OPINION
Cultura, hipocresía &
Co.
Por Piero * |
En
su artículo del lunes pasado (Dragún, Mephisto, Arlequinos & Co.),
Carlos Polimeni abrió una discusión apasionante sobre el rol que debemos asumir frente a
la posibilidad de ocupar alguna función pública vinculada con la tarea cultural.
Polimeni marca muy bien la dificultad y el riesgo del desprestigio personal cuando se
acepta asumir un cargo oficial. Estoy de acuerdo, pero me animo a subrayar que
no es lo mismo tratar de realizar una tarea desde la función pública en un gobierno
democrático (quiere decir elegido por el pueblo), a convertirse en una excusa cultural de
un gobierno de facto y, muy especialmente, del Proceso de Reorganización Nacional, que
carga sobre sus espaldas 30 mil muertos.
Sí resulta interesante revisar qué papel debe cumplir un trabajador de la cultura cuando
se le presenta el desafío de poder hacer, desde un cargo.
En mi corta gestión (un año) he tratado de abrir canales plurales y contar con todo el
arco ideológico posible para llevar adelante proyectos al servicio de la comunidad de la
provincia de Buenos Aires. El concepto plural no es una metáfora. Creo que un
gobierno democrático (sea de la Alianza o, como en este caso, peronista), permite ocupar
espacios posibles que el mundo de la creación necesita. No estoy de acuerdo con los
indultos, jamás acompañé proyectos corruptos, ni me monté, en mi condición de
cantautor, sobre modas que me dieran dinero fácil.
Esta ética .-si así podemos llamarla-. me permite afirmar que todo artista que cuente
con la posibilidad de convertirse en un administrador cultural, y se sienta en
condiciones de realizarlo, debe aceptar el desafío, poniendo sobre la mesa una sola
condición: libertad absoluta de gestión y convicción de hacer participar a todos
.-todos-. los artistas de las experiencias y eventos artísticos a desarrollar. En mi
caso, me siento pleno, pues todos los sectores de la creación han participado y lo vienen
haciendo actualmente. Si la solidaridad no resulta un argumento pusilánime, es importante
ponerse al frente de la tarea y trabajar desde los espacios posibles.
No conozco con precisión la labor del fallecido Osvaldo Dragún al frente del Teatro
Cervantes, pero estoy convencido de que un artista cabal tiene la obligación de arriesgar
el prestigio, y enfrentar los prejuicios de ciertos sectores que actúan como
si la cultura fuese patrimonio de un gesto ideológico. Trabajar para la gente
desde la función pública permite devolver lo que la gente le dio al artista (mi caso)
con notable generosidad. Cuando para el funcionario de turno la cultura no es un negocio,
se puede criticar o ponderar una gestión. Pero la democracia es un juego de
posibilidades, que no hay por qué desaprovechar.
Y así, como Polimeni plantea el conflicto ético entre la trayectoria y el gobierno con
el cual se colabora, me permito agregar un ingrediente más a esta tan
apasionante como necesaria discusión. Charly García, en una entrevista que le hizo Radar
hace unas semanas, dejó flotando una afirmación muy interesante: Cuando uno fue
torturador y ahora es vestuarista, no es vestuarista. Es torturador y vestuarista.
(Estoy memorizando y puede haber un error en la textualidad de la frase, pero no en el
concepto.)
Me pregunto, en los últimos años, cuántos nuevos vestuaristas (y esta
consideración se podría extender al mundo de la comunicación y sus representantes)
aparecieron y fueron recibidos con entusiasmo por ciertos prohombres de la comunidad
cultural. Cuántos cómplices del Proceso comparten hoy mesas de reflexión por TV o en
seminarios académicos. Cuántos mecenas culturales compartieron copetines con los
dictadores de turno.
La cuestión, a mi gusto, se debe plantear desde una mirada abarcadora pero no falsamente
generosa. En democracia se trabaja con todos los gobiernos democráticos, desde la
crítica más aguda. Y se colabora honestamente en proyectos posibles que le sirvan a la
comunidad. En lopersonal, cuando termine mi gestión el 10 de diciembre sólo aspiro a que
se diga: Piero trabajó con todos y concretó proyectos culturales al servicio de la
gente. Lo demás es anécdota.
* Subsecretario de cultura de la Prov. de Bs. As. |
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