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EL FISCAL DEL CASO COPPOLA ACUSO AL JUEZ BERNASCONI DE SIETE DELITOS
“El fin no justifica los medios”

Al mismo tiempo que pedía la nulidad de la causa Coppola y la absolución de los imputados, el fiscal Perotti sorprendió con una lista de acusaciones contra Bernasconi, empezando por una asociación ilícita para “detener al margen de la ley”.

Coppola suspiró aliviado por el resultado del juicio. El fiscal Raúl Perotti pidió la nulidad de la causa.
Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Diego Maradona le tomó las manos a su manager, Guillermo Coppola, y le dio un apretón, sentado muy cerca de él, en la primera fila de la sala de audiencias del tribunal oral federal 2. Se alegraban de las buenas nuevas propias y de las malas ajenas. Escuchaban el alegato del fiscal Raúl Perotti, quien por una parte solicitó la nulidad de la causa y la absolución de los cuatro imputados. Y por otra, sorprendió al acusar en el mismo acto al juez que inició la investigación, Hernán Bernasconi, de siete delitos: entre ellos, ser el capo de una asociación ilícita destinada a “detener personas y efectuar procedimientos al margen de la ley”, con el objetivo de “obtener notoriedad a través de los medios de comunicación”. Perotti consideró que la causa fue una “maniobra orquestada desde un comienzo para perseguir a Coppola y el entorno de Maradona”. Solicitó al Consejo de la Magistratura que destituya a Bernasconi, en el segundo pedido de juicio político al magistrado, quien preserva su puesto gracias a la protección que hasta ayer recibía de los senadores justicialistas, que han dilatado la decisión sobre su destino, midiendo tiempos políticos.
El fiscal consideró que Bernasconi cometió los delitos de falsificación ideológica de instrumento público y prevaricato, por haber iniciado las actuaciones con una denuncia falsa, la realizada por el policía Sergio Camaratta. Por ello solicitó al Consejo de la Magistratura su destitución, de manera que sin la cobertura de sus fueros sea investigado por la justicia ordinaria. También pidió que junto a su secretario Roberto Schlagel, y los policías Daniel Diamante, Antonio Gerace y Emilio Azaro sea investigado por los delitos de asociación ilícita, privación ilegítima de la libertad agravada y reiterada, violación de domicilio reiterado, incumplimiento de los deberes de funcionario público y falsificación ideológica de instrumento público. Para Bernasconi la acusación suena conocida. Es por los mismos delitos, pero cometidos en otras causas, que en el Senado se estudia su juicio político (ver aparte).
La base de la nulidad solicitada ayer por el fiscal y repetida luego por los defensores es la “invención” de la denuncia de Camaratta, realizada en marzo de 1996. En ella se basó Bernasconi para ordenar las intervenciones telefónicas que comenzaron el caso. Camaratta –preso acusado del crimen de José Luis Cabezas– declaró el miércoles y terminó doblemente detenido, ahora también por falso testimonio. El hecho es que no pudo probar quién ni cómo le habría entregado ocho números telefónicos de presuntos narcos: entre ellos el celular y el particular de Coppola. “No existieron ni las reiteradas tareas de inteligencia –que Camaratta aseguró haber hecho– ni la supuesta persona que se presentó como denunciante anónimo”, dijo el fiscal a los jueces.
Los defensores preveían que el fiscal cuestionaría el testimonio de Camaratta. No imaginaban que por ello también culparía a Bernasconi. “Conocía perfectamente que firmaba resoluciones en base a consideraciones falsas”, a pesar de que “el Código Ritual le obliga a fundar dicha medida en elementos de prueba obtenidos legalmente”, dijo Perotti. A partir de esa convicción es que el fiscal solicitó que se extienda el efecto de nulidad “a todas las actuaciones”, por aplicación de la “doctrina del árbol envenenado”. La doctrina indica que si el procedimiento inicial de una causa es violatorio de las garantías constitucionales, esa ilegalidad se proyecta a todos los actos jurídicos consecuencia de ese inicio. Hoy el tribunal dará a conocer la sentencia, que se presume será la absolución de los cuatro imputados: Guillermo Coppola, Héctor “Yayo” Cozza, Tomás Simonelli y Claudio Coppola.
Además de la nulidad por la falsificación de la prueba que dio inicio a la causa –argumento invocado también por los defensores de los cuatro imputados–, el fiscal Perotti solicitó también la “nulidad por ausencia de juez imparcial”. En ese sentido, Perotti recordó a los jueces que laJusticia ya declaró nulo lo actuado por Bernasconi en otras causas: “Ferroviera, Odriozola, Mercado y Fassari”. El caso de Carlos Fassari, cuyo testimonio fue leído ayer en la sala, resultó ser fundamental en la acusación de Perotti a Bernasconi.
Perotti acusó: “Estamos en presencia de un grupo de funcionarios conformados por un juez federal, un secretario, y varios oficiales y suboficiales de policía, que tenían por objeto detener personas y efectuar procedimientos al margen de la ley y obtener notoriedad a través de los medios de comunicación”. El fiscal consideró que Bernasconi no sólo sabía que nunca se hicieron tareas de inteligencia que demostraran que el manager tenía relación con el tráfico, sino que además fue cómplice de Camaratta en la falsificación de la denuncia. Según su acusación, “eso no fue otra cosa que el blanqueo de los teléfonos contenidos en la agenda de Carlos Fassari, a quien Bernasconi había detenido 20 días antes” (ver aparte). En sus conclusiones, Perotti sostuvo: “No existe un derecho constitucional a obtener la verdad a cualquier precio”. Luego negó a Maquiavelo: “El fin no justifica los medios”, dijo.

