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Los investigadores tienen “pistas
firmes” sobre quiénes amenazan

Tanto el Ejecutivo como el juez que investiga las intimidaciones sostienen que “hay pistas” que pueden llevar a los autores de las amenazas. Ayer hubo ocho nuevos anónimos, dos de ellos nuevamente en estaciones del subte.

El secretario Miguel Angel Toma rumbo a la reunión en Tribunales.
La investigación en el caso de Metrovías va por cuerda separada.

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t.gif (862 bytes)  Ocho nuevas amenazas a oficinas del Poder Judicial, Enargás, la morgue y subterráneos le dieron continuidad ayer a la oleada de intimidaciones telefónicas que cumplió una semana. Por la tarde, el juez federal Adolfo Bagnasco dio las primeras esperanzas de esclarecimiento, refrendadas luego por el secretario de seguridad Miguel Angel Toma. “Hay pistas que pueden resultar en breve”, coincidieron. Y una alta fuente del Ejecutivo le dijo a este diario que “en ningún caso hay organizaciones tras las amenazas. Serían particulares y ni siquiera se han detectado llamados desde un mismo teléfono”. No obstante, fuentes judiciales admitieron que “a esta altura se investigan por separado los avisos de bomba que recibe la empresa Metrovías”. El motivo: un reflote de la teoría según la cual esos telefonazos responden a un conflicto gremial.
Ayer las advertencias de que una bomba estaba por explotar llegaron a la Cámara de Casación del Trabajo, las dependencias de la Corte Suprema, la sede de Administración y Finanzas de la Corte, en Sarmiento al 800, al Ente Nacional de Regulación del Gas, la Morgue judicial, y dos estaciones de subte: Mitre y Loria. En la Corte insistieron en la amenaza al secretario penal Esteban Canevari, quien está a cargo de la instrucción de la causa por la explosión en la embajada de Israel. En la Cámara laboral, una voz de mujer se comunicó con el juzgado 57, a cargo de María Inés Locatelli. “El Poder Judicial es corrupto, todos los jueces son corruptos, están arreglados con el Estado y el poder”, dijo en una exaltada diatriba.
Una fuente de Tribunales admitió a este diario que se investigan por separado las amenazas que escuchan los empleados de los subtes porteños, regresando a la hipótesis según la cual las intimidaciones son síntoma de un conflicto gremial interno. La diferencia estaría basada en que es sólo en las estaciones de Metrovías donde se han encontrado tres imitaciones de bombas. Por otra parte, en la reunión que ayer se realizó en el despacho de Bagnasco con el presidente de Metrovías, Claudio Cirigliano; el secretario de Transporte, Armando Canosa; Toma y personal de la Federal, quedó al descubierto “cierta incomunicación entre la seguridad de la empresa y la policía”. “La empresa tiene su propia seguridad –las empresas Search y Prosegur, ex grupo Yabrán– y de hecho hay un manual que hasta hoy la Federal desconocía”, apuntó a Página/12, uno de los asistentes a la reunión.
La teoría del “gracioso” o “inadaptado” que amenaza por propia iniciativa sigue siendo la preferida tanto del juez como del gobierno nacional. A nadie, ni siquiera en la Alianza, se le ocurre pensar en una expresión de descontento preeleccionario. No descartan la idea, pero la devalúan cada vez que pueden. Ayer, el vicejefe de Gobierno de la ciudad, Enrique Olivera, usó la expresión “terrorismo telefónico” en una radio porteña. El funcionario considera que en muchas ciudades del mundo se ha buscado “alterar la tranquilidad pública especialmente en períodos especiales, como podría ser el preelectoral”. Pero que en Buenos Aires no son más que “inadaptados sociales”.
La categoría es usada por cada sector para desestimar la posible motivación política de las intimidaciones. Consultado sobre qué clima se busca lograr a través de una serie tan consecuente de amenazas, Toma le dijo a este diario que “lo que se busca es provocar una molestia más, aumentar el fastidio y la preocupación cuando en una ciudad como Buenos Aires ya tenemos bastante motivo para estar en estrés”. A su turno, el jefe de Gobierno, Fernando de la Rúa, reclamó que la “SIDE y la Policía Federal tienen que actuar con más eficacia para detectar de dónde vienen” los llamados. “Parecen bromas macabras, que no pasan de eso, pero preocupan y crean alarma”, fustigó el candidato a presidente.

 


 

REGULAN LA PUBLICIDAD DE LOS ADELGAZANTES
Un freno a los milagros de la tevé

Por M.C.

t.gif (862 bytes) Mientras el aviso del suplemento dietario que promociona Susana Giménez sigue apareciendo en televisión a pesar de la prohibición de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), ayer entró en vigencia una disposición del organismo que establece pautas éticas para la publicidad de productos similares al Reduce Fat Fast. La norma regula también la promoción de especialidades medicinales de venta libre y de productos odontológicos y cosméticos.
Tras el escándalo desatado la semana pasada con el nuevo negocio de la diva de los teléfonos, los legisladores no quisieron quedar ajenos al tema. Ayer, con una poco habitual muestra de unanimidad, diputados del oficialismo y la oposición anticiparon que pedirán el tratamiento, en la sesión del próximo miércoles, de una ley que prohíba la venta libre de remedios fuera de las farmacias y regule la publicidad de los medicamentos.
La disposición Nº 3186 de la Anmat que menciona las “pautas éticas” que deberán adoptar los mensajes publicitarios fue publicada ayer en el Boletín Oficial. La flamante normativa fue elaborada por una comisión especial del organismo, con el consenso de las cámaras representativas del sector farmacéutico, según se informa en los considerandos.
Entre otras condiciones, las publicidades de los suplementos dietarios y de los productos medicinales y cosméticos, deberán presentar sus propiedades “objetivamente sin engaños o equívocos, brindando información veraz, precisa y clara”, de acuerdo al artículo 2º. No podrán “emplear frases que provoquen temor o angustia, sugiriendo que la salud del sujeto se verá afectada en el supuesto de no usar el producto”, o incluir mensajes como “aprobado o recomendado por expertos” o “demostrado en ensayos clínicos”, que no estén fundados en bases científicas que lo sustenten. En el caso específico de los suplementos dietarios, se prohíbe que en los anuncios se afirme que un producto tiene una función superior que otros con frases como “el más efectivo”, “el menos tóxico”, “el mejor tolerado”, a menos que sea sustentado científica o técnicamente.

 

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