Por Julio Nudler
¿Por qué Repsol compró
YPF y no YPF a Repsol? Quizá sea por lo mismo que Claudio Piojo López fue
vendido a España y ningún club argentino adquirió a Raúl González, la estrella del
Real Madrid. De algo al menos no se duda: la petrolera hispana no se tragó a la que
fundó Mosconi por ser aquélla mejor empresa. Muchos opinan que es exactamente al revés:
la peor compañía se alzó con la mejor gerenciada (¿de nuevo el caso
Iberia/Aerolíneas?), y ni siquiera intervino una cuestión de tamaño, ya que Yacimientos
es más grande. Las diferencias que realmente contaron fueron otras. Primera y principal,
válida para este y muchos casos más, la brecha en el costo del dinero. Si una compañía
del primer mundo tiene acceso a enormes cantidades de crédito a una tasa de interés que
no llega a la mitad de la que debe pagar la mejor firma argentina que pueda imaginarse, lo
lógico y normal es que sea aquélla la que pueda devorarse a ésta, y muy difícilmente
al revés. La plata para comprar YPF es deuda que Repsol tomó a menos del 4 por ciento
anual de interés. Este dato explica más que cualquier otro la operación. Pero hubo algo
más, en este caso específico: la decisión política del gobierno de Carlos Menem, que
facilitó la desnacionalización de la mayor empresa del país, contrariando incluso la
oposición del equipo gerencial de la empresa. Notable diferencia con la actitud del rey
Juan Carlos, que no tuvo reparos en hacer valer sus buenos oficios en favor de sus
súbditos.
YPF no es la primera empresa argentina que pasa a manos extranjeras, y en realidad ya
había pasado en cuanto a los tenedores de sus acciones, cotizadas en Wall Street, pero al
menos conservaba su comando ejecutivo y estratégico en la Diagonal Norte. Ya como firma
privada no actuaba en función de prioridades sociales ni nacionales, a diferencia de lo
que podría exigírsele a una empresa del Estado. Un ejemplo es la exportación de
recursos naturales no renovables, como el petróleo crudo y el gas. Ahora se añadirá la
emigración del control, que se mudará del Plata al Manzanares, con todo lo que esto
pueda implicar. Entre otras consecuencias, la posible supresión, en la lista de
proveedores, de pymes argentinas, para dejarles lugar a otras españolas, más allegadas a
Alfonso Cortina y demás conductores de Repsol.
Si es verdad, como algunos sostienen, que para ser del primer mundo un país debe tener
algunas compañías globales, la Argentina se aleja de ese presunto objetivo con la
desnacionalización de YPF. Más allá de la responsabilidad política del Gobierno, que
le abrió la puerta a Repsol, existen dos maneras diferentes de haber prevenido esta
transferencia. Una es la de establecer restricciones a los movimientos de capitales,
cerrando defensivamente la economía en ese aspecto, como hizo Malasia. La otra, haber
superado la categoría de país emergente, logrando el denominado investment grade (grado
de inversión), lo que supondría un riesgo-país mucho menor y, consecuentemente, una
tasa de interés más baja. Esto conduce a preguntarse por qué la Argentina sigue siendo
sólo un mercado emergente, cuestión para la cual pueden hallarse respuestas diversas,
muy teñidas de ideología.
Además de criticar filosófica o políticamente la decisión oficial de transferirles a
los españoles la porción de YPF que había retenido el Estado, o sin siquiera ver nada
censurable en ello, muchos afirman que el Gobierno remató su paquete a un precio muy
bajo, y hay también sospechas de corrupción, alimentadas por la intervención de algunos
personajes históricos del menemismo. En este último sentido, la operación YPF pasaría
a ser un eslabón más de la larga cadena de negocios turbios vinculados a las
privatizaciones, a las que se presentaba sin embargo como el gran remedio contra la
corrupción. Pero si Yacimientos se vendió barato, la pregunta es por qué vale tanto, el
mismo interrogante que puede plantearse en torno de los casi 1300 millones de pesos
embolsados con la reciente licitación de bandas de PCS. Aunque con variantes en cada
caso, vale una respuesta común: el valor de estos negocios es tan grande porque a
quieneslos controlan se les garantizan condiciones restringidas de competencia. Si los
mercados funcionaran comme il faut, las porciones en subasta valdrían menos, y el
consumidor argentino se sentiría más protegido.
Tampoco será envidiable la posición de los gobernantes que asuman en diciembre.
Manejarán un Estado enano, desde el que deberán negociar con grandes multinacionales y
compañías despersonalizadas que se alzaron con el control de casi todos los sectores.
