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Por Martín Granovsky El Presidente Carlos Menem encontró la forma de sortear la veda virtual que impide criticar abiertamente a Raúl Alfonsín por la hiperinflación del '89: ayer en Río de Janeiro blandió el fantasma de un dólar escapándose a las nubes por la chance de que gane la Alianza. Menem dijo que si triunfa la oposición teme que "volvamos a las andanzas, a los desencuentros, al enfrentamiento y entremos de nuevo en la fácil receta de las devaluaciones". Fernando de la Rúa contestó de inmediato que es "peligroso" e "irresponsable" liberar el cuco del dólar volador. Un enfrentamiento que, quizás, les convenga a ambos. La declaración de Menem es inusual. Cuando viaja al exterior siempre se presenta como el mejor garante de la convertibilidad, pero suele decir que lo que construyó es tan fuerte que ni siquiera la oposición podrá destruirlo. Lo dijo el año pasado en la cumbre interamericana de Chile y en la gira por el Reino Unido. Insistió en esa idea a principios de enero en Washington, cuando tras reunirse con Bill Clinton lo asaltó la noticia de la devaluación en Brasil. La diferencia entre aquellas afirmaciones y éstas es que, ahora, su ilusión reeleccionista está muerta y a Menem solo le queda irse cantando su propia canción. Terminará como empezó, con gestos hacia el establishment. Antes, para gobernar. Hacia el futuro, lo hace para mantener incólume su proyecto de sumar el voto cautivo peronista a los sectores financieros y los empresarios que reúnen la propiedad más concentrada. Aunque su jefe de campaña Rafael Pascual sostiene que no importa lo que Menem dice (ver aparte), De la Rúa no dejó pasar ni cinco minutos para competir por el padrinazgo de la tranquilidad. "Cuando se trata de la estabilidad monetaria y de la confianza en los mercados, y más en situaciones de recesión, ningún argentino ni ebrio ni dormido --dijo plagiando a José de San Martín--, y mucho menos si es el Presidente de la Nación, puede hacer afirmaciones capaces de crear incertidumbre." "Yo soy garantía de la estabilidad, porque el programa de la Alianza es mantener la convertibilidad y la paridad peso-dolar", agregó el candidato opositor, que de este modo dio a entender que no devaluará pero evitó decirlo con todas las letras. Lo que interesaba a De la Rúa, de cualquier forma, era contraatacar disputando el copyright de la estabilidad como valor más que entrar en una discusión económica. "La estabilidad es el valor intangible", dijo el consultor Enrique Zuleta. "No tiene nada que ver con la devaluación." Según Zuleta, sobre la devaluación "es difícil ser terminante, porque el propio Domingo Cavallo ha dicho que la convertibilidad no implica un tipo de cambio absolutamente fijo". --¿Ser terminante es riesgoso para la Alianza? --le preguntó Página/12. --Es peligroso --respondió Zuleta--. Para muchos inversores extranjeros, más relacionados con las finanzas que con la inversión industrial, el único que podría devaluar es Cavallo. Esto, al menos ante ellos, puede fortalecer a Duhalde, que es quien se relaciona con Cavallo. --¿Cuál es el argumento de los inversores especulativos? --La visión de ellos es la siguiente: si se devalúa hay que poder controlar la economía, y Cavallo se presenta como una garantía. Y si no se devalúa la economía puede ponerse tan difícil que Cavallo también deberá ejercer el control. --¿Pasa lo mismo con inversores como Repsol? --La operación Repsol es clave porque crea un colchón y da tranquilidad. Si esto es así, Menem piensa que su nombre es mejor sedante que Repsol. Y por lo menos tan comprometido como el grupo español con el modelo de apertura económica sin regulación. Como se informa en la página 2, Menem reforzó su papel de político pro-mercado sin fisuras (es decir, el viejo de la Bolsa) no solo azuzando con el fantasma de Fernando de la Rúa (es decir, el viejo de la bolsa) sino también diferenciándose de los dos candidatos en la cuestión de la deuda. Para Duhalde hay que condonar. Para De la Rúa hay que estudiar. Para Menem hay que olvidar. Lo mismo sucede con las propuestas en danza sobre regular o gobernar políticamente la globalización. Menem admitió que la idea de un organismo que regule el movimiento de capitales "es una propuesta interesante", pero se definió como un "enemigo de todo tipo de regulaciones que finalmente terminan con un dirigismo total por parte de quienes las ponen en marcha". Para muestra, la Argentina: "Nosotros hemos salido de un dirigismo en materia estatal aberrante, así que en materia de este tipo de regulaciones, no estoy en contra, pero no le puedo decir que estoy a favor". Ni siquiera la desocupación, para el Presidente, "es inherente al modelo", según dijo en la rueda de prensa en Río, sino fruto del progreso tecnológico. Recordó que "la última encuesta nos estaba dando un 12.4 por ciento, aunque todavía no tenemos la última cifra del Indec" y después vaticinó que la medición estará "quizás un punto, punto y medio arriba de la cifra que di recién". O sea, 13.4 (12.4 más 1) o 13.9 (12.4 más 1.5). Pero Menem estuvo, por una vez, modesto. "Reitero: creo", dijo el padre de la criatura.
