caminos posibles por los que transitarán nuestras sociedades. Según el documento, la comunidad internacional ha aceptado la necesidad de garantizar la diversidad biológica como condición necesaria para el desarrollo de la vida. De la misma manera, garantizar la diversidad cultural es una necesidad ineludible. Pero los cineastas latinoamericanos y europeos no se conformarán con un mero grito en el desierto. También esperan resultados concretos y el apoyo financiero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuyo director, Enrique Iglesias, ya comprometió la asistencia técnica del organismo. Como ya lo ha probado invirtiendo fuertemente en distintos proyectos de recuperación de patrimonio histórico, el BID entiende que el desarrollo cultural es igual a desarrollo social, y que la cultura también es un motor de la actividad económica y social, apunta Solanas a Página/12. Pero el BID es un organismo público, y por lo tanto necesita de un mandato político. Lo que se busca es que los presidentes, en su Declaración de Río, hagan una mención significativa al tema, que expresen la necesidad de que nuestros gobiernos apoyen las industrias audiovisuales. Esto puede tener una fuerza política increíble, equivalente a un mandato, mandato que el BID puede tomar para abrir una línea de apoyo al cine, que implique no solamente el incentivo a su producción sino también a su exhibición y difusión.
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