Por Eduardo Videla Por segundo día consecutivo,
una amenaza de bomba paralizó esta vez en forma parcial los subterráneos
porteños. Fue ayer por la tarde, y en esta ocasión el personal de la División
Explosivos de la Policía Federal encontró un artefacto que simulaba ser una bomba pero
que no tenía capacidad para explotar, en un lugar semiabandonado de la estación Plaza de
los Virreyes, de la Línea E. Ese ramal estuvo parado durante dos horas entre esa
estación y avenida La Plata, lo mismo que el Premetro, hasta que el juez federal Adolfo
Bagnasco dispuso rehabilitar el servicio. Fuentes del gobierno nacional atribuyeron el
origen de las amenazas a un conflicto gremial o una disputa interna del
gremio, posibilidad que fue rechazada tanto por Metrovías como por la Unión
Tranviarios Automotor (UTA).
Las amenazas pueden continuar, por la actitud del juez (Facundo) Cubas, que con su
decisión de paralizar (el miércoles) todas las líneas de subte, armó un caos tremendo
y contribuyó a la consumación del delito de intimidación pública, dijo a
Página/12 un miembro del gabinete, que sintetizó la posición del gobierno nacional.
Desde el juzgado de Cubas justificaron la decisión de ordenar la suspensión del servicio
en la necesidad de preservar la integridad física de la gente. El propio juez
fue más allá: anunció que investigará por qué la empresa Metrovías demoró tres
horas en hacer la denuncia policial de la amenaza que había recibido el miércoles (ver
aparte).
Ayer volvió a registrarse una llamada anónima en las oficinas de Metrovías. A
diferencia de la anterior que no precisaba el lugar donde supuestamente se habían
colocado explosivos, se indicaba que la presunta bomba estaba en la estación Plaza
de los Virreyes, cabecera de la línea E en el barrio de Floresta y, a la vez, estación
de transferencia con el Premetro.
Según informó Metrovías, la llamada se registró a las 15.10. Cinco minutos después,
sin consultar a la policía ni a la Justicia, la empresa decidió suspender el servicio a
lo largo de toda la línea. Recién después hizo la denuncia en la comisaría 9ª. A las
15.50, Metrovías habilitó un servicio corto, desde Bolívar en Plaza de Mayo
hasta avenida La Plata. Mientras, los efectivos de la División Explosivos trabajaban en
Plaza de los Virreyes.
La amenaza del miércoles resultó falsa: después de revisar la totalidad de la red, la
policía comprobó que no había ningún explosivo ni nada que se le pareciera. Ayer las
cosas fueron distintas. En un placard metálico abandonado, situado en un área de acceso
restringido de la estación, se encontró un artefacto que, a criterio del juez Bagnasco,
simulaba ser un explosivo. El personal policial determinó que no existía
posibilidad alguna de que ese elemento pudiera estallar.
Eran dos cilindros cerámicos, de unos 30 centímetros de largo cada uno,
interconectados por cables y pegados por una masilla o material plástico. Según me
explicó personal de Metrovías, podría tratarse de material utilizable en los vagones
del subte, precisó Bagnasco a Página/12. Juan Ordóñez, gerente de Comunicaciones
de la empresa, estimó que el elemento hallado podría ser un circuito térmico de los que
se utilizan en el sistema. Habría que determinar si fue colocado adrede o se trata
de un elemento que fue olvidado por algún operario, especuló el vocero.
Bagnasco, en cambio, tiene pocas dudas: el artefacto estaba en un lugar sucio y abandonado
pero no presentaba signos de polvo. De todas maneras, ordenó que se realizaran las
pericias correspondientes.
Llamativamente, en este caso no intervino un juez de instrucción penal, como el día
anterior, sino un magistrado del fuero federal. Al respecto, Bagnasco explicó que los
delitos de amenazas de bombas y de obstrucción del transporte público corresponden a la
Justicia federal. Desde el Gobierno se atribuyó la seguidilla de amenazas a un
conflicto gremial por una discusión salarial, que viene desde hace un mes o un conflicto
interno dentro del gremio, entre la conducción y un sector radicalizado. Tampoco se
descartó la necesidad de Metrovías de tener seguridad gratis, porque el juez Cubas
dispuso custodia en todas las estaciones. Tanto la empresa como la UTA aseguraron a
este diario que no existen conflictos gremiales.
