Por Raúl Dellatorre Los analistas, y aun el propio
Gobierno, descuentan que la tasa de desempleo que el Indec dará a conocer a mediados de
julio rondará entre el 14 y el 15 por ciento. En el contexto de este crecimiento de la
desocupación, que no llega a recoger todavía el efecto pleno de la actual recesión, el
Gobierno lanzó una serie de propuestas para atenuar el impacto sobre el mercado laboral,
con resultados dudosos. Mientras tanto, analistas del sector público y privado, y aun
desde la Alianza, advierten que ni en las mejores condiciones de crecimiento podrá
asistirse a una reducción sensible del nivel de desempleo en los próximos años, lo que
impondría la necesidad del debate de políticas sociales de contención para una gran
masa de trabajadores que no encontrarían lugar en el mercado.
Roberto Frenkel, uno de los principales referentes de la Alianza en temas económicos,
advirtió ayer que suponiendo que los ajustes y el reacomodamiento de la economía
ya estén concluidos, un crecimiento del producto de seis puntos anuales nos daría una
reducción de un punto anual en la tasa de desempleo. Ello supondría que tendrían
que sucederse diez años de óptimos resultados macroeconómicos para alcanzar una
desocupación inferior al 5 por ciento.
El ex jefe de asesores de Juan Sourrouille durante el gobierno de Raúl
Alfonsín explicó que la baja elasticidad del empleo al crecimiento
respuesta del primero a crecimientos en el segundo está asociada a la
poca flexibilidad del mercado laboral. Los empleadores, de acuerdo con este
criterio, se verían limitados de tomar más personal cuando crece su producción debido a
los elevados costos laborales. Por otra parte, señaló que el empleo que se generaría en
una economía en crecimiento no se reflejaría plenamente en la baja del desempleo,
ya que una parte importante sería absorbida por los actualmente subempleados, cuya
proporción es similar a la de los desempleados, y por los nuevos trabajadores que se
incorporan al mercado.
El economista radical advirtió, sin embargo, que esta proyección optimista de
crecimiento no se observará en lo inmediato, ya que todavía estamos en plena
recesión. De ello se deriva, entonces, que el punto de partida será una
desocupación más alta que el 15 por ciento estimado para mayo.
Frenkel fue uno de los expositores del Foro en Defensa del Empleo, organizado por la
Comisión de Políticas de Empleo de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos
Aires. Alejandro Mosquera, presidente de la Cámara, señaló en la apertura que el
problema del desempleo, el subempleo y la mala calidad de trabajo responde a un modelo
político, social y económico que necesita de estos elementos, que los tiene como
consecuencias naturales, por lo que se hace necesario cambiar el rumbo, con un Estado
planificador.
La Comisión de Políticas de Empleo, presidida por Daniel Cieza, realizó una estimación
de desempleo en base al comportamiento del mercado en respuesta a la evolución del PBI
durante la convertibilidad. Del mismo resulta que, a nivel nacional, hoy la desocupación
alcanzaría al 15,3 por ciento y a nivel de la provincia de Buenos Aires, al 17,7 por
ciento.
Carlos María Vila, director nacional del Instituto Nacional de la Administración
Pública, que compartió panel con Frenkel, se preguntó qué hacer con una enorme
masa de trabajadores que han quedado desocupados y, por edad u otros condicionamientos, se
han quedado sin capacidad de reinserción en el mercado de trabajo. Puntualizó que
cuando el aparato productivo se reactiva, se nutre de otra mano de obra, los
jóvenes o los sobreeducados, es decir, aquellos a quienes se les piden requisitos de
estudio que no tienen nada que ver con la actividad que van a desempeñar. En ese
marco, los desocupados con amplia experiencia pero de edad madura quedan descartados,
advirtió.
Hasta hace una década, la discusión era si un desocupado era un marginal o fuerza
de reserva, pero la dinámica de la economía resolvió eldebate: hoy no son reserva de
nada, son prescindibles, podrían borrárselos y la economía no lo sufriría, se
quejó Vila. Es necesaria una estrategia nacional de desarrollo, plantear desde el
sector público políticas activas para generar canales más equitativos, un desarrollo
más sostenible. Ese no es un tema del mercado, concluyó.
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