Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Anarquía y caos al poder en el Kosovo de la OTAN

No hay ejército ni policía y los profesionales serbios abandonan el lugar en masa, en un Kosovo donde la OTAN no tiene suficiente fuerza para imponer el orden, y la guerrilla impone el terror.

Soldados británicos de la KFOR en Kosovo.
Actúan como policía sustituta, pero son insuficientes.

na22fo01.jpg (15925 bytes)
The Guardian de Gran Bretaña
Por Jonathan Steele Desde Pristina

t.gif (862 bytes) Con el miedo a la anarquía en plena escalada a medida que los refugiados se vuelcan en regreso masivo a Kosovo, el gobernador de las Naciones Unidas en Pristina tomó juramento a un puñado de jueces y fiscales ayer en un intento de llenar el vacío creado en materia de instituciones responsables de hacer cumplir la ley. Junto a los saqueos e incendios de casas abandonadas de los serbios y los gitanos, que las tropas internacionales de mantenimiento de la paz parecen impotentes para detener, se han registrado tiroteos esporádicos y robos de viviendas u automóviles. Antes de la intervención de la OTAN, las agencias encargadas de hacer cumplir la ley –desde el Ejército hasta las fuerzas de policía municipal y de tráfico– eran totalmente serbias aparte de unos pocos gitanos. Ahora, han cesado de funcionar.
Por el momento, las tropas de la KFOR (Fuerza de Paz para Kosovo) están actuando como una suerte de policía sustituta. Los primeros 10 policías civiles de la ONU llegaron esta semana. Aunque los pueblos de Kosovo se encuentran relativamente vacíos, sus ciudades han empezado a revivir más rápidamente de lo que se había esperado, con la reapertura de comercios y cafés. Los taxis están cobrando tarifas exorbitantes para la explotar la falta de servicios de transportes colectivos. Más de la mitad de los refugiados han vuelto sin esperar al programa de repatriación de la ONU. La Acnur, agencia de la ONU para refugiados, anunció ayer que 477.000 albaneses han regresado en las últimas dos semanas. Al mismo tiempo, los serbios están abandonando en masa el territorio. La ONU y la KFOR están intentando alentar la permanencia de los profesionales serbios, insistiendo en la reapertura de los servicios sobre una base de integración étnica. Los funcionarios judiciales juramentados ayer por Sergio Vieira de Mello, el gobernador de la ONU, incluyen albaneses, serbios y un turco.
Pero se trata de una batalla cuesta arriba, dados los temores serbios y la impaciencia albanesa por recuperar los puestos que alguna vez detentaron. Cuando el presidente Slobodan Milosevic abolió la autonomía de Kosovo una década atrás y puso a la provincia bajo gobierno directo de Belgrado, virtualmente todos los albanokosovares fueron despedidos del sector público. Ahora, esos mismos albaneses contemplan su liberación del control serbio como la posibilidad de recuperar sus posiciones.
“Cuando organizamos una reunión para los albaneses con los gerentes serbios en la estación de televisión estatal local el otro día, perdimos el control,” dijo ayer Susan Manuel, una portavoz de De Mello. “Vinieron demasiados albaneses y hubo muchos gritos y el equipo serbio abandonó la estación de televisión. Muchos se fueron de Kosovo ese mismo día.” El gobierno provisional conducido por el Ejército de Liberación de Kosovo pidió dirigir la estación, pero De Mello se negó. La ONU también llevó a cabo una “reunión de re-integración” en el principal hospital de Pristina. Aunque médicos serbios siguen trabajando allí, el esfuerzo fue sólo en parte exitoso. Los médicos albaneses dirigen una especie de sistema paralelo.
Los oficiales británicos de la KFOR, que son responsables de Kosovo central, están tratando de reintegrar dos enormes plantas de energía en las afueras de Pristina que abastecían de electricidad a Macedonia y a Grecia así como a partes de Serbia. Ninguna de las dos ha estado trabajando durante varios días después que algunos ingenieros serbios se fueron de Kosovo, y la KFOR trató de reemplazarlos con albaneses.

 


 

ALERTA TRAS LA CONDENA A MUERTE A OCALAN
Turquía se prepara para lo peor

t.gif (862 bytes) Tras conocerse la decisión del tribunal de condenar a la pena de muerte al líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), Abdalá Ocalan, las autoridades turcas han reforzado las medidas de seguridad en las principales ciudades y el sudeste del país en previsión de posibles manifestaciones violentas. Mientras tanto, la reacción en Alemania, donde viven importantes minorías turcas y kurdas, fue el estallido de bombas incendiarias kurdas contra instalaciones de la comunidad turca, sin que se registraran víctimas.
Cuando todavía son recientes las escenas vandálicas protagonizadas en toda Europa por los miles de kurdos que se manifestaron el pasado mes de febrero en contra de la detención de Ocalan, la condena a la pena capital que pesa sobre el líder kurdo ha empujado al gobierno turco a incrementar las medidas de seguridad por temor a eventuales represalias terroristas.
Especialmente en las principales ciudades, Ankara y Estambul, y en el sudeste del país, donde continúan los enfrentamientos esporádicos entre las fuerzas del ejército y los activistas del PKK. Así, dos incidentes tuvieron lugar el mismo día en que el Tribunal de Seguridad de Ankara decidía el destino del jefe kurdo. En Estambul, una joven de 17 años, que se encuentra en estado grave, se autoinmoló en señal de protesta, mientras que en la provincia de Sirnak, al sudeste del país, jóvenes no identificados lanzaron proyectiles incendiarios contra una comisaría de policía y se dieron después a la fuga.
Edificios gubernamentales, embajadas acreditadas en Ankara, grandes establecimientos comerciales y lugares turísticos se encuentran en “estado de alerta”, ya que son los objetivos más codiciados por las acciones terroristas. Así, tras anunciarse el veredicto, EE.UU. decidió cerrar sus consulados de Adana y Estambul, que todavía ayer no habían abierto sus puertas. Del mismo modo, el Ministerio de Interior ha enviado circulares a todos los gobernadores de las provincias turcas y diversos cargos públicos con precisas instrucciones de seguridad, mientras que el Ministerio de Justicia ha reforzado la vigilancia en las cárceles donde se encuentran recluidos militantes del PKK, quienes protagonizaron huelgas de hambre cuando Ocalan fue capturado en febrero.

 

PRINCIPAL