El País de Madrid
Por José Comas Enviado especial a Prizren El general de brigada Fritz
von Korff, que manda las tropas alemanas de la fuerza internacional de paz para Kosovo
(Kfor), expresó ayer su preocupación a los ministros alemanes de Asuntos Exteriores,
Joschka Fischer, y de Defensa, Rudolf Scharping, por la falta de policía y de jueces para
hacer frente a la criminalidad en Prizren y su región. Los dos ministros alemanes
visitaron ayer Prizren y sus alrededores para recibir sobre el terreno una primera
impresión de la situación. Al mismo tiempo, el general alemán advirtió a los
políticos que los sueldos del personal administrativo que se quedó en sus puestos en
Prizren sólo cubre los próximos 10 días.
Los 2200 soldados alemanes destacados en Kosovo no dan abasto para hacer frente a todos
los problemas de una administración derrumbada tras la marcha de los serbios, que
ocupaban casi todos los puestos en el aparato burocrático de Kosovo. El sargento primero
Johann Fritsch se lamentaba estos días: Esto es peor que al final de la guerra
mundial. Entonces quedaba la administración civil de los nazis, pero aquí no hay
nada.
Prizren es una especie de ciudad sin ley. Circulan cientos de vehículos sin matrícula
alguna; atraviesan la frontera coches procedentes de Albania, sin el menor control de
pasaportes; regresan hasta 25.000 refugiados cada día, sin presentar papeles de los que
casi con seguridad carecen. Por añadidura, se producen crímenes y saqueos, que corren el
riesgo de quedar impunes.
Un oficial alemán reconocía que carecían de mandato jurídico para actuar y de base
para intervenir contra los criminales y llegó a admitir que, si se cometía un asesinato,
era probable que tuviesen que soltar al asesino.
La premonición casi se cumple. Un individuo asesinó a hachazos a una anciana serbia y
dejó malherido a su marido. Las fuerzas alemanas no lograron capturar al autor, pero en
Prizren tampoco habría jueces para ordenar su encarcelamiento. Ayer, ante Fischer y
Scharping, el general Von Korff pudo exponerles sus problemas más acuciantes:
Podemos detener a los autores de delitos, pero no hay Justicia a quien entregarlos,
y nos falta una policía con conocimientos del idioma. Falta administración para dar
matrículas de los vehículos y el control de pasaportes en la frontera.
El ministro Fischer declaró en Prizren que tenía sentimientos contradictorios:
(Estoy) contento de ver lo avanzados que estamos, pero al mismo tiempo soy
consciente de los enormes sacrificios que ha costado poner freno a una política
criminal. Por su parte, Scharping señaló: Me siento bien al ver que las
gentes pueden volver a casa, pero al mismo tiempo siento una opresión al ver las casas
destruidas.
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