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El juzgado de Adolfo Bagnasco no deja de recibir la misma noticia: nueva amenaza de bomba. El viernes, aunque no fue revelado, ocurrió en el Hospital Italiano, donde está internado el ex presidente Raúl Alfonsín. El domingo, en un edificio de la Aduana. Ayer la falsa alarma llegó al Poder Judicial: oficinas del Consejo de la Magistratura, el palacio de Tribunales y el despacho del presidente de la Corte Suprema, Julio Nazareno, sufrieron advertencias de atentados. En ningún caso los equipos antiexplosivos encontraron indicios, si bien anoche seguían revisando los tribunales. Independientemente, y sin que mediara un aviso, el domingo al peinar la estación de subte de Retiro, la policía encontró un aparato precario, que intentaba simular una bomba con un reloj, a la manera de los dibujos animados. Ayer el ministro del Interior, Carlos Corach, intentó desdramatizar el asunto, adjudicando la ola de amenazas a los inadaptados de siempre. Y propuso no hacerles el juego. La sucesión de amenazas, que el miércoles comenzó con los subterráneos, tuvo su pico de publicidad con un llamado que alertó sobre un aparato supuestamente puesto en el mismísimo Tango 01, el avión en el que estaba a punto de viajar el presidente Carlos Menem. Ayer Corach negó que se hubiera reforzado la custodia y los cuidados en torno de Menem después de que fuera necesario demorar casi dos horas ese viaje. Es común este tipo de amenazas en los aviones, y como hay una rutina de investigación prevista en los manuales, se realizó esa inspección, que duró una hora y media, explicó el ministro de los desayunos radiales. En su acostumbrada conferencia, Corach deslizó entre las nuevas amenazas la realizada al Hospital Italiano el viernes. El vocero del lugar en el que se recupera el ex presidente Alfonsín negó ayer la existencia de tal intimidación. Pero el juez Bagnasco quien desde ayer es el único magistrado en la investigación al haberse declarado incompetente el juez contravencional Facundo Cubas confirmó a Página/12 que existió. Fue el viernes casi de noche. Ordenamos el rastrillaje cuidadoso en todo el edificio, que se realizó sin interrumpir ningún tipo de actividad. De la misma manera fueron requisados la Aduana y los dos edificios del Poder Judicial que recibieron la bendita comunicación ayer. A las 9.30 una voz de mujer dijo al teléfono del despacho de Nazareno: Pusimos una bomba en el palacio y a Canevari no lo va a reconocer nadie. Va a ser peor que lo de la embajada, dijo. Esteban Canevari es el secretario penal de la Corte y el instructor de la causa por la explosión en la embajada de Israel. A las diez de la mañana sonó uno de los teléfonos de Sarmiento al 877, donde funcionan la Subsecretaría de Administración y Finanzas del Consejo de la Magistratura. Pasado el mediodía, uno de los conmutadores del edifico de Tribunales en Lavalle y Talcahuano. La actividad tampoco fue interrumpida. Según confió una fuente cercana a Nazareno, el presidente de la Corte no dio demasiada importancia a la amenaza. En una de esas búsquedas se descubrió el domingo un artefacto precario en la estación Retiro. Se trataba de algo que pretendía simular una bomba con un reloj, pero sin posibilidad de detonar, explicó el juez Adolfo Bagnasco. Ante una oleada que no parece detenerse, Bagnasco prefiere prevenir: el miércoles en su despacho habrá una reunión entre representantes de la Secretaría de Transportes, la Comisión Nacional de Transportes, Metrovías y la Policía Federal para ajustar mecanismos de seguridad y control.
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