Sus interlocutores no serán los dueños ni los grandes ejecutivos de los cuarteles
centrales, sino apenas gerentes locales, de estrecho margen de decisión. Duhalde o De la
Rúa y sus ministros tendrán que volar muchos kilómetros para hablar con los dueños del
circo, o al menos con domadores y trapecistas.
LA COMPRAVENTA MAS IMPORTANTE DE UNA EMPRESA
LOCAL
Nunca tantos dólares juntos
Por Claudio Zlotnik
La adquisición de YPF
por parte de Repsol se constituyó en el negocio de compraventa de empresas más
importante de la historia argentina. Hasta anteanoche, la española se había apoderado
del 47 por ciento del paquete de la petrolera que estaba en manos de inversores locales y
extranjeros y del Estado. Sumado al 14,99 por ciento que había adquirido en enero, Repsol
ya se había asegurado el 62 por ciento de YPF, lo suficiente para tomar el control de la
compañía. Hasta ahí, el monto de la operación ascendía a 9440 millones de dólares.
Nunca antes se pagó tanto por una empresa local. Pero en la city suponen que ayer, el
último día que los inversores tenían para desprenderse de papeles, Repsol aumentó
todavía más su participación en YPF.
Las cifras provisionales dadas por Repsol sorprendieron a los analistas de la city. En
virtud de la buena oferta realizada por los españoles, de 44,78 dólares por cada
acción, que incluso fue apoyada por el propio directorio de YPF, en el microcentro
creían que la petrolera extranjera iba a absorber la totalidad de los papeles circulantes
de YPF, y no el 62 por ciento informado a pocas horas del cierre de la oferta pública. Se
sabe que tanto el Gobierno como las provincias de Santa Cruz, Mendoza y Chubut entregaron
a Repsol el 10 por ciento que, en total, aún retenían de la ex empresa estatal. Y que
por ese concepto recibirán unos 1580 millones de dólares (838 millones Economía y otros
743 millones las provincias). En tanto, las AFJP se habrían desprendido del 2,46 por
ciento de YPF, por el que percibirán unos 390 millones.
Sin embargo, el consenso entre quienes siguieron de cerca la operación era que algunos
fondos de inversión estadounidenses que en total poseían casi el 60 por ciento de
las acciones de YPF habrían esperado hasta último momento para vender su parte,
especulando con la posibilidad que apareciera una nueva oferta superadora de la realizada
por Repsol. Y que por esta razón parte de sus tenencias no aparecen en el balance
confeccionado anteayer por Repsol. No obstante, también hay quienes suponen que, pese a
lo atractivo de la propuesta de la española, podría ser mejor negocio retener las
acciones para recibir los dividendos que vaya dando YPF de la mano de sus nuevos dueños.
Según las especulaciones de los expertos, Repsol podría dominar hasta el 80 por ciento
de la ex estatal.
En todo caso, la noticia que Repsol ya se aseguró el control de YPF llevó euforia a la
Bolsa. El índice de acciones líderes MerVal se elevó 2,1 por ciento y se pactaron
negocios por 67,1 millones de pesos, el doble del promedio transado en las ruedas de las
últimas semanas. La suba que contrastó con los signos negativos que ayer se dieron
en los principales recintos bursátiles de América y Europa tiene su explicación:
los financistas no hicieron otra cosa que reinvertir parte de los fondos que a partir del
próximo lunes empezarán a cobrar de Repsol por haberle entregado acciones de YPF. Si se
confirma que la española tomará el control de YPF sin la necesidad de adquirir el ciento
por ciento de las acciones, también será menor la obligación de endeudarse para hacer
frente a los pagos en efectivo.
Un monopolio conversado El secretario de Energía, César Mac Karthy, señaló que para evitar una
configuración monopólica en la venta de YPF a Repsol, ante la demora en la sanción de
una ley en la materia, el Gobierno conversa con la compañía para evitarlo, porque
las consecuencias pueden ser luego peores para la propia empresa.
El jueves último, el Ministerio de Economía difundió un plan de ventas de activos que
exigió a la petrolera española que realice tras la toma del control de YPF. El
funcionario admitió que la falta de una ley antimonopolio le resta instrumentos al
Gobierno para intervenir en estas circunstancias, pero aseguró que el Gobierno no
permitirá situaciones de abuso de posición dominante alguna.
