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El puntapié inicial lo dieron en diciembre de 1995 en Madrid. Fue una declaración de buena voluntad, planteando el objetivo de establecer una zona de libre comercio. El engranaje demoró tres años y medio en dar otra vuelta, pero finalmente lo hizo. Ayer los presidentes y primeros ministros del Mercosur y la Unión Europea firmaron un documento histórico, en el que ratifican el compromiso de avanzar hacia la integración comercial y anuncian que en noviembre próximo comenzarán las negociaciones formales. Fue en un acto realizado en Río de Janeiro, en el marco de la primera cumbre entre los países de América latina y el Caribe con los comunitarios. A pesar del entusiasmo, unos y otros no ignoran las dificultades que tendrán para llevar a buen puerto el acuerdo integrador, al que no pudieron fijarle fecha de cierre. Se abre una nueva etapa en la historia de nuestra relación, describió el presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, quien señaló que el próximo encuentro será entre los ministros de Relaciones Exteriores de ambos bloques, probablemente en Bruselas. Allí se comenzará a negociar un mecanismo para ir eliminando las barreras paraarancelarias que frenan el intercambio de bienes entre ambas regiones. En cambio, la discusión por los aranceles se iniciará en julio del 2001. En sus explicaciones a la prensa Cardoso, quien ofició de vocero por el Mercosur, indicó que la zona de libre comercio recién quedaría formalizada en el 2005, una vez concluidas las negociaciones de la Ronda del Milenio de la Organización Mundial de Comercio, adonde todos los países del planeta fijarán las nuevas reglas de juego para el comercio y los aranceles. Carlos Menem describió el principal obstáculo para concretar la zona de libre comercio con la Unión Europea. La eliminación de los subsidios al agro (que aplica esa región) es muy necesaria para que las economías del Mercosur puedan consolidarse, subrayó, al tiempo que demandó un comercio más equitativo, que sea igualitario entre ambos bloques. Dentro de la UE existen posiciones encontradas en este punto. Francia y en menor medida Irlanda son los mayores beneficiarios de los suculentos subsidios a los productores agrarios. El año pasado, la UE destinó a esos programas de fomento unos 48 mil millones de dólares, el 50 por ciento de su presupuesto. Por eso fue que Francia e Irlanda se opusieron hasta último momento a agilizar las negociaciones con el Mercosur. Sin embargo, España e Italia, con fuertes inversiones en esta región, lograron superar ese obstáculo, no sin antes garantizarles a aquellas naciones que la UE negociará con sumo cuidado la cuestión agrícola, para evitar que las importaciones desde el Mercosur sepulten la producción rural europea. Las mismas naciones que se benefician de la liberalización de los flujos comerciales y financieros no pueden ignorar que el proteccionismo abierto o disfrazado, la discriminación y la voracidad especulativa de los mercados contribuyen para debilitar las relaciones económicas, enfatizó Cardoso, apuntando tanto a los subsidios como a las trabas que impone Europa a las ventas del Mercosur. Que los socios comunitarios hayan firmado el acuerdo para crear una zona de libre comercio no significa un reconocimiento a las expresiones de Cardoso o Menem, sino que responde más bien a un interés estratégico. A la vez que negocia con Europa, el Mercosur conoce el interés del gobierno de Estados Unidos por crear el Area de Libre Comercio para las Américas (ALCA). Si ello ocurre antes de establecer el mismo acuerdo con la UE, los países comunitarios se verán desplazados en los mercados de Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia por productos estadounidenses, que tendrán preferencia. Para no perder esas prerrogativas, los europeos resolvieron acelerar el paso en busca de un acuerdo con el Mercosur. Cardoso dejó en claro que el Mercosur aprovechará ese interés de las principales potencias. El desafío de la globalización nos impone elesfuerzo de desarrollar todas las vertientes y posibilidades de cooperación e intercambio, señaló. Más directo, dijo que el avance hacia una asociación interregional es imprescindible para que podamos mantener el equilibrio y la diversidad de nuestras relaciones externas, complementando otras iniciativas de la misma naturaleza, en particular la construcción de la asociación hemisférica a través del ALCA, concluyó.
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