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Rubio y Pipa pulgar abajo Por Julio Nudler |
![]() Horas antes, una charla telefónica con Mario Brodersohn tampoco había resultado balsámica. En realidad, dejó flotando una duda: ¿qué será mejor (o peor) para el país: que sus empresas se endeuden en el exterior o que ingresen capitales? En el primer caso, tendrán que pagar intereses. En el segundo, remesarán utilidades. El tratamiento impositivo anterior, modificado en la última reforma tributaria, alentaba a disfrazar de deuda el capital. Ahora desaparece esa distorsión. De cualquier forma, tanto renta como ganancias salen por la cuenta corriente del balance de pagos y, como recuerda el ex secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín, las utilidades son normalmente más altas que las tasas de interés, porque por algo invirtieron en el negocio. En la práctica, la factura de beneficios remesados por las multinacionales ya se acerca a los 3000 millones de dólares anuales, y el pronóstico es que los giros sigan creciendo. Dos factores lo hacen prever. Uno de ellos, la declinante tasa de reinversión de utilidades, en especial para las privatizaciones. Las adjudicatarias van culminando su programa de inversiones y quieren llevarse los frutos. El segundo factor es la ininterrumpida extranjerización de empresas. La idea de que este proceso modernizaría a los sectores y elevaría velozmente las exportaciones forma parte de las falsas representaciones con que el país se volcó a las reformas estructurales. Que un diálogo con Brodersohn inunde de pesimismo al interlocutor, vaya y pase. Pero que el equipo de Martín Redrado (mentor de la Fundación Capital) esparza la misma desesperanza es mucho más grave. Sería mejor que el hombre de la pipa y el muchacho rubio siguieran discrepando.
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