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Una campaña para integrar a los discapacitados

La FUA lanzó un programa para combatir las trabas arquitectónicas y académicas  que sufren los alumnos con discapacidades.

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“Las facultades no fueron construidas para funcionar como tales.”

Por Cecilia Sosa

t.gif (862 bytes) Una enfermedad del sistema nervioso la obliga a usar una silla de ruedas. Pero a Laura Llabrés eso no le impidió graduarse como farmacéutica, concluir un posgrado en biotecnología y microbiología industrial y, en marzo pasado, recibir el título de bioquímica. Todo en la Facultad de Farmacia de la UBA. Pese a su ejemplo, el tránsito por la universidad no suele ser sencillo para la mayoría de los discapacitados, por la presencia de trabas tanto académicas como arquitectónicas. Por eso, la Federación Universitaria Argentina (FUA) acaba de lanzar, junto con la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), un programa para facilitar la inclusión de personas con “capacidades diferentes”. A la vez, ya se trabaja para presentar ante el Consejo Superior de la UBA un proyecto para repetir una experiencia que resultó exitosa en la Facultad de Arquitectura, la Comisión Pro-Medios Accesibles (ver recuadro).
“La universidad no está abierta a los discapacitados, no hay infraestructura. Y también hace falta mucha más solidaridad. Un profesor no me dejaba cursar su práctico de Química Orgánica porque decía que, al hacer experimentos, yo ponía en peligro la vida de mis compañeros. Por suerte, las autoridades intervinieron y yo pude seguir la carrera”, relata Llabrés, quien colaboró con el flamante proyecto. Por un lado, se trabajará para romper las barreras arquitectónicas que dificultan el tránsito y el acceso en las sedes académicas. Y, por otro, se formarán comisiones, integradas por profesores y alumnos discapacitados, para incluir en los planes de estudio de todas las carreras del país los problemas de la discapacidad. “Este programa es positivo para toda la sociedad. Aplicar políticas de integración nos hace mejores personas a todos”, asegura el doctor Aldo Ferrarés, fiel compañero de su hermano Carlos, que desde su silla de ruedas coordina el Departamento de Discapacidad de la CTA.
“En la mayoría de las sedes universitarias no hay ascensores especiales, ni rampas. Son pocos los baños que están adaptados para recibirlos –detalla Eduardo Winkler, secretario de Acción Política de la FUA–. Las facultades no fueron construidas para ser tales y, las que lo fueron, no contemplaron la cuestión del acceso de los discapacitados”, explica Winkler.
Otro de los ejes de la campaña será la formación de comisiones de trabajo en todas las federaciones estudiantiles del país para generar nuevas políticas de inclusión. “Las mejores políticas de inclusión son las que están elaboradas por los propios discapacitados. Ellos saben mejor que nadie las cosas que les hacen falta para sentirse incluidos”, asegura Winkler. Así, el mes que viene se lanzarán dos cátedras libres sobre discapacidad, que funcionarán en las universidades nacionales de Rosario y de Salta.
Las comisiones también buscarán incluir la discapacidad dentro de los diversos planes de estudios. “No puede ser que, dentro de las carreras de Ingeniería, el diseño ergonométrico sea sólo una materia optativa. Todos los profesionales deberían saber cómo hacer instalaciones que admitan el uso de todos”, subraya Sol Díaz Ortiz (FUBA), una de las colaboradoras del programa en Buenos Aires. Una de las áreas de interés, cuya inclusión se impulsará en las carreras de Psicología, es la sexualidad de los discapacitados. “Es un tema del que nunca nadie se hace cargo –asegura Carlos Ferrerés–. Siempre se lo niega, parecemos eternos niños a cuidar. Pero no somos enfermos. Atravesamos situaciones de vida distintas”.
“Después, habrá muchas más cosas para hacer, como poner intérpretes de señas para sordos, y hacer bibliotecas parlantes para ciegos”, anticipó Winkler. A fin de año, las diversas comisiones se reunirán en un congreso nacional para compartir avances y experiencias.
Con todo, desde la FUA y la CTA coinciden en que lo más difícil de erradicar será la discriminación. “Las rampas se pueden construir, los baños amoldar y los planes de estudio modificar. Pero las barreras sociales son las más difíciles de derrumbar. Ese es nuestro objetivo final –dice Winkler–. Nosotros empezamos desde nuestro lugar, la universidad”.

