Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


DIALOGO CON NICOLA PHILLIPS SOBRE LA CRISIS FINANCIERA EN LOS PAISES EMERGENTES
“La Argentina no está bien vista”

Es una de las más jóvenes titulares de cátedra en todo el sistema universitario británico y su tesis estudió las relaciones entre la globalización y el poder del Estado durante el primer gobierno de Menem. En los últimos tiempos se dedicó a analizar las crisis de Asia y Brasil y aquí analiza los peligrosos efectos que pueden tener sobre economías como la argentina.

na12fo01.jpg (8723 bytes)

Por Andrew Graham-Yooll
t.gif (862 bytes)  –¿Por qué camino nos llevará la “tercera vía”? ¿Es por ella que se puede hallar una sociedad mejor?
–En las formulaciones políticas del primer ministro británico, Tony Blair, la tercera vía no tiene mucho significado como descripción política o contexto económico. Tiende en general al reconocimiento de que las dimensiones sociales de una estrategia económica necesitan nuevo énfasis. Se busca un alejamiento del dogma neoliberal, o por lo menos de sus manifestaciones, para lograr un acercamiento más flexible y heterodoxo al conocimiento de la economía.
–La tercera vía es un movimiento europeo. Tiene ramificaciones e implicancias que serían muy diferentes en América latina.
–En esencia, sí. Pero en términos poco estrictos, es un reflejo en parte de los modelos socialdemócratas europeos. Dentro de la estrategia económica liberal o neoliberal no es incompatible con políticas de fomento en el gasto público o de promoción industrial por el Estado. En su encarnación latinoamericana el énfasis estaría en la reinstalación del Estado en el mercado, o revitalizaría al Estado como medio de enfrentar algunos de los problemas más acuciantes que ha generado el neoliberalismo. La idea radica en que el Estado tiene un rol, no necesariamente como interventor económico, sino como redistribuidor, y por lo tanto tiene una responsabilidad social. La idea de una economía sin Estado ha creado enormes problemas económicos y sociales.
–Por lo tanto la tercera vía es la sucesión del neoliberalismo.
–La tercera vía no tiene mucho significado como etiqueta de ninguna categoría. Lo que hay que recordar cuando se habla de la relación entre el Estado y la economía en América latina es que el Estado nunca retrocedió como lo hicieron otros gobiernos en el mundo. En América latina la política y la economía siguen dominadas por el Estado, aunque no se vea el beneficio de antes. El proceso de reforma neoliberal de la década del noventa se ha caracterizado por una enorme centralización del poder del Estado, que tiene sus antecedentes históricos. La tendencia puede ser hacia la imitación de los gobiernos de Carlos Menem y Alberto Fujimori donde, si bien hubo retirada del Estado de la economía, ésta no se halla reflejada en una retirada de la centralización del poder, ni por una mayor distancia entre Estado y sociedad. Hay un enorme aumento del poder del Estado en América latina en los indicadores de centralización, y en su capacidad para imponer reformas neoliberales. La impresión hasta muy recientemente era que esta versión anglo-estadounidense del neoliberalismo dejaba que el mercado buscara un equilibrio por sí mismo, y por ello se pensó que no había necesidad de una política de Estado para el bienestar social, la política impositiva y los programas industriales. En América latina se confió en el mercado en forma desmedida. A partir de ahí se explicó que el desempleo, la creciente inequidad, la disparidad en la distribución de ingresos eran todos problemas de ajuste. Pero la naturaleza del ajuste es que es una mudanza de una práctica a otra. Ahora se comienza a reconocer que hay que redefinir las funciones del Estado.
–¿Dónde queda el ajuste entonces?
–Cuando se habla de neoliberalismo y de tercera vía no significa que el Estado desapareció y hay que reinventarlo. Más bien, así como se cambiaron los lineamientos del Estado en la década del ochenta, durante la primavera del neoliberalismo británico y en Estados Unidos, ahora hay que volver a trazar esos lineamientos para enfrentar los problemas de América latina.
–El neoliberalismo, si alguna vez existió en América latina, aceleró ciertos procesos que se hubieran dado de cualquier manera. Por lo tanto, ¿en qué cambiamos? –El neoliberalismo en América latina siempre ha girado en torno de la política económica. Sus lineamientos han seguido lo que se llamó el “Consenso de Washington”, que se centraba en la liberalización del comercio, la desregulación financiera y la privatización.
–¿Cuándo comenzó el “Consenso de Washington”?
–Su texto clásico es el libro de John Williamson, por entonces funcionario del Banco Mundial, La política económica en la política de reforma, que se publicó en 1992, si bien el libro se venía preparando desde un par de años antes. Ahora hay un reconocimiento de que la participación en una economía globalizada requiere una medida de capacidad del Estado para superar las distorsiones a nivel nacional, tanto en lo social como en términos económicos. Hay un reconocimiento también de la disfunción entre la habilidad del Estado y su capacidad para enfrentar las presiones y demandas que se le hacen por vía del mercado y una economía neoliberal. Por lo tanto, estamos camino de un “Post-Consenso de Washington” o, si nos animamos a encararlo, según algunos eminentes académicos, vamos hacia la “post-globalización”. El dogma, esa idea de que hay una convergencia internacional en un catálogo de políticas aplicables en todas partes está siendo rechazado. Estamos comenzando a ver estrategias económicas que se adecuan a cada país o región.
–Entonces ¿vamos de la globalización a la regionalización?
–En realidad no es “hacia” la “regionalización”. Hay ideas detrás de políticas que toman forma regional. Aún es temprano. La reacción en Asia frente a la crisis financiera en la región produjo una renovación de los conceptos de la “vía asiática” o de los “valores asiáticos”. Hubo un notable reconocimiento en círculos políticos y sociales de que el manejo de la situación por el Fondo Monetario Internacional no fue el adecuado. También se vieron como inadecuados los resguardos que se tomaron contra dificultades económicas posteriores. Es por eso que ha habido una fuerte reacción en países del Asia en contra del “Consenso de Washington”, contra el dogma neoliberal de las instituciones financieras internacionales y contra el gobierno de los Estados Unidos. En América latina, pienso, si bien me baso únicamente en evidencias muy impresionistas, eso está provocando la búsqueda de una versión latinoamericana del neoliberalismo. Creo que vamos a ver un debate sostenido en torno de la revalorización de los principios de una política central. El discurso parece enfatizar la necesidad de romper con la estrechez de los principios y políticas del “Consenso de Washington” al que aún adhiere el FMI.