 

 

Críticas a las escuchas

Un capítulo especial en el alegato de la fiscalía y la defensa merecieron ayer las escuchas telefónicas ordenadas por el juzgado federal de Dolores. Tanto Joe Stefanuolo –defensor de Tomás Simonelli y Claudio Coppola–, como Mariano Cúneo Libarona –de Guillermo Coppola–, sostuvieron que las ordendadas por Hernán Bernasconi fueron lo que en el Derecho norteamericano se conoce como “una excursión de pesca”. O sea, un tanteo de la Justicia sobre la privacidad de determinadas personas, sin contar con pruebas que lo habiliten para indagar en sus vidas.
El fiscal Raúl Perotti dedicó una serie de observaciones al tema. “Dado que las comunicaciones telefónicas y todo lo que los individuos se transmiten por ellas integran la esfera de la intimidad personal y se encuentran alcanzadas por la protección del artículo 19 de la Constitución nacional, los jueces deben ser sumamente cuidadosos al disponer la intervención de llamadas telefónicas”, dijo. Recordó que siendo la escucha “una medida limitadora de un derecho fundamental” es obligatorio para el juez “consignar las causas que determinan” esa decisión, y que éstas “posean aptitud para legitimar” la orden. “Debe tratarse de una sospecha fundada en pruebas obtenidas legalmente, y no en declaraciones falsas y en tareas de inteligencia inexistentes”, opinó en relación con esta causa.


Maradona promete un juicio

En sus declaraciones de ayer Diego Maradona fue corto y claro. “Juicio al Estado va a haber”, dijo. “Y qué juicio...”, remató, en alusión al monto por que él y su representante Guillermo Coppola demandarán al Estado por haber sido víctimas de las irregularidades provocadas por un juez federal. Diego pudo ayer por primera vez entrar en la sala de audiencias donde se juzga a su amigo. Lo hizo acompañado por Claudia Villafañe y la pareja del manager, la vedette María Fernanda Callejón. Maradona se aburrió con los alegatos. Y sufrió el calor en un salón más estrecho que un aula. Cada tanto, con unos papeles de la defensa, apantalló a su mujer, como con un abanico, y luego al hermano mayor de Coppola. A los jueces se les iban los ojos en tan preocupada actitud.
“Todo esto es una farsa que se armó para cagar a la gente”, despotricó Diego al salir de los Tribunales de Comodoro Py, antes del fin de la jornada. Dijo que “quisieron hacer pasar como delincuente” a su representante y que no tuvieron “con qué”. Durante la audiencia Maradona fue del calor al sueño, como la mayoría de los presentes. Adormecido se apoyó varias veces en la cabeza de su mujer. Otras tantas la abrazó y la besó tierno. En un cuarto intermedio se metió a la cocina del buffet del edificio, en el noveno piso, donde junto a los gastronómicos se tomó un café con leche.


