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SUBRAYADO

La misión de informar

Por Washington Uranga


t.gif (862 bytes)  La inseguridad está ahí, la violencia también, los pobres se ven. Sin embargo, no es antojadizo decir que estas realidades adquieren el valor de dato social y político para la opinión pública cuando los medios informan sobre ellas. Los periodistas no construyen la realidad pero la hacen evidente al informar. Vivimos en una sociedad atravesada por el poder de los medios y sólo aquello que alcanza el nivel de noticia se convierte en “real”. Si no hay información, los ciudadanos se ven privados de un insumo fundamental para la toma de decisiones, para formar sus propias opiniones, para participar en la construcción de los procesos sociales y políticos.
Lo anterior impone una reflexión cada vez más urgente sobre la responsabilidad social de los periodistas, un debate que no puede quedar limitado al ámbito de quienes participan de la profesión, sino que debe abrirse a la opinión y a las contribuciones de todos los sectores. Porque todos ellos tienen algo para aportar y, en último caso, porque son los ciudadanos quienes resultan directamente afectados por la labor de los comunicadores sociales.
Los periodistas, convertidos en “fiscales” (a veces pretendidamente heroicos) de la realidad, no pueden permanecer ajenos a la crítica y a la autocrítica, porque en ello se juega la idoneidad del servicio que prestan a la sociedad. No es inútil recordar que en un medio donde cautiva la fascinación del espectáculo y en el cual el ego suele acariciarse con las luces del escenario, la primera misión (también la primera responsabilidad social) de los periodistas sigue siendo informar. Sólo como ejemplo, el error sobre los comicios tucumanos en el que incurrieron casi todos los medios (con distinta capacidad de autocrítica) podría servir para el análisis y la severa revisión de los que nos movemos en este medio. Tanto como la necesidad de preguntarse si lo que se informa es todo lo que se puede informar.
La noticia no descarta la opinión. Las búsquedas estéticas enriquecen el ejercicio profesional. Sin embargo, lo más importante siempre seguirá siendo informar, no sólo sobre lo que pasa, sino sobre el contexto en el que ocurren los acontecimientos y las causas que hay detrás. Sin falsas pretensiones de objetividad, pero con la mayor transparencia y honestidad para reflejar multiplicidad de hechos, poniendo todos los elementos de juicio sobre la mesa. Dado que el fin de siglo genera un espíritu propicio para las revisiones, puede ser un interesante desafío pensar en una autocrítica de los profesionales de la comunicación sobre estos y otros temas relacionados con su tarea y la responsabilidad social que les atañe.

 

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