Si hubiese existido (la ley), no estaríamos discutiendo esta situación
ahora, expresó. La norma era votada anoche en el Senado, pero con modificaciones al
proyecto aprobado en Diputados, con lo que volverá a la Cámara baja. Mac Karthy señaló
que el el Estado está tratando de que la fusión entre Repsol e YPF no incremente
la actual participación de YPF en el mercado de hidrocarburos en el país, ya sea en el
caso del gas como en el de la comercialización de naftas.
Al respecto, recordó expresiones del propio presidente (de Repsol, Alfonso)
Cortina, en el sentido de que la empresa está dispuesta a desprenderse de activos para no
tener una posición dominante superior a la que tiene YPF en estos momentos,
puntualizó. Los términos de las exigencias de Economía habían sido previamente
acordados con la empresa española. |
Pérez Companc desaparecerá, pero
antes va a hacer un gran negocio
Negocia con Repsol la adquisición
de 650 estaciones de servicio y sus participaciones en dos refinerías, para luego
ofrecerse en venta como empresa integrada, a mayor valor.
Alfonso Cortina, presidente de Repsol y
artífice de la operación de compra de YPF.
Cumplirá el compromiso con el Gobierno de disminuir su posición dominante mediante una
operación con Pérez. |
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Por Raúl Dellatorre
El cierre de la
operación de compra del paquete mayoritario de YPF por parte de Repsol cierra una etapa
en el negocio petrolero argentino y abre otra. Y en esta nueva que hoy se inicia, el
primer capítulo podría ser el ensanchamiento de las operaciones de Pérez Companc al
negocio de la venta de combustibles, para su posterior venta como empresa integrada
producción, refinación y comercialización. A esta ingeniería de negocios
no será ajena la empresa española, con la que ya está en tratativas: Repsol le cedería
a Pérez las 650 estaciones de servicio de Eg3 y las participaciones de sus empresas en
las refinerías San Lorenzo (Santa Fe) y Campo Durán (Salta).
Pérez Companc va a desaparecer, pero antes de hacerlo va a tejer un negocio con
Repsol que aumentará sensiblemente su valor de mercado, confió un ex funcionario
del actual Gobierno a Página/12. El jueves pasado, el Ministerio de Economía emitió un
comunicado en el cual especificó el plan de ventas de activos acordado con Repsol, para
reducir su posición dominante en el mercado de hidrocarburos y combustibles tras la
captura de YPF. Dicho plan contempla reducir del 60,7 al 43,6 por ciento la disponibilidad
de la producción nacional de gas natural, reducir en 10 puntos su participación en el
mercado de combustibles y en 4 puntos su porción en la capacidad instalada de
destilación en el país.
Pero una cláusula adicional deja abierta la puerta a la operación en ciernes: inhabilita
a Esso y Shell para adquirir las estaciones de servicio que deberá ceder Repsol-YPF. El
argumento es que estas empresas ya poseen más del 10 por ciento cada una en la venta de
naftas, por lo tanto se alienta a que entre un nuevo actor en ese selectivo club.
Sin competidores entre los operadores locales, Pérez Companc inició las tratativas con
directivos de Repsol para quedarse con las estaciones de servicio. Desde hace un par de
meses, circula la versión de que la empresa presidida por Oscar Vicente está en la
búsqueda de un comprador. Su repentino interés por ingresar al mercado de
comercialización de combustibles, sin embargo, no sería contradictorio con aquella
intención de venta.
A través de la incorporación a su patrimonio de 650 bocas de expendio, Pérez Companc
mejoraría sustancialmente su perfil de negocios, al pasar a ser una empresa integrada,
con intereses en los diferentes renglones de la actividad. La operación también
incluiría la transferencia de Repsol a Pérez de las participaciones de la primera en las
refinerías San Lorenzo y Campo Durán, en las cuales la empresa argentina ya tiene
porciones minoritarias de acciones. De ese modo, Pérez podría estar en condiciones de
refinar y comercializar el 70 por ciento de su producción de crudo, valorizando así sus
activos cuando vuelva a ponerlos en venta.
La anglo-holandesa Shell figura, desde hace semanas, como el candidato en primer lugar a
comprar Pérez Companc. Una de las pautas principales para ser competitivo, hoy, en el
mercado de hidrocarburos es integrar las tres etapas del negocio. Shell tiene refinerías
y venta de combustibles en el país, pero su participación en la producción es ínfima.
Fracasó frente a Amoco cuando compitió por la compra de los yacimientos de Bridas, y
ahora vuelve a hacer el intento de llegar a tener pozos propios a través de los que se
dispone a vender Pérez. Pero la operación previa que estarían pergeñando esta empresa
familiar con el poderoso holding español le subiría significativamente el precio a
pagar.