–Por lo tanto, ¿esto es el fin del neoliberalismo convencional?
–No creo que vayamos a ver el fin del neoliberalismo ni el fin de la globalización. La cuestión no está en si debemos continuar así o si es deseable o no la desregulación de los mercados. A nivel nacional el debate tendría que concentrarse en torno de cómo los gobiernos deberían encarar los efectos de la globalización. Es cuestión de ver cómo se logran reducir los peores efectos y cómo se siguen obteniendo los mejores resultados de la economía global. No se trata de tirar el neoliberalismo por la ventana sino de encontrar la forma de aumentar la sensibilidad social, de responder políticamente con mayor cuidado, según la realidad de cada país. Esto no tiene sabor regional en América latina. Ya se puede ver cómo comienza esto a suceder en Europa, donde el concepto de Estado y mercado tiene características propias. Si bien el modelo neoliberal ya lleva una década, y se intenta en los países de economías centrales también, hay una creciente divergencia de posiciones frente a los Estados Unidos y las ideas sobre las que se fundamenta la política estadounidense.
–¿Cuáles son los efectos visibles sobre la Argentina de las crisis de Brasil y del Asia?
–Lo más notable es la crisis de confianza en los mercados emergentes en general. Esto ha afectado a los mercados de Asia y América latina. Porcierto la Argentina no puede quedar al margen de esa tendencia. Obviamente, la crisis de Brasil creó los efectos que más afectaron y más se notan en la Argentina. Y esto, a su vez, gira en torno de la inestabilidad monetaria o el miedo a la inestabilidad. Los debates sobre la convertibilidad tienen su paralelo en los debates sobre las tasas de cambio fijas en China o Hong Kong. Hay una preocupación creciente en torno de los fundamentos macroeconómicos. La percepción en el exterior es que, si la crisis brasileña se debió a la distorsión del equilibrio fiscal, al aumento del déficit fiscal, a la sobrevaluación de la moneda, es inevitable que se mirará a la Argentina en términos similares. Y si bien la situación del peso argentino no se parece en nada a la del real, lo cierto es que los niveles de déficit alarman. Hay que recordar que los inversores reaccionan en forma estrecha y esquemática ante indicadores económicos sumamente crudos. En términos fiscales, la Argentina no está bien vista.
–¿Por qué no?
–Por el volumen del déficit. Las cifras publicadas en mayo tomaron por sorpresa al mismo gobierno, a la oposición y al Fondo Monetario Internacional. Por lo tanto, si las penurias que vimos en Asia y en Brasil se deben en parte a la distorsión macroeconómica fundamental, entonces la Argentina se verá obligada a encarar seriamente su déficit fiscal para mantener la estabilidad de su moneda.
–¿Hubo realmente pánico en torno de la devaluación en Brasil o ése era un cuento de los mercados?
–Cuando se habla de pánico en el mercado, nos referimos simplemente a formas de comportamiento. En el mercado se comportan como vacas en un rebaño, tienen un instinto de manada. Y el pánico se contagia. La situación es tal que lo que un inversor puede ver racionalmente como individuo, al ser visto colectivamente cae en la irracionalidad. La reacción del mercado frente a las dificultades estuvo totalmente fuera de proporción con la realidad del mercado.
–¿En Brasil?
–En Asia y Brasil.
–Entonces a la Argentina también le afectaría la reacción exagerada.
–Claro. El comportamiento del mercado y de los inversores como entidad colectiva crea situaciones que tienen razón de ser a nivel individual. El problema es que no hay beneficio alguno para el inversor en tener la razón en soledad, aun cuando tenga razón en su análisis de riesgo. Por lo tanto la irracionalidad colectiva provoca una reacción excesiva en el mercado. En el caso de Asia las distorsiones macroeconómicas eran mucho menos pronunciadas que en Brasil. Pero el daño fue masivo y amplio. Brasil, sin embargo, es una ilustración mucho mejor de la adhesión de los inversores a los datos macroeconómicos. Hay impresiones similares en torno de la Argentina. Todavía existe una posibilidad de efecto contagio de Brasil, si bien Argentina tiene una economía mucho más competitiva. Pero tiene un enorme déficit fiscal. La crisis es causada por una desconfianza global y contagiosa frente a los mercados emergentes, y eso es lo que amenaza a la Argentina.
–Bueno, ¿qué hacemos?
–Si se toma la línea de la ortodoxia del Fondo Monetario y la comunidad financiera, la prioridad argentina es la reducción del déficit fiscal. Hay una contradicción creciente entre convertibilidad y política fiscal. La idea de la dolarización es interesante. El rechazo, al margen del nivel normal de debate ante la pérdida de identidad de la moneda nacional (debate que hemos visto en Europa), es que no se va a la raíz del problema. La inestabilidad cambiaria no es el problema, la causa radica, en el caso argentino, en su déficit y su deuda. Se puede cambiar lapolítica impositiva. Pero eso significa cambiarle las reglas de juego a una de las vacas sagradas del neoliberalismo.
–Que significa aumento de la recaudación o el aumento de los impuestos.
–Se requiere eficiencia en la recaudación. Hay argumentos en torno del hecho de que debe ser la prioridad absoluta. Pero también es cierto que países como Argentina y México no operan a capacidad impositiva plena.
–¿Eso qué significa?
–Recaudación y redistribución. Hay posibilidad de generar mayores ingresos para el gobierno mejorando la recaudación. Pero también se pueden buscar innovaciones en la ampliación de impuestos. Sería cuestión de redistribuir la presión impositiva, aumentando impuestos selectivamente y alternativamente. Claro, esto no tendría éxito político, y nuevamente, sería el desafío a otra vaca sagrada del Fondo.
–¿Qué responsabilidad le cabe a la corrupción?
–La corrupción es muy difícil de cuantificar porque no hay transparencia. Lo cierto es que en América latina la corrupción es en buena parte generadora de los problemas. En la Argentina el problema es menos serio que en otros países, como Venezuela y quizás México. Pero al observar la falta de equilibrio social es difícil dejar a la corrupción fuera de las estructuras económicas. Cuando se analizan las fortunas de algunos miembros de la sociedad argentina, no es fácil explicarlas. Dan pie a la preocupación. Es muy difícil demostrar fehacientemente su efecto, pero es sabido que la corrupción puede reflejarse en muchas de las dificultades económicas.

