Por Luis Felipe Noé *
Lejos del
mundanal ruido, de informaciones, modas, de planteos críticos sobre la identidad o el
deber ser del arte argentino, Enrique Salvatierra (Tucumán, 1948), desde su
terruño y refugio catamarqueño de Santa María -.cuna de una de las culturas
precolombinas más interesantes dentro del espacio geográfico actualmente llamado
Argentina formula a través de su obra, de la manera más natural, o sea exenta de
actitudes, las respuestas ético-estéticas apropiadas a lo que, para otros alojados en
centros urbanos, constituye un mar de conjeturas e interrogaciones sobre lo que un artista
en nuestra tierra debe o no hacer.
Precursora de una corriente defendida por algunos críticos en búsqueda de un arte
auténticamente americano, basado en nuestras raíces, la obra de Salvatierra señala por
presencia lo más fuerte y propio que respalda la verdad de esa posición. Pero también
por ausencia de toda voluntad de dictar cátedra sobre lo que debe hacerse, Salvatierra
pone de manifiesto, también sin buscarlo, por mero contraste, la exterioridad y la falta
de un fundamento genuino de los que por cálculo hacen un embanderamiento de lo que para
él es tan natural como el aire que se respira y la tierra sobre la que se camina.
Yo, hijo de lo urbano, sin haber vivido nada más que en grandes ciudades, con un planteo
estético que en consecuencia me parece necesario realizar, el de la asunción del
caos, tengo sin embargo por la obra de Enrique Salvatierra la más profunda
admiración. Esta aparente contradicción debe explicarse por mi enorme respeto por la
autenticidad, entendiendo por tal la asunción de su contexto que realizan algunos
artistas, como es este caso.
Con la delicadeza ¿y por qué no decir la palabra señorío? que
lo caracteriza como persona, la obra de Salvatierra manifiesta una verdad concreta y
figurativa (no debe entenderse por figuración siempre representación ni viceversa).
Ella refleja la contemporaneidad de una tradición ancestral con la que Enrique se
consustanció desde su infancia por razones familiares ya que su padre, antropólogo y
arqueólogo, realizó estudios fundamentales sobre la mencionada cultura.
Es el suyo un arte de profundo refinamiento, lleno de sutilezas y alusiones. Lo que
muestra a través de todos los medios que utiliza: pintura, tapiz, cerámica, escultura,
aunque en clave distinta según el procedimiento. Medio, forma y contenido constituyen en
la obra de Salvatierra una misma cosa. Por lo tanto, los planteos varían según la
técnica utilizada, pero el común denominador es la presencia de una visión
profundamente auténtica. La visión de Enrique Salvatierra: un artista que merece un
reconocimiento mucho más grande que el que tiene, aunque esta falta se explique por un
aislamiento voluntario. La causa profunda de éste debe encontrarse, creo, en la unidad
originaria que explica entre cosas aquella a la que me referí, entre medio, forma y
contenido de su obra. Y esta unidad originaria es la del hombre Salvatierra con su lugar.
Su apellido pareciera absolutamente apropiado. Salvatierra, en todo caso, simplemente es
un gran artista. (En el Centro Borges, Viamonte y San Martín, hasta el 12 de julio).
*La muestra de Salvatierra la primera del artista en Buenos Aires
inaugura el espacio Ojo al país, destinado a exhibir buenos artistas del
interior, auspiciado por el Fondo de las Artes y la Fundación Antorchas en el Centro
Borges. Noé, motor del proyecto, es cocurador del espacio, junto con las instituciones
auspiciantes.
PINTURAS DE IGNACIO DE LUCCA
Complejas raíces de un misionero
Por Fabián Lebenglik
En el corazón de
un árbol, en el hueco de una raíz, o en la axila de una rama, un nuevo rizoma puede
formarse, se cita en el catálogo de la muestra del pintor misionero Ignacio De
Lucca (1960). La cita pertenece al célebre libro Rizoma (1976) de Deleuze y Guatari.
La muestra remite ex profeso al texto que serviría, en este caso, como una guía de
museo, para develar las investigaciones plásticas del pintor alrededor de cierta idea de
estructura y de percepción pictórica.
