The Guardian de Gran Bretaña
Por Chris Morris Desde Mudanya Una corte turca sentenció
ayer a muerte al líder rebelde kurdo Abdullah Ocalan por alta traición, en una decisión
que ignoró los pedidos de indulgencia y puso al gobierno de Ankara contra Europa. La
corte, reunida en una prisión en una isla fuertemente custodiada, sentenció a Ocalan a
la horca, diciendo que su liderazgo de una rebelión de 15 años del Partido de los
Trabajadores de Kurdistán (PKK) había producido la muerte de “bebés, niños,
mujeres y ancianos”. “Asesinó a miles de inocentes –le dijo el juez Turgut
Okyay a la corte–. Sus actividades constituyen un serio, inmediato y gran peligro
para el Estado.” Ocalan mismo demostró poca emoción cuando se leyó la sentencia.
Oyó impasible la declaración del juez desde el interior de un cubículo de vidrio a
prueba de balas. Luego saludó con la mano a la corte antes de ser retirado del lugar.
En Turquía se impusieron medidas de seguridad extra para resguardarse de posibles
reacciones violentas. Pero no hubo una repetición de la ola de manifestaciones violentas
que ocurrieron en toda Europa después que Ocalan fuera capturado en febrero. Mientras
Alemania, que alberga a una gran comunidad kurda, también entró en estado de alerta de
seguridad, tanto la Unión Europea como el Consejo de Europa exhortaron a Ankara para que
conmutara la pena. La sentencia podría llevar a un boicot de la cumbre de la
Organización por la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), de la que Turquía será
la sede en noviembre. El juez dijo que no había ninguna posibilidad de que la corte de
seguridad del Estado conmutara una sentencia de muerte, pero el caso de Ocalan va ahora
directamente a la corte de apelación. Luego le tocará al Parlamento turco decidir si la
ejecución se lleva a cabo o no.
El veredicto en este juicio emocionalmente cargado fue dado después de sólo nueve
sesiones de la corte. Ocalan, usando un saco cruzado marrón y una camisa abierta al
cuello, habló brevemente al comienzo de la audiencia de ayer. “No acepto los cargos
de traición –dijo con tranquilidad–. Creo que el futuro de este país debería
ser la paz, no la guerra.” El líder rebelde reiteró su pedido de reconciliación
durante todo el juicio: paz y hermandad entre turcos y kurdos. Como muchos de sus
compatriotas turcos, el panel de tres jueces no se dejó impresionar. Les tomó menos de
media hora llegar a una decisión, que fue recibida en la corte por un coro en que los
familiares de los soldados caídos en la lucha contra el PKK entonaron el himno nacional
turco. “Espero que este veredicto sea auspicioso para nuestro pueblo”, dijo en
Ankara el primer ministro turco, Bulent Ecevit. Su gobierno debe enfrentar ahora el debate
político sobre si ejecutar o no la sentencia.
Los siete comandantes jefes del PKK dijeron en una declaración ayer que el pueblo kurdo
“advertirá al mundo que esta peligrosa decisión podría envolver en llamas no sólo
a Turquía y a Kurdistan, sino a toda la región”. Mizgin Sen, una vocero del PKK,
advirtió en Londres que “la decisión de Turquía llevará a una intensificación de
la guerra”. Mientras muchos turcos salieron a las calles a festejar, los seguidores
de Ocalan fueron rápidos para condenar el veredicto. El ala política del PKK dijo que el
Estado había malgastado una importante oportunidad para lograr una solución
democrática, y sostuvo en una declaración: “Con este veredicto Turquía ignoró el
llamado kurdo de una resolución pacífica de la guerra y un fin al derramamiento de
sangre”.
Pero por ahora las protestas kurdas probablemente sean limitadas. La mayoría de la gente
está esperando a ver si la ejecución se lleva a cabo o no. Hubo protestas en pequeña
escala ayer, de exiliados kurdos en varias ciudades europeas, incluyendo una frente a la
embajada de los Estados Unidos en Londres. Los abogados de Ocalan dijeron que llevarán el
caso a la Corte Europea de Derechos Humanos. Creen que hay varios motivos paraapelar
contra la conducción del juicio. Amnesty International ya pidió un nuevo juicio,
argumentando que los procedimientos de la corte violaron la ley nacional turca y las
normas legales internacionales. Sin embargo, las autoridades de Ankara advirtieron que no
tolerarán ninguna
injerencia externa en sus sistema judicial.
Ocalan trató de atraer tanta atención internacional hacia su caso como le fue posible.
