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Más vale prevenir que curar: esa es la nueva política de Estados Unidos frente a la amenaza del terrorista islámico Osama bin Laden. Luego de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania ocurridos hace menos de un año en los que murieron 224 personas y por los que la Casa Blanca acusa a Bin Laden, Washington dispuso el cierre temporario de sus representaciones diplomáticas en Gambia, Togo, Madagascar, Liberia, Namibia y Senegal. El gobierno dispone de informaciones concretas sobre individuos sospechosos que vigilaban algunas embajadas, dijo ayer el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, James Rubin. Gran Bretaña también cerró sus representaciones en estos países, excepto las de Togo y Liberia. Hace dos semanas, citando fuentes de inteligencia norteamericana, la cadena ABC había afirmado que Bin Laden preparaba un ataque contra un blanco estadounidense en alguna parte del mundo. A principios de este mes, las informaciones que circulaban como rumores eran más precisas: se habían interceptado comunicaciones telefónicas que indicaban movimientos de supuestos terroristas y de materiales para construir bombas hacia algunos de los países mencionados. Las filmaciones del frente de la embajada norteamericana en Mozambique (país limítrofe con Tanzania) habían mostrado a un automóvil estacionado cerca de allí que huyó rápidamente cuando la policía se acercó a investigar por qué se había detenido. En los atentados contra las embajadas en Kenia y Tanzania se usaron coches-bomba. Las prevenciones en las embajadas norteamericanas y británicas comenzaron luego de estos atentados y se intensificaron durante los días posteriores a la represalia norteamericana. Dos semanas después de las explosiones, Estados Unidos atacó supuestas bases de armamento y de entrenamiento de las organizaciones terroristas financiadas por Bin Laden en Sudán y en Afganistán, donde reside en la actualidad. En el caso de Gran Bretaña, sus representaciones diplomáticas están en la mira de Bin Laden desde que Londres apoyó estos ataques norteamericanos y desde que colaboró con la Casa Blanca en los últimos ataques contra Irak en diciembre pasado. El grupo islámico Al Qaeda, vinculado a Bin Laden según fuentes occidentales, lanzó recientemente una amenaza a las dos potencias acusándolas de querer ocupar los sitios sagrados del Islam en Arabia Saudita. Actualmente, el supuesto terrorista Khaled al-Fawwaz, detenido en Londres, enfrenta un pedido de extradición de Estados Unidos por las bombas de Kenia y Tanzania. Anteayer, Gran Bretaña y Sudán habían anunciado que sus representaciones diplomáticas volverían a Jartum y a Londres, luego de que fueran retiradas por pedido expreso de Sudán, después de los ataques norteamericanos contra ese país. Osama bin Laden es hijo de una familia multimillonaria de Arabia Saudita. Al frente de la guerrilla islámica de los mujaidines, Bin Laden fue aliado de Estados Unidos durante la ocupación soviética de Afganistán. Cuando el Ejército rojo se retiró del país, declaró la guerra a Occidente. Según el FBI y la CIA, Bin Laden está detrás del atentado al World Trade Center de Nueva York, ocurrido en 1993, y de la matanza de Luxor, en Egipto, donde murieron 58 turistas en 1997.
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