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LA CUMBRE INTERNACIONAL SOCIALISTA EN UNA POLEMICA INTELECTUAL
Socialistas del mundo, no tan unidos

El Congreso de la Internacional Socialista que cerró en Buenos Aires el sábado sirvió para el trazado de algunas estrategias comunes entre partidos que prefieren identificarse como de centroizquierda. Y también abrió el inevitable debate intelectual sobre los desafíos al socialismo.

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UN DURO ATAQUE AL ESTABLISHMENT
“Hay que ir a contramano”

Por Robin Blackburn *
t.gif (862 bytes) Aunque partidos que se llaman a sí mismos socialistas gobiernan en casi una docena de países europeos, la creencia en una sociedad distintivamente socialista, basada en una economía socialista, ha desaparecido casi completamente en el continente donde se fundaron los primeros movimientos socialistas.
Por desgracia, el acomodamiento post-thatcherista de Tony Blair con el neoliberalismo marca el tono de la socialdemocracia en toda Europa. Sin embargo, el flojo desempeño electoral del Nuevo Laborismo británico y de otros partidos de izquierda en el poder en las recientes elecciones europeas, muestra que esta fórmula política está en decadencia. Le falta una estrategia para atender los problemas mayores de la exclusión social (como el desempleo) y se ha resignado a las desigualdades gritantes.
La desorientación y fatalismo de los partidos socialdemócratas suele ser explicada con la noción de globalización, una referencia a las fuerzas que supuestamente ordenan una “carrera al pozo” para todo lo que sea condiciones de trabajo y bienestar social. Claro que existe un problema real. Pero los bloques regionales como la Unión Europea o el Mercosur tienen considerables poderes para regular su modo de inserción en los circuitos mundiales de intercambio y hasta los estados individuales tienen más autonomía de la que los partisanos de la globalización quieren reconocer.
Hay otra dimensión de la economía política a considerar. Mucho del capital que recorre el mundo buscando ganancias pertenece a fondos de pensión y seguros. Este sector fue creado por un régimen fiscal que da extraordinarios beneficios impositivos a los aportes de los empleados a los fondos de pensión. Un estudio reciente muestra que el valor total de las tenencias globales de los fondos de pensión en el mundo entero equivale a casi dos billones de dólares. En Gran Bretaña los depósitos en fondos de pensión equivalen a la mitad de todas las acciones bursátiles existentes. Potencialmente, esos fondos podrían usarse para darle al estado una palanca económica más. Increíblemente, el presidente Clinton fue mucho más audaz en sus propuestas de cambio en el sistema de protección social que los socialdemócratas europeos.
Por supuesto que apoyar estas ideas a fondo requeriría la voluntad política de enfrentar el establishment. Las reformas deberían ser basadas en un nuevo sistema de economía social que traspase poder de las finanzas privadas a los gobiernos estatales y municipales, y a las universidades. En lugar de enfrentar estas opciones, los gobiernos de la izquierda europea se dejan llevar por la marea destructiva de la globalización. Pero al menos hay algunos movimientos sociales que resisten la tendencia al dumping social. De hecho, es probable que sin su agitación la izquierda no estaría en el poder en Francia, Italia y Alemania.

* Editor de la revista socialista New Left Review.


CONTRA LA FALTA DE SOLIDARIDAD
“Controlar el capital”

Por Mark Seddon *
t.gif (862 bytes) Llegamos a un nuevo milenio, pero muchos de los males que afectaban a la humanidad a principios de siglo continúan. La guerra, la pobreza, la enfermedad y el desempleo siguen desfigurando las vidas de millones a lo ancho del globo, mientras que nuevas amenazas surgieron. La sobrepoblación, la destrucción de los recursos naturales, las armas nucleares y las nuevas enfermedades hacen la vida más peligrosa pese a los avances tecnológicos de nuestra era.
Los delegados de los países reunidos en Buenos Aires necesitan preguntarse qué tan socialistas e internacionalistas son los partidos que representan. Porque, enfrentados con estos problemas aparentemente insolubles, con un nuevo capitalismo que no conoce fronteras y se mueve sin esfuerzo a donde el trabajo sea más barato, muchos socialistas simplemente se han retirado. Hay poca solidaridad entre el norte y el sur, hay escaso entendimiento de lo precario de la vida en el Africa al sur del Sahara y no hay la menor claridad sobre que las instituciones financieras han sido cómplices en empobrecer todavía más a esos países.
Muchos partidos miembros de la Internacional Socialista rindieron al socialismo y al internacionalismo por miedo a que los valores y la filosofía que compartimos sea confundida con los regímenes comunistas de la URSS y la Europa del este. Sin embargo, a ninguno de estos países se le permitió unirse a la Internacional Socialista y no hay necesidad de ponerse a la defensiva por nuestra opción socialista democrática. En Gran Bretaña y ahora en Alemania se sigue otra opción, que se describe a sí misma como “tercera vía”. Los presentes en la reunión de Buenos Aires deben ser advertidos de que esa estrategia política (no puede ser llamada ideología) fue importada de la sociedad profundamente conservadora que es Estados Unidos. La tercera vía del primer ministro Tony Blair y del canciller Gerhard Schroeder apenas difiere del libremercadismo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher en los años 80.
Los partidos miembros de la Internacional deben reenfocarse en las ideas y principios que impulsaron a los pioneros socialistas en tantos países y culturas diferentes en todo el mundo. Los problemas que enfrentamos hoy son tan serios como los que enfrentaron nuestros precursores. Debemos controlar el capital para beneficio de los pueblos. Debemos proteger el medio ambiente para las futuras generaciones. Sobre todo, no debemos olvidar que la redistribución del poder y la riqueza es el corazón del mensaje socialista. La causa de los trabajadores sigue siendo la esperanza del mundo.

* Editor del semanario socialista Tribune y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Laborista Británico.

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