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El bar de ricos y famosos robaba luz de los vecinos

El gobierno porteño clausuró un tablero del Open Plaza tras comprobar que se habían “colgado” del cableado vecino.

Los inspectores encontraron un tablero que recibía energía desde una conexión trucha.
Según los funcionarios, existe “una total falta de seguridad para los que viven en el edificio”.

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Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) La fiesta menemista se viene apagando, pero también se apagan las luces de su hábitat. Ayer, inspectores de la Dirección de Catastros, técnicos de Edenor y el legislador porteño Abel Fatala, cruzaron las puertas de la confitería 1800 Open Plaza, en Libertador y Tagle, solar del período más fiestero del menemismo, donde se tejieron negocios públicos y la suerte de algunos funcionarios entre gatos y medianoches. El motivo fue la clausura de uno de los dos tableros eléctricos, luego de comprobar que la luz del paquetísimo lugar se había “colgado” del cableado de los vecinos. El Open Plaza pertenece a la Corporación Uno, cuya cabeza visible es Isaac David Jabif, amigo íntimo de Carlitos Menem y el mismo dueño de la disco Junior, de Núñez, que a principios de mes fue escenario de un operativo por ruidos molestos.
A principios de semana, el legislador porteño Abel Fatala recibió un llamado anónimo de uno de los vecinos del edificio de Libertador 1784, denunciando que “los del Open Plaza están colgados de la instalación eléctrica del edificio”. El frepasista Fatala se comunicó con el presidente de Edenor, Francisco Ponasso, y con el gobierno porteño y rápidamente pusieron en marcha el operativo. Ayer a la mañana, un equipo de inspectores de las direcciones de Habilitación y de Catastro, técnicos de Edenor y Fatala, desembarcaron en Libertador y Tagle.
Primero, comprobaron que del medidor principal del edificio salía una conexión trucha que atravesaba la cochera del edificio y desaparecía en un hueco en la pared, coincidente con la medianera del Open Plaza. Comenzó entonces la fase dos: los funcionarios intentaron entrar al local, pero durante dos horas el encargado les cerró el paso. “Fue todo muy infantil -dijo Fatala a Página/12–. Quisieron ganar tiempo para tapar el tablero. Le pusieron una puerta encima, y lo cubrieron con cajones de manzanas. Pero estaba ahí.”
Según el arquitecto Norberto D’Andrea, director de Catastro comunal, “comprobamos la existencia de dos tableros. Uno de ellos habilitado, y el otro que recibía energía desde una conexión entre el medidor principal y el medidor del local. El consumo que marcaba a esa hora de la mañana era muy alto. Se selló la instalación clandestina y se dio un plazo de 72 horas para presentar la documentación en regla. Si no responden, podríamos clausurar el local”. Según los funcionarios, además del daño a Edenor, existe “una total falta de seguridad para los que viven en el edificio”.
El Open Plaza fue, hasta hace unos años para el menemismo, uno de los rincones top para abrochar negocios y política matutinos, y topless nocturnos como moño. Tuvo su época de gloria en la primera mitad de los ‘90. Carlitos Menem Junior llevó a la órbita, como su segundo hogar, el salón VIP ubicado al fondo del local. También, hasta hace unos años, Guillote Coppola y Diegote Maradona armaban allí algunas de sus reuniones semiprivadas. En esa época el OP pasó a ser lo más para el ultramenemismo. Por la mañana y hasta las seis de la tarde, ministros, funcionarios y operadores podían ser encontrados en plena rosca. “Por acá pasaban el Coti Nosiglia, Adelina (D’Alessio), el flaco (Eduardo) Bauzá”, señaló uno de los empleados. En aquellas reuniones matutinas se trazaron las primeras líneas del Pacto de Olivos, y allí, una mañana del ‘94, mientras tomaba un café Matilde Menéndez, recibió el llamado de Bauzá sellando su suerte al frente del PAMI.
“Ahora, para los políticos está venido a menos”, agregó la fuente. “Pero sigue viniendo Raúl Delgado (secretario de Medios de Comunicación), que siempre se reúne con Daniel Hadad a hacer sus negocios, viene Lestelle, el Coco Cascia, periodistas cercanos al poder”. Ayer, no sólo la luminaria política estuvo ausente: también su dueño, David Jabif, y la luz del cartel del frente, la instalación de aire acondicionado y algunas lámparas que daban la pauta de que la noche menemista viene cambiando de color.

 

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