Psiquiatría de urgencia Por Alain Vernet, Michel Henin yEmmanuèle Papazoglou * |
Para los sobrevivientes, existe una fuerte diferencia entre los serbios, que permanecieron en su país y a los que no se les quiso borrar hasta la memoria, y los albanokosovares, a los que se intentó arrancar la historia, la identidad, el nombre. Esta paz, incluso precaria, es insuficiente para permitirse reapropiar su existencia. Porque, después de todo, es evidente que quedarán los recuerdos de esos momentos terribles, con todo su peso traumático. Aun cuando la amenazas hayan desaparecido, siempre quedará esa pregunta esencial para todos los sobrevivientes: ¿Cómo vivir después de eso? En efecto, cómo hacer para no revivir día tras día, noche tras noche, los traumatismos pasados; sin olvidarlos, sin amputarlos de su memoria y por lo tanto de una parte de uno mismo. ¿Cómo no repetir incansablemente, rever sin cesar esas visiones de horror, o revivir en su cuerpo estigmatizado los sobresaltos de un pasado inimaginable? ¿Cómo, sobre todo, permitir que los niños se dirijan hacia su futuro, constituyan progresivamente una identidad? ¿Cómo hacer, a pesar de todo, para que integren una experiencia tan dolorosa en un proceso de vida? Porque esos traumatismos pueden acompañarse, eventualmente en un segundo momento, de la desaparición de toda capacidad mental susceptible de poner la violencia a distancia. Es grande el riesgo que corren estos niños de oscurecerse progresivamente en una muerte física y aparecer como empobrecidos, atónicos, fáciles presas de enfermedades somáticas y conductas impulsivas. Todo eso, además, aumentaría si se comprueba que la calma de la región es precaria, y que la muerte persiste en rodar y en atacar de manera siempre imprevisible. Por lo tanto, será necesaria, más allá de la acción humanitaria urgente, más allá de la ayuda material reparadora, más allá del regreso a un ambiente normalizado y socializado (constituido particularmente por la escolarización cuando fueron recibidos en otros países), proponer métodos terapéuticos destinados a relanzar el proceso de vida. Esos métodos terapéuticos respetuosos del sufrimiento, que permitan integrarlo en una trayectoria humana, deberán ir más allá de la expresión inmediata del sufrimiento y del drama. Por lo tanto no será suficiente contentarse con sesiones llamadas debriefing en las que las víctimas son invitadas a hablar, a verbalizar lo indecible para poder integrarlo a su historia. Habrá que proponer otros métodos, especialmente dedicados a los niños, porque en ellos el traumatismo permanece actuando durante años y puede, en lugar de enquistarse en el olvido, hacerse más y más vívido con el tiempo (como lo demuestran los estudios hechos con víctimas de atentados o de accidentes de ruta). Para permitir que los niños de Kosovo y las otras víctimas puedan reconstruir una existencia y una identidad, los métodos terapéuticos adaptados deberán utilizar estrategias de rodeos. No deberán recordar, hacer hablar, vivir y revivir el traumatismo sin cesar, sino hablar de sí a través de un acto de imaginación. Se tratará de convertirse en actor de una historia sucedida, para dominar nuevamente su destino, reinventar la vida. Tal acción deberá reinstalar el humanismo en el corazón de los destinos rotos, para reinscribirlos en una historia, aunque sea trágica. *Integrantes del Colegio Internacional de Psiquiatría Infantil. Publicado en Libération.
|