Aquel libro sostenía que el modo de reflexión clásico siempre estuvo regido por una
lógica binaria de estructura arborescente, derivativa, que consiste en un centro
que se bifurca y que, por lo tanto, era incapaz de pensar la multiplicidad. Detrás
de esa estructura arborescente hay una obvia jerarquización, un paradigma dual, en el que
siempre se privilegia alguno de los dos componentes, en detrimento del otro, como en el
caso de alma y (versus) cuerpo.
El rizoma, al revés que el árbol, se ramifica en todos los sentidos y puede tomar
caminos inesperados. El rizoma evoca un modo libre y radicalizado de pensar e implica una
maquinaria mental de múltiples líneas de acción, de abordaje y de fuga. Los cuadros de
Ignacio De Lucca aparecen, en un primer vistazo, como telas claras que tienden a la
invisibilidad, pero al acercarse el espectador comienza a ver las tramas, casi las
grillas, que atraviesa la imagen. Esas tramas no se corresponden necesariamente con
raíces, sino que también es posible asociarlas a redes óseas, líneas fosilizadas,
minerales, etc. Texturas, pinturas, dibujos, objetos y escenas escondidos entre esas
tramas de materiales e imágenes, proponen en conjunto una pintura en la que la
percepción no debe tanto regirse centralmente por las coordenadas del espacio, sino más
bien por las del tiempo. En este sentido cada pintura de De Lucca requiere de un
transcurso, de una adaptación a la luz, de una toma de distancia y de un tiempo real
frente a las obras. Es posible encontrar un tiempo dentro del tiempo, un mirar dentro del
ver. Contra los tres segundos que los visitantes de galerías, museos y centros culturales
suelen darle a cada obra para esta diga lo que sabe o calle para siempre, las telas de
este artista piden más invitan a desentrañar los restos de relatos perdidos que se
ocultan detrás de las selvas de ficción. (Centro Borges, hasta el 15 de julio.)
Rama (1997), una de
las obras Ignacio
De Lucca.
Raíces, rizomas y restos de relatos perdidos.
INAUGURAN EN LA SEMANA
Oscar
Serra, pinturas y esculturas, hoy, en Filo, San Martín 975.
Leo Batistelli y otros, mañana, en el Centro Rojas, Corrientes 2038.
Mariano Sapia, pinturas, hoy, en Praxis, Arenales 1311.
Proyecto Riachuelo, multimedia, el 1º, en Roberto Martín, Defensa
1344.
Mercedes Vilela, pinturas, el jueves 1º, en el Centro Borges.
Ana Binello, pinturas y objetos, el 2, en Pabellón IV, Uriarte 1332.
Jorge Macario, grabados y pinturas, el 2, en el CCGSM, Corrientes
1551.
Hoy es San Spilimbergo
Hoy a las 19, en el Centro Recoleta (Junín 1930), se inaugura una retrospectiva de 100
pinturas y monocopias de Lino Enea Spilimbergo, organizada por el Fondo Nacional de las
Artes (FNA) y la Fundación Spilimbergo. Se presenta el libro sobre Spilimbergo, editado
por el FNA.
A preparar los pinceles
La Fundación Fortabat convoca a los pintores argentinos sin límites de edad para
participar del Premio de Pintura 1999. Las obras no podrán exceder los 2 m de base. Los
interesados deberán inscribirse previamente y entregar 5 fotos color, tamaño postal, de
las obras a concursar, con referencias al dorso; más un currículum de 15 líneas. La
inscripción y entrega se realizará en Avenida de Mayo 1212, 1º piso (1085), los días
de semana de 10 a 16, salvo los miércoles, de 9 a 13. El cierre es el 30 de julio. El 1º
premio será de $ 30.000 (adquisición) y la mención, de $ 5000. El jurado estará
integrado por Benedit, Buccellato, García Uriburu, Glusberg, Paz y Whitelow. La
exposición se inaugurará el 3 de noviembre en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Sobre el arte cubano
La curadora de la Bienal de La Habana, Margarita Sánchez, que está desde hace 15 días
en la Argentina seleccionando artistas para la gran muestra cubana, dará una conferencia
sobre arte de su país, hoy, a las 17, en el Centro Recoleta. |
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