 

¿POR QUE NICOLA PHILLIPS?

El tema es la crisis financiera

Por Andrew Graham-Yooll

t.gif (862 bytes) La doctora Nicola Phillips, inglesa, llegó al país en mayo invitada por la Flacso para dictar una serie de conferencias en Buenos Aires y en Córdoba. Su tema es el efecto de las crisis financieras (por ahora de Asia y Brasil) sobre los mercados emergentes. Era la tercera vez que visitaba la Argentina, pero esta vez viajaba con la responsabilidad adicional de consultar con la Flacso acerca de una serie de becas que otorga su universidad en Inglaterra.
na12fo02.jpg (16860 bytes)Phillips es profesora titular en el Departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Warwick, en Coventry. Su labor e investigación se concentran y proyectan a partir del tema de su doctorado, que terminó en el London School of Economics en 1998. Su tesis trataba de la globalización y el poder del Estado en la Argentina durante el primer gobierno de Carlos Menem.
Es consultora, a través del London School of Economics, para empresas analistas de mercado en Londres, Nueva York y Singapur. Con 28 años de edad es una de las más jóvenes titulares de cátedra en el sistema universitario británico.
Su universidad ofrece cinco becas por año durante los próximos cinco años a estudiantes de posgrado argentinos (en total 25 becas). Las becas, para las cuales se está haciendo la selección ahora para el primer año en Inglaterra, son para masters multidiciplinarios en política y economía, y son financiados en partes iguales por el Foreign Office británico, el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, y la Universidad de Warwick.

 

PRINCIPAL