Felipe González discutía con el primer ministro griego la intervención militar en los Balcanes. "No es de socialistas bombardear", criticaba el griego. "Debíamos terminar con la limpieza étnica", defendía Felipe. El brasileño Leonel Brizola, que los escuchaba, también intervino: "Nosotros también tenemos problemas étnicos". González lo miró azorado y buscó no ser cortante: "Mi querido Leonel, estamos hablando de limpieza, no de inmigración".
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