 

LA AGENDA INCAUTADA QUE DISPARO LA CAUSA COPPOLA
Ni sombrero le dejaron al detenido

Por C. A.

t.gif (862 bytes) Carlos Fassari regresaba de Pinamar a la ciudad de Buenos Aires en su Ford Escort, un caluroso 22 de febrero de 1996. A la altura de Castelli, en el destacamento de Cerro La Gloria se terminó la paz que conocía. Y según lo dicho ayer por el fiscal Raul Perotti, también allí es que terminó la de Guillermo Coppola, porque ese sería el verdadero génesis del caso del escándalo. Fassari fue detenido en un procedimiento antidrogas, a la sazón irregular, en el que el elemento que más interesó al juez Hernán Bernasconi, al frente del operativo, fue una agenda en la que fueron subrayados entre otros los nombres de Guillermo y Natalia Coppola. “A Bernasconi se lo veía muy entusiasmado con la agenda, al punto que se la llevó”. Y a Fasssari le costó más de un año recuperarla.
Carlos Fassari ha recuperado cierta tranquilidad, pero muy lejos, en la India, como devoto de Sai Baba. Por eso no estuvo presente como testigo en el juicio oral por el caso Coppola. Sin embargo, su testimonio fue rescatado por el fiscal Perotti y se convirtió en la pieza clave para la denuncia que realizó ayer contra el juez Bernasconi. En su alegato Perotti sostuvo que el comienzo de la causa no es otra cosa que “el blanqueo de los teléfonos contenidos en la agenda de Fassari”. En criollo, Perotti cree que al juez se le ocurrió otro de sus espectaculares procedimientos solo por el hecho de encontrar ciertos numeros de personajes que eran pasibles, por algunas características de su imagen pública, de ser acusados de narcotráfico.
Carlos Fassari estuvo casi 20 días preso. “Nótese –resalta el fiscal en su acusación– que el mismo día que Bernasconi interviene los teléfonos (de Coppola), excarcela a Carlos Fassari, lo cual muestra a las claras la íntima relación que tuvo un suceso con el otro.” En esas tres semanas de detención la familia Fassari pudo ver por TV su apellido repetido decenas de veces bajo titulares como “Importantísimo cargamento de éxtasis”. Según las noticias el operativo del que fue presa había sido la conclusión de una investigación de meses. Lástima que después de los análisis de las 300 pastillas de determinó que no eran más que medicación homeopática para dietas.
Lo de Fassari fue un calvario. El 22 de mayo de 1997 denunció ante la Cámara Federal de Mar del Plata que después de allanado su departamento porteño desaparecieron su televisor, la video, el equipo de música, CDs, ropa. Había traído sombreros de un viaje a Miami. Los vio por TV en las cabezas de los policías Daniel Diamante y Antonio Gerace. También vaciaron su departamento de Pinamar. Le robaron hasta un despertador. Cuando fue a denunciar el hecho a la comisaría de esa ciudad lo atendió el policía Gustavo Prellezo: sobre su escritorio marcaba la hora su reloj perdido.

 


 

Bernasconi, cada vez más cerca de terminar preso

Por Fernando Almirón

t.gif (862 bytes) El destino del juez federal de Dolores, Hernán Bernasconi, podría quedar sellado el próximo 7 de julio cuando la Cámara alta se pronuncie a favor de su destitución. Los senadores oficialistas, los únicos empecinados en defender al polémico magistrado durante el dilatado proceso de juicio político que se le sigue en el Congreso, no están dispuestos ahora a pagar el costo de absolverlo de culpa y cargo, después de que el fiscal Raúl Perotti solicitara –ante el tribunal que entiende en la causa Coppola– poco menos que la cadena perpetua del juez, al argumentar la nulidad de la causa iniciada por Bernasconi contra el manager de Diego Maradona. “La sensación térmica en el bloque cambió de la absolución a la destitución”, le aseguraron a Página/12 en el despacho de un importante senador justicialista. En los Tribunales de Comodoro Py temen que el magistrado se fugue del país antes de que se disponga su detención, que debería hacerse efectiva en cuanto pierda sus fueros.
Pese a las acusaciones formuladas contra él por la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, Hernán Bernasconi logró hasta ahora dilatar su enjuiciamiento en Senadores y seguir al frente del juzgado en el que supuestamente cometió los delitos que se le imputan, ya que por primera vez en la historia un magistrado procesado no fue suspendido en sus funciones. Bernasconi fue acusado por la Cámara baja de mal desempeño de sus funciones, posible comisión de delito y asociación ilícita.
Ahora Carlos Ruckauf ya está en condiciones de fijar la fecha en la que se le dictará sentencia después de un proceso que se inició el 19 de diciembre de 1997 con el pedido de juicio político por parte del juez Gabriel Cavallo. Si se lo encuentra culpable, será destituido e irá preso. Esto podría ocurrir, según indican en el Senado, el miércoles 7 de julio: 16 meses después de iniciado el proceso.
Los senadores del oficialismo esperaban el desenlace en la Justicia de la causa que se le seguía a Guillermo Coppola para llegar a una decisión: quitarle a Bernasconi el apoyo político del que gozó hasta hoy. El juez de Dolores llegó a ocupar ese despacho gracias a su vieja militancia en el peronismo, estuvo secuestrado a fines de 1976 y después se vio obligado a un prolongado exilio.
“No estamos dispuestos a entregarle a la oposición un juez del peronismo”, decían quince días atrás los senadores oficialistas. “Hay que esperar a ver cómo se desarrollan las cosas en la Justicia”, aseguraban una semana después, ya más cautos. “La sensación térmica sobre el voto justicialista no alegrará al juez”, pronosticaban ayer.
“No es un hombre de la Justicia, esto esta claro”, aseguraban en los Tribunales de Comodoro Py, donde esperan el primer minuto de Bernasconi sin fueros para trasladarlo esposado a una celda. La ausencia de una carrera judicial y su llegada a un juzgado federal de la noche a la mañana no lo ayudaron para cultivar amistades en el familia judicial.
“Lo único que falta ahora es que Bernasconi se vaya del país antes de conocer la sentencia del Senado”, señaló un hombre de Tribunales, conocedor de la causa. “El juez Cavallo lo quiere procesar por privación ilegítima de la libertad agravada y reiterada, asociación ilícita y mal desempeño de sus funciones, entre otros cargos”, enumeró la fuente. La acusación de Cavallo en la causa por la que fue detenido el ex futbolista Alberto “Conejo” Tarantini, en la que también están involucrados los ex policías Antonio Gerace y Gustavo Diamanate, fue la que condujo al juicio político de Bernasconi. Se cree que hay una gran similitud entre este proceso, que el mes próximo iniciará el Tribunal Oral Nº 5, y el que fue declarado nulo ayer, que involucraba a Guillermo Coppola.

