Por Pablo Rodríguez De acuerdo, George Bush
Jr. es como un gran surfer. Hace piruetas muy lindas sobre las olas. ¿Pero qué va a
hacer cuando llegue a la playa? Al Gore no es un buen surfer, pero sabe cómo tratar a las
chicas en la playa. Así, con esta comparación tan afín a la costa de California,
Rick Ridder, el principal consultor de imagen del vicepresidente norteamericano Al Gore,
describe a su producto. Cuando aún no se han realizado las primarias
presidenciales, los republicanos (con George Bush Jr., gobernador de Texas) y los
demócratas (con Gore) parecen tener ya a sus candidatos para las elecciones del 2000.
Gore es como Bush padre: un candidato no demasiado convincente pero apoyado por el éxito
económico de la administración de la que fue vicepresidente. Bush Jr. tiene carisma pero
debe distanciarse de la extrema derecha republicana, que terminó perdiendo los comicios
parlamentarios de noviembre pasado. En una entrevista con Página/12, Ridder repasa la
presidencia sinuosa de Clinton y las posibilidades de un Gore que, al presentarse como
candidato, calificó de imperdonable lo que hizo su compañero de equipo. Se
refería, claro, a las virtudes amatorias del presidente con una pasante de la Casa
Blanca.
¿En qué medida Al Gore debe separarse de Clinton?
Por un lado, existen aspectos de Gore que hay que enfatizar: sobre todo, su lealtad
a la familia. Gore debe recalcar todo el tiempo que sus valores en este sentido son
diferentes de los de Bill Clinton. Pero por otro lado, Gore es parte del equipo de
Clinton. Y en este momento, por ejemplo, tenemos que sacar partido de la victoria en
Yugoslavia.
¿La victoria en Yugoslavia?
Bueno, llamémoslo el éxito en Yugoslavia. Otra cuestión fundamental de la que
debemos sacar ventaja es del crecimiento de la economía. En un nivel más general, pienso
que el objetivo más importante que tenemos por delante es cómo desarrollar una campaña
electoral durante más de un año, con un Clinton que seguirá siendo presidente y un Gore
que estará luchando por serlo. Esto es lo que generará puntos conflictivos. Gore tendrá
que diferenciarse de Clinton. Y Clinton seguramente se apartará de Al Gore y también de
Hillary. Esto generará confusión.
¿Cómo son las relaciones actuales entre Clinton y Gore?
Muy buenas. Al menos hasta donde yo sé. Clinton fue muy claro: quiere que Gore lo
suceda en la presidencia de Estados Unidos.
¿Y esto es bueno o malo para Gore?
Es bueno y es malo. Hay mucha gente a la que no le gusta Clinton.
Evidentemente, estamos hablando de las consecuencias del Sexgate. ¿Cómo influirá
el escándalo de Monica Lewinsky en la campaña de Gore?
Al Gore tiene una vida familiar muy fuerte y muy conocida por todos.
Clinton también ha criticado a Gore. ¿No puede terminar en una pelea abierta que
termine perjudicando a los dos?
El hecho de que Clinton critique algunos aspectos de la campaña de Gore favorece al
mismo Gore: hace que se diferencien. Creo que Clinton está muy decidido a apoyarlo y que
las críticas son una estrategia muy buena para ayudarlo. Pero hay que tener cuidado: se
trata de una línea muy peligrosa. Por el momento, Clinton puede gozar de su buen momento.
Pero a medida que se acerquen las elecciones, deberá ceder el protagonismo a Gore.
¿Pero no puede ocurrir que Bush, con su carisma, convenza al electorado de que él
también significa la continuación de la política económica?
Gore es parte del equipo que maneja la economía norteamericana. Gore va a decir:
Cuando asumimos el gobierno del país, había 150 mil millones de dólares de
déficit anual. Ahora hay superávit. Gore va a decir: Cuando asumimos el
gobierno del país, las tasas de interés estaban en el nivel más alto en mucho tiempo. Y
ahora fueron reducidos al 20 y el 30 porciento anual. Luego de unos cuántos
cuando asumimos..., Gore rematará diciendo esto es lo que nos dejó
George Bush. ¿Quieren volver allí?.
¿Considera que ocho años de gobierno no significará ningún desgaste?
Franklin Roosevelt estuvo en la Casa Blanca durante 16 años. Creo que, como decimos
en Estados Unidos, el electorado aún no está preparado para el cambio. Además, hay que
discutir de qué cambio se trata. Si continúa la influencia de la extrema derecha dentro
del Partido Republicano, esto afectará la credibilidad de Bush Jr. Tendrá que reconocer:
Sí, soy conservador, pero luego deberá presentarse como un conservador
moderado. ¿Por qué? Porque el electorado norteamericano ahora rechaza a la extrema
derecha. A mí me gusta Bush, y no parece estar tan cerca de la extrema derecha como otros
personajes del partido. Pero también creo que los republicanos saben muy poco de Bush
Jr., del mismo modo que los demócratas sabían muy poco de Mike Dukakis, que fue el rival
de Bush en 1988. Y hay un asunto adicional: si otros republicanos quieren disputarle la
candidatura, será Bush el que sufrirá el desgaste de una campaña dura.
En EE.UU., como las elecciones no son obligatorias, el Partido Republicano tiene una
base electoral a veces más amplia que los demócratas, simplemente porque sus seguidores
son más militantes. ¿Cómo luchará Al Gore contra esto?
Efectivamente, la mayoría de los republicanos van a votar en cualquier momento. En
caso de que Bush encuentre un mensaje que lleve a todos los republicanos a votar, Gore
tendrá que encontrar otro que saque de sus casas a una gran cantidad de gente, no sólo
demócrata. Hay que tener en cuenta que, generalmente, la gente sale a votar por el tipo
de mensaje que le entregan los candidatos. Los republicanos tienen una gran ventaja, pero
nosotros tenemos un importante antecedente: en 1992 hubo una importante concurrencia del
electorado. Gore tiene que dar al país un mensaje claro para que esta concurrencia se
mantenga.
¿Y cuál será ese mensaje?
Continuar con lo hecho pero con una persona diferente.
¿Así de simple?
Sí, así de simple. Y así de complicado: tenemos que hacer de Al Gore un candidato
en serio para enfrentar a Bush Jr.
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