 

En aumento
En la Argentina no se sabe cuántas personas sufren algún tipo de discapacidad. Pero, según estimaciones, serían 3,3 millones de personas. “La violencia urbana, la ciencia que salva gente que antes se moría, la falta de seguridad laboral y los elevados índices de pobreza, hacen pensar que la cifra va a aumentar”, asegura Aldo Ferrerés, que a instancias de la FUA, integrará una comisión interdisciplinaria para investigar el tema. “Encima, el Estado no cumple las leyes vigentes –se queja su hermano, Carlos–. El mes pasado, un decreto de Menem condonó una deuda de 440 millones de pesos que los bancos tenían con las instituciones de discapacitados. Hacía años que no pagaban el porcentaje de sus transacciones estipulado por la Ley de Cheques”. E ironizó: “Los discapacitados tuvimos que salir a auxiliar el capital financiero”.

Pioneros
“Yo veía a los chicos en silla de ruedas, solos y abandonados. Un día los llamé, empezamos a trabajar y nació la Comisión Pro-Medios Accesibles (Coproma)”, cuenta Clara Fabre. La comisión funciona desde el ‘95 en la Facultad de Arquitectura (UBA): “La única facultad con accesibilidad completa –se enorgullece Fabre–. Tenemos ascensores especiales, baños adaptados, teléfonos para hipoacúsicos.” Y la Alianza estudiantil prepara un proyecto para presentar ante el Consejo Superior para que la iniciativa se extienda a toda la UBA. La Coproma integra a los alumnos con alguna discapacidad de la facultad y el CBC. Además de ayudarlos, Fabre suele dar una clase especial a los compañeros de aquéllos. “La gente no es indiferente, pero a veces no sabe cómo ayudar”, explica y cuenta: “Dos profesores ya se afeitaron la barba para que los alumnos sordos puedan leerles los labios.”


Para el tiempo... libre (si queda)

Debate. El experto en educación superior Marco Antonio Rodrigues Días debatirá con legisladores, rectores y alumnos sobre la Cumbre de Educación Superior de la Unesco. Hoy, a las 18, en el Salón Auditorium del Congreso.
Sida. Hoy, a las 17, se presentarán los proyectos de prevención primaria y secundaria elaborados en el marco de PRE-Sida. En el aula 512 de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Marcelo T. de Alvear 2230.
Libros. Hoy, a las 19, se presentarán “Empleo: el proceso de selección” y “Empleo: discriminación, teletrabajo y otras temáticas”, de Martha Alles. En el Colegio de Graduados en Ciencias Económicas, Viamonte 1582.
Canadá. La Universidad Torcuato Di Tella invita a un seminario abierto sobre “Federalismo y política en Canadá”. Hoy, a las 18, en Miñones 2177.
Brasil. Mañana se hablará sobre el “Brasil de posguerra” en el curso audiovisual de Historia del Brasil de la Universidad de San Martín. A las 18.30, en la Fundación Prebisch, Pasaje de la Piedad 24.
Charla. La Universidad de General Sarmiento invita a una Jornada de Investigación y a la charla “En respuesta a la huida de la ciencia y la razón”. Mañana, de 10 a 18, en José León Suárez y Luis María Gutiérrez (Los Polvorines).
Japón. Mañana, a las 18.30, se realizará una conferencia sobre “La relación entre Argentina y Japón” en la Universidad Católica de Salta, Paseo Colón 533, Tel. 4342-9034.


EL DATO
Ciencia por la memoria

Hoy habrá una charla abierta sobre “Ciencia, identidad y memoria”, organizada por el centro estudiantil de la Facultad de Ciencias Exactas (UBA). Estela de Carlotto, Alcira Ríos (de Abuelas de Plaza de Mayo), y Ana María Di Lonardo (del Banco de Datos Genéticos) hablarán sobre: restitución de hijos de desaparecidos; huellas digitales del ADN; y aspectos jurídicos. A las 18, en Ciudad Universitaria, Pabellón II, aula 4.

EL NUMERO
5500

Son las horas de clase que deberán tener todas las carreras de Medicina, según aprobó el Consejo de Universidades la semana pasada. La resolución –cuyo contenido fue anunciado por este diario en enero– establece que la carga horaria mínima deberá ser de 3900 horas para la formación básica y clínica, y de 1600 para la práctica. Las veintidós universidades que forman médicos en la Argentina tienen un año para adecuar sus planes de estudios.


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