 


 

UN JUEZ QUE CONTABA CON SU PROPIO JEFE DE PRENSA
La cruzada contra ricos y famosos

t.gif (862 bytes) Los ricos y famosos le devolvieron las cámaras. La Fiscalía sintetizó en el alegato de ayer el malhumor de los astros: acusó al juez Hernán Bernasconi de “buscar notoriedad a través de los medios de comunicación”. Con el nunca declarado afán de promoverse políticamente, Bernasconi se empecinó desde enero del ‘96 en capturar a ricos y famosos. El origen de la carrera contra las estrellas coincidió con sus megaoperativos en busca de pastillas de éxtasis: la mayoría resultó un fiasco. La obsesión por las cámaras fue ilustrada en el juicio por una periodista de Gente que declaró que, en aquel momento, más de la mitad de las notas de temporada de la revista eran policiales: se trataba de procedimientos ordenados por Bernasconi. Por añadidura, la prensa conocía los operativos antes que la policía. Su juzgado fue el único en el que existió un virtual jefe de prensa.
La directora adjunta de Gente, Gabriela Coccifi, declaró en el juicio oral como testigo de la defensa. “La temporada cubierta por la revista en enero y febrero del ‘96 fue atípica”, dijo. “A través del periodista Miguel Braillard, de la revista, supe que el juzgado de Bernasconi avisaba los operativos antes que a la policía”, declaró. La defensa hizo hincapié en la coincidencia recurrente entre esos operativos y la presencia de las cámaras.
Ese verano el juez había ordenado la detención del primer famoso: el manager de modelos y publicista platense Carlos Ferro Viera, en el boliche Ku, de Pinamar, con diez dosis de éxtasis. Después del escándalo en torno de Coppola, esa causa caía por los mismos motivos que fue cayendo la del manager. El 18 de febrero, en un megaoperativo, Bernasconi hallaba 133 dosis en el supermercado El Gran Marco Polo, de Pinamar, del empresario Eduardo Odriozola. La Cámara revocó la prisión preventiva dispuesta por Bernasconi. El supuesto éxtasis no era tal.
Pero la caza de ricos y famosos siguió: ese mismo febrero, Charly García terminó en el Juzgado de Dolores por haber ironizado que “mejor que sol sin drogas, es drogas sin sol”. En marzo fue detenido Alberto Tarantini con 16 pastillas que fueron publicitadas como éxtasis, aunque terminaron no siendo esa droga.
Más tarde, otro equívoco: el allanamiento a Carlos Fassari, hijo de un diplomático. Fue acusado por Julieta Lavalle de comercializar éxtasis. Aunque se probó que la casa allanada no era de Fassari, la policía que trabajaba para Bernasconi encontró droga. Fassari dijo que los medios llegaron allí media hora antes que los hombres de Bernasconi.

 

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