Aunque por un lado no discutió los detalles de los cargos en su contra, intentó llegar a
un acuerdo, sugiriendo que solo él podría poner fin a la rebelión kurda. Su argumento
fue rechazado firmemente por los jueces, pero el debate sobre su destino recién comienza.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
EE.UU. SE ABSTUVO DE OPINAR, E ISRAEL REFORZO
SU SEGURIDAD
Cuando Europa pone el grito en el cielo
Por Ian Traynor Desde Berlín
Cientos
de kurdos manifestaron ayer en las principales capitales europeas en protesta por la
sentencia de muerte que Turquía dictó al líder de la guerrilla Abdullah Ocalan,
mientras la Unión Europea advirtió que su ejecución podría ser un serio revés para la
ambición del gobierno de Ankara de unirse a ella. Las protestas, desde Moscú hasta
Londres, fueron pacíficas, en contraste con los disturbios de febrero, cuando Ocalan fue
tomado por la fuerza y arrestado en Nairobi por un escuadrón turco de secuestro. Pero las
organizaciones y los activistas políticos de la guerrilla kurda amenazaron con recrudecer
su insurgencia de 14 años, declarando que una mayor violencia es ahora inevitable.
El proscripto Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) de Ocalan respondió a la
detención y la sentencia por los cargos de alta traición y asesinato contra su líder
acusando a Turquía de haber perdido su oportunidad para lograr la paz y el diálogo.
“Este veredicto significa que Ankara será ahora incapaz de perseguir el camino de la
paz, la democratización y el desarrollo económico”, declaró desde Génova el
vocero del PKK, Mehmet Balci. En Colonia, un centro principal de la diaspórica red del
PKK, el liderazgo de la guerrilla hizo un llamamiento a todos los kurdos a protestar
contra el veredicto, que continúa con “el exterminio y el rechazo al pueblo
kurdo”. En Viena, el Frente de Liberación Nacional del Kurdistán –el ala
política del PKK– dijo que el veredicto significa que puede haber una escalada del
conflicto y dejó en claro que el movimiento está examinando sus próximos pasos.
Los gobiernos occidentales fueron unánimes en condenar la sentencia de muerte y mostrarse
alarmados, especialmente Alemania, dado el potencial de violencia que implica en el seno
de sus países. En uno de los últimos actos de Alemania como presidente de la Unión
Europea, el Ministerio del Exterior presentó una declaración en nombre de la Unión al
sostener que “la presidencia expresa su esperanza de que Turquía no ejecute la
sentencia de muerte contra Abdullah Ocalan. A la luz de la declarada intención de
Turquía de querer ser miembro de la Unión Europea, debería ser claro que la no
aplicación de la pena de muerte es uno de los valores comunes de la Unión Europea”.
Sólo EE.UU. se abstuvo de opinar sobre la sentencia, pero calificó a Ocalan de
terrorista y afirmó que el juicio había sido justo. Israel, por su parte, puso en estado
de alerta sus embajadas en Alemania, Gran Bretaña, Suiza, Francia e Italia, donde viven
grandes comunidades kurdas que acusan al Estado judío de haber ayudado a la captura de su
líder.
En el encuentro de la Unión Europea en Colonia a principios de este mes, el canciller
alemán Gerhard Schroeder, revirtiendo años de hostilidad alemana hacia las ambiciones de
Ankara, intentó que Turquía fuese admitida en la lista de países aspirantes a ser
miembros de la unión. Pero no lo logró, por la resistencia de Grecia y por las reservas
de algunos miembros sobre los antecedentes de Ankara en materia de derechos humanos.
El veredicto también planteó una situación incómoda para Occidente en la etapa
posterior a la campaña de bombardeos de la OTAN contra los serbios. Turquía es el
miembro clave de la OTAN en los Balcanes y fue un fuerte sostén de la campaña aérea,
pero los activistas occidentales contrarios a la guerra han señalado insistentemente la
inconsistencia de la OTAN al librar una guerra “humanitaria” para salvar los
derechos humanos en Kosovo, mientras no levanta un dedo para castigar las políticas
represivas de Ankara contra los kurdos.
Alemania montó operaciones de seguridad para cortar de raíz toda protesta violenta como
las que hicieron erupción en febrero, cuando cuatro kurdos fueron asesinados frente al
consulado de Israel en Berlín. Las demostraciones pacíficas se desarrollaron en media
docena de ciudades de Alemania, que alberga tres millones de turcos y 500.000 kurdos,
incluyendo 50.000 simpatizantes del PKK y 11.000 miembros activos.
Traducción: F. G.
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