METROVIAS INVESTIGADA POR DEMORAR LA DENUNCIA
El delito de guardar silencio
El juez
de instrucción Facundo Cubas, que investiga las amenazas de bomba en Metrovías
registradas el miércoles, inició una serie de diligencias para determinar si la empresa
incurrió en delito al demorar cerca de tres horas en denunciar la llamada intimidatoria
ante la policía. El juez hizo saber, además, que librará un oficio a la Secretaría de
Transporte para que determine si la compañía que maneja los subterráneos tiene un
plan de contingencia para evacuar las estaciones ante este tipo de emergencias.
Cubas pidió además a la Secretaría de Comunicaciones y, por su intermedio, a la empresa
Telecom, para que rastree el origen de la llamada anónima que el miércoles se recibió
en las oficinas de Metrovías en Federico Lacroze.
Tal como informó ayer Página/12, la llamada se recibió a las 9.20, pero la empresa
recién formuló la denuncia a las 12.45. La secretaria del juzgado, María Eugenia Nieto,
informó a este diario que la seccional 29ª recién notificó al juez a las 13.30, tras
lo cual, Cubas dio inmediatas instrucciones a la División Explosivos de la Policía
Federal para suspender el servicio y evacuar trenes y estaciones. El fax con la
orden, sin embargo, recién se emitió a las 15. Y el cumplimiento de la directiva tampoco
fue inmediato: mientras algunas estaciones se paralizaron a las 16.15, en otras, el
servicio se mantuvo hasta las 17.20.
Al respecto, Juan Ordóñez, vocero de Metrovías, explicó a este diario que la empresa
actuó de acuerdo con las normas internacionales ante este tipo de casos.
Justificó la demora en formular la denuncia en que primero se dio intervención al
personal de seguridad de la empresa, que hizo las averiguaciones correspondientes.
¿Por qué hoy (por ayer) actuaron con un criterio diferente? preguntó este
diario.
Porque las características de la denuncia eran distintas argumentó el
funcionario, sin dar más detalles, según dijo, por cuestiones de seguridad.
El episodio, que generó aglomeraciones de pasajeros en las paradas de colectivos, durante
dos horas, generó preocupación en las autoridades porteñas. El ombudsman adjunto Rafael
Veljanovich recomendó a Metrovías la adopción de planes de emergencia que contemplen la
evacuación de usuarios, empleados y operarios ante casos de amenazas de bombas como el
registrado ayer.
TEMOR POR QUE VUELVA A SUCEDER
Miedo, pero a la rutina
La
amenaza de bomba que hizo que se interrumpiera el servicio en la línea E causó más
fastidio que miedo. Hay gente que no puede ir al trabajo o volver a su casa,
negocios que no venden. Lo único que se generan son problemas, se quejó Bety,
dueña de la relojería ubicada en la galería de la estación Plaza de Virreyes. Pasada
la sorpresa del miércoles, usuarios, empleados y comerciantes vivieron la intimidación
con la resignada sensación de que esto empieza a convertirse en una rutina.
Pablo tiene 26 años y trabaja en la imprenta de la galería. Para él, la situación fue
normal. ¿Cuántas amenazas hubo ya? ¿Cuántas más van a haber? Si
quieren poner una bomba no avisan, arriesgó divertido mientras curioseaba entre la
maraña de periodistas que trataban de hablar con el juez federal Adolfo Bagnasco. Los
negocios fueron desalojados desde las tres de la tarde hasta pasadas las seis. Los más
jóvenes pasaron el tiempo jugando con un metegol instalado en la entrada.
Angélica viaja diariamente entre Soldati y Olivos, ida por la mañana y vuelta por la
tarde. Ayer su trayecto se interrumpió en la estación La Plata. Allí tuvo que tomar un
colectivo hasta Virreyes. A las seis, esperaba que se reanudara el servicio del Premetro.
Si sabía que se trataba de una amenaza de bomba no venía, pero ahora ya se me
pasó el miedo, dijo.
En la estación La Plata, donde se interrumpía la línea E, un par de jóvenes vestidos
de azul con una pechera verde fosforescente orientaban a los usuarios y desalojaban los
vagones. Metrovías informa que por problemas ajenos a nuestra voluntad el servicio
de la línea E se encuentra limitado entre las estaciones Bolívar y La Plata, se
anunciaba desde un altoparlante. Los empleados de la empresa aseguraban no
saber a qué se debía la interrupción del servicio.
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