Shell, al igual que Esso, puso el grito en el cielo cuando se vio excluida de la
transferencia de bocas de expendio a que está obligada Repsol. Ahora se ve claramente que
tenía más de un motivo para elevar su queja.
SENADO APROBO LEY ANTIMONOPOLIO PARA
REPSOL-YPF
La megaoperación bajo lupa
Por Pablo Ferreira
El
Senado, contradiciendo la voluntad de la Cámara de Diputados, aprobó anoche por
unanimidad un proyecto de ley antimonopolio que permite que la operación de captación de
YPF por parte de Repsol pueda ser revisada si amenaza la libre competencia. Así lo
explicó ante Página/12 el senador Pedro del Piero, del Frepaso, quien consideró la
decisión de sus pares como un acto de soberanía senatorial. El texto
sancionado por los legisladores de la Cámara baja fue también modificado entre
otros en lo que se refiere a los grandes grupos de comunicaciones. Los senadores
eliminaron el artículo que los exceptuaba del control de la legislación que deberá
tratar Diputados en los próxima semana.
La operación de compra de YPF por parte de Repsol y el control de los monopolios de las
comunicaciones fueron los temas dominantes de la sesión de anoche que se extendió más
de cuatro horas. Al respecto, el radical Luis León, miembro informante y autor de varias
de los cambios aprobados, señaló en su exposición su temor de que la compra de la
petrolera española ponga en riesgo el interés de los consumidores.
Fuentes de la oposición interpretaron maliciosamente la ausencia durante el debate de el
grueso de los representantes del justicialismo. Intentan hacerle pagar el costo a la
Alianza de la demora que implica tener que Diputados tenga que rever el proyecto,
señalaron a este diario. Finalmente todo cerró sin problemas, pese a las grietas que
sufrió el oficialismo en su frente interno, y que amenazaron con dejar sin tratamiento
este proyecto.
Con respecto a la megaoperación de Repsol, la iniciativa legislativa antimonopolio
original señalaba que las grandes fusiones y adquisiciones de acciones deberían ser
notificadas previamente al Tribunal de Defensa de la Competencia. La otra opción que
abría era que en su defecto deberán hacerlo en un plazo de una semana desde la fecha de
conclusión del acuerdo o de la publicación de la oferta. La modificación de los
senadores dejaron establecido un plazo de 90 días para que las empresas notifiquen con el
propósito claro de que la fusión Repsol-YPF quede alcanzada por el marco normativo.
Otra modificación importante permitirá de no ser revisado con sus dos tercios la
Cámara de Diputados que el alcance de la futura ley llegue a las fusiones y
adquisiciones de las empresas que facturen anualmente no 200 millones (como rezaba el
proyecto original) sino 100 millones.
El proyecto en cuestión prohíbe las concentraciones económicas que disminuyan,
restrinjan o distorsionen la competencia, a la vez que prevé la aplicación de multas de
hasta 150 millones de pesos para quienes realicen prácticas monopólicas. El polémico
proyecto de ley antimonopolio viene a actualizar la diluida legislación actual que puso
en vigencia la última dictadura militar. La propuesta que tenía media sanción de
Diputados establece que las fusiones o compras de acciones por parte de una empresa
deberán notificarse con anterioridad al Tribunal de Defensa de la Competencia, cuya
creación está prevista en el articulado, o en el plazo de una semana desde la
conclusión del acuerdo o publicación de la oferta.
Contactos de alto nivel Los contactos entre los gobiernos de España y Argentina que precedieron a la
transferencia de YPF a Repsol se iniciaron a fines de 1996, cuando el rey Juan Carlos I y
el jefe de Gobierno Felipe González le comunican al presidente Carlos Menem el interés
del Estado español en la operación. Dichas gestiones continuaron bajo el gobierno de
José María Aznar, pero se trabaron a principios de 1998 cuando el entonces viceministro
de Economía, Carlos Rodríguez, se opuso a la venta en bloque de las acciones en poder
del Estado (20 por ciento), impulsando su enajenación a través de la Bolsa. Con su
alejamiento, Economía renunció también a la pureza libremercadista. Menem puso al
siempre dispuesto Roberto Dromi a cargo de la resolución legal de la transferencia por
vía directa del paquete accionario, pero sus servicios chocaron con la negativa de
Roberto Monti, presidente de YPF, a modificar los estatutos para posibilitar la
operación. Finalmente, Repsol debió realizar la captura por etapas: compró primero el
14,99 por ciento de las acciones al Estado y luego ofertó por la porción restante. Hoy
le pone el moño a la operación. |
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