Los economistas de la Alianza reaccionaron furiosos ante lo que calificaron "una provocación" por parte de Carlos Menem. "Puedo asegurar rotundamente que no vamos a devaluar. La convertibilidad forma parte de nuestro programa de gobierno y ése es nuestro compromiso", contestó tajante Pablo Gerchunoff, uno de los referentes económicos de la coalición opositora cuando este diario lo consultó sobre el pronóstico del Presidente. Los hombres de la Alianza saben que están siendo seguidos con lupa. A sólo tres meses de las elecciones, cada una de sus aseveraciones es atendida ya no sólo por el electorado sino también por los inversores y los organismos internacionales. Nadie quiere sorpresas, y los especialistas de la oposición están decididos a defender a capa y espada el lugar que se han ganado. Arnaldo Bocco, el más firme candidato que ocupar el Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires en una eventual gobernación de Graciela Fernández Meijide no dejó espacio para las dudas: "Lo de Menem es de una total irresponsabilidad. Debería evitar las discusiones estériles en una coyuntura signada por la pobreza y la marginación. El Presidente sabe que tiene que salir al ruedo con estas declaraciones rimbombantes para cubrirse de los datos pésimos que están por conocerse respecto de los índices de desempleo y pobreza", afirmó el economista a Página/12. "No hay ningún riesgo de devaluación --continuó Bocco--, hace unas semanas hubo un compromiso explícito tanto de los economistas como de los empresarios y banqueros. Con mucho sacrificio, y salvo algunas excepciones, la gente apoya la convertibilidad. Y no es justo que Menem nos provoque con el único objetivo de tapar la realidad; esa realidad que indica que en la Argentina hay cada vez más pobres y desocupados mientras el Gobierno ya hace rato no hace nada para encontrarle una solución". En la Alianza dicen estar preparados para enfrentar los ataques que van a llegar desde el oficialismo a medida que avance la campaña electoral. Desde el plano de la economía, la oposición se apresta a dar batalla mostrando los desequilibrios e insatisfacciones que va dejando la política gubernamental. Pero, al mismo tiempo, dejar en claro que no habrá modificaciones en el programa económico. "Menem no puede acusarnos. El debería mostrarse al menos preocupado por la recesión que están sufriendo los argentinos. Pero, como no le sale, nos ataca. Lo mismo que Roque Fernández, que sólo está pensando en tomar las maletas e irse", concluyó Bocco. La city y Menem apuntaron a Duhalde y a De la Rúa
"Un país serio y responsable debe honrar sus obligaciones", afirmó ayer Carlos Menem desde Rio de Janeiro. Así el jefe de Estado buscó mandar una señal precisa al establishment local e internacional: en Argentina no hay político más confiable que él. Menem criticó a los candidatos de los dos partidos mayoritarios por haber puesto en duda que el país vaya a pagar la deuda. Eduardo Duhalde, quien encendió la mecha el viernes pasado, ratificó su propuesta de que se condone la deuda. En cambio, el candidato por la Alianza, Fernando de la Rúa, en un marco de diversas críticas a la jugada de encrespar las aguas de los inversores extranjeros, buscó bajarle el perfil a su planteo de "tratar políticamente" el tema. Ayer, señaló que "hay que cumplir los compromisos" y destacó que su objetivo es "lograr la máxima calificación de confianza porque significa ahorrar en las tasas de interés". Varios economistas terciaron en el debate saliendo a tranquilizar a los inversores. "Espero que no haya repercusiones en el exterior, pero si las hay, seguramente va a aumentar aún más la incertidumbre que tienen en Wall Street sobre Argentina", apuntó Guillermo Calvo desde Estados Unidos. En su opinión, las afirmaciones de ambos candidatos "son muy preocupantes" porque "no se sabe si quisieron decir que Argentina no puede cumplir con sus compromisos, si ya necesita ayuda del resto del mundo o si fue sólo un comentario dirigido a sectores específicos del país", explicó. Daniel Artana, economista jefe de FIEL, por su parte, fue más duro con las expresiones de Duhalde y De la Rúa. "Son pavadas que dañan la imagen del país", gatilló el experto. Artana también calificó de "pocos felices" las especulaciones sobre un posible replanteo del tratamiento de la deuda externa. Consideró que las mismas no sólo son "costosas" sino que, además, dan la impresión de que "no se entiende cómo funciona el mundo". En especial la postura de Duhalde, porque "el argumento de condonar la deuda resulta oportunista, o refleja una enorme ignorancia". Todo el cuidado puesto por el Presidente y los especialistas en conjurar el fantasma resucitado por la campaña electoral fue desintegrado de un mazazo por el diputado Humberto Roggero. El jefe del bloque peronista de la Cámara baja dijo ayer sin anestesia que "este tema no es para los cobardes que temen provocar a los acreedores. Y los cambios que la Argentina debe realizar se deben hacer con recursos que nuestro país posee pero que no pueden ser distraídos en pagar una deuda injusta e interminable". Según los números que sacó a relucir ayer, "de los 140.000 millones de dólares de deuda externa, el país ya pagó 90.000 en intereses durante los últimos quince años". En ese marco, Menem volvió a advertir que ese tipo de declaraciones puede generar "inquietud en los inversores de otros países", y descalificó las posiciones de los dos aspirantes a sucederlo en el sillón presidencial. Por un lado, dijo que "no está para nada de acuerdo con la propuesta de Duhalde". Por otro, criticó a Fernando de la Rúa, por haber pedido una "consideración política" de la deuda, acusándolo de "hablar sin conocer bien las cosas". Al respecto, sin dejar olvidar echar agua a su molino electoral, recordó que durante el gobierno radical "la deuda era del 70 por ciento del PBI y ahora es del 30". De la Rúa, finalmente, defendió sus declaraciones explicando que asumir los compromisos "no excluye plantear los temas como son, porque si algunos pretenden que no hablemos de cuál es la realidad, esto significa ignorarlo y sería ridículo. El primer candidato de la Alianza argumentó que "lo dramático es que mientras nuestros países hacen el esfuerzo de pagar la deuda se nos cierra el comercio agrícola, como ocurre con la Comunidad Europea y Estados Unidos".
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