Por Nora Veiras El capellán castrense Oscar
Astorga dejó ayer de pertenecer a las Fuerzas Armadas. El jefe del Ejército, Martín
Balza, tomó una medida inédita en la historia de la relación entre ambas corporaciones:
decidió la cesantía del capellán con motivo de su negativa a orar por la pronta
recuperación del ex presidente Raúl Alfonsín, aduciendo inaceptables e inexistentes
disposiciones del Ejército. Cuando hoy regrese desde La Pampa a la Iglesia Nuestra
Señora de Lourdes de la ciudad bonaerense de Verónica, Astorga no tendrá más remedio
que descolgar de la sacristía su retrato con el uniforme de gala de teniente primero. El
Arzobispado de La Plata lamentó la conducta del párroco porque el
pensamiento de la Iglesia es absolutamente contrario a esa actitud.
Hace más de doce años que Astorga consiguió armonizar sus dos vocaciones en Magdalena:
militar y sacerdote. La base de Aviación Naval de la Armada y el Regimiento 8 del
Ejército le dieron la oportunidad de convertirse en capellán castrense. Hasta que se
negó a nombrar a Alfonsín en la misa del sábado 19 de junio, los habitantes de
Verónica tomaban como natural que Astorga les asignara grado militar a sus monaguillos de
10 ó 12 años. Cuando hacían algo mal, los degradaba, comentó un vecino de
Verónica.
La complacencia vecinal de Punta Indio, donde los uniformes forman parte de la vida
cotidiana, no presentaba conflictos para Astorga. Nunca pensó que el rechazo al pedido de
la señora de Monzón para que rezara por la salud del ex presidente sería la causa del
final de su carrera castrense. El esperaba ser ascendido a capitán a fin de año. El
lunes 21, el semanario local El Colono publicó las razones que dio el capellán:
Cuando se trata de una figura pública en época de campaña, los militares
necesitamos autorización porque hay gente que lo odia, gente que lo sigue, y yo tengo que
ser equilibrado y no quedar pegado. Con los muertos no hay problemas porque están
muertos: si me pidieran una misa por el Che Guevara y que lo nombre al principio, al
medio, al final, lo hago, no hay problema.
El forzado ecumenismo de Astorga no hizo más que reforzar el repudio primero
de los radicales, más tarde de Balza y, por último, lo dejó mal parado ante el
mismísimo Arzobispado de La Plata, que no se caracteriza por su progresismo. Cuando el
tema llegó a los medios nacionales, Astorga siguió haciendo declaraciones. En diálogo
con Radio Continental admitió que a pesar de su condición castrense no pide
autorización para rezar en nombre de todos los que se lo piden y cuando le preguntaron si
hubiera tenido la misma actitud con los ex dictadores sentenció: No se trata de
imaginar cuando son cosas reales. Esto (el caso de Alfonsín) es una cosa concreta,
particular. No se nombró porque no estaban las condiciones para poder nombrarlo. Pero no
significa que no se haya rezado.
Astorga se explayó luego ante las cámaras de América y dijo: Yo no me negué bajo
ningún punto de vista, como creo que no lo haría ningún sacerdote católico. Lo que
pasa es que esta gente quería un poquito de bandera, nombrarlo (a Alfonsín) y demás. Y
nadie se quiso hacer responsable de pedir por él en la invocación durante la primera
misa. La verborragia de este hombre de 43 años, confeso peronista, se terminó
cuando la arquidiócesis de La Plata emitió un comunicado.
Este arzobispado está efectuando las averiguaciones pertinentes, mientras cumple en
poner en conocimiento público que lamenta lo ocurrido, y espera que solamente se trate de
un malentendido involuntario, ya que el pensamiento de la Iglesia es absolutamente
contrario a dicha actitud, pues considera un deber elemental de caridad rezar por todo ser
humano que lo necesite, más allá de banderías o posturas políticas y religiosas, tal
como lo enseña Nuestro Señor Jesucristo en la conocida parábola del buen
samaritano, escribió el vicario general Rodolfo ONeill, en ausencia del
arzobispo Carlos Galán, quien fue secretario general de la Conferencia Episcopal durante
la última dictadura. Después de la rotunda negativa ante el primer pedido, Astorga, en
la misa del domingo, se avino a nombrar a Alfonsín pero sólo porque pudo remitir a la
señora Ana de Díaz como peticionante de la bendición. Siguió invocando los reglamentos
militares y al teniente coronel Muñoz, responsable del Regimiento 8, como las
limitaciones que le impedían orar por un radical. Muñoz negó la existencia de las
órdenes. El párroco sólo espera que se haga realidad el rumor que anoche sobrevolaba
esa pequeña población de poco más de seis mil habitantes, cabecera del partido de Punta
Indio: que al anochecer, sus seguidores hicieran una misa en reivindicación de su figura.
Es como si un médico se negara a atender a un enfermo por motivos políticos,
graficaron los hombres de Balza. Una hermana de la esposa del jefe del Ejército estaba
casada con Ramiro Alfonsín, hermano del ex presidente que desde el pasado 17 de junio
está en terapia intensiva en el Hospital Italiano. Balza fue uno de los primeros en ir a
visitarlo. Astorga hizo caso omiso de esa señal. Sin embargo, los vecinos de Verónica
siempre recuerdan que es un hombre apegado a los símbolos. Durante el levantamiento
carapintada de Semana Santa sólo abandonó el uniforme de fajina cuando los hombres del
pueblo lo obligaron a ponerse la sotana para oficiar misa con el altar cubierto de
carteles con la consigna Viva la democracia. Después de rezar, el capellán
se fue al Regimiento.
La memoria de Hebe Desde la Base Naval de Punta Indio salieron los primeros aviones que
tiraron a nuestros hijos vivos al mar. Cuando nosotras pedíamos misas por nuestros hijos,
salvo excepciones, los curas se negaban a darla porque decían que sólo podían hacerlo
por los muertos. Para ellos, los vivos y los desaparecidos no entraban. La actitud de ese
capellán (Oscar Astorga) es la misma: se sigue manejando con esas directivas. De
esta forma analizó la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, la
polémica desatada por la negativa de Astorga a rezar por la salud de Raúl Alfonsín.
Bonafini desconfió de la decisión del jefe del Ejército de separarlo del cargo porque
lo hace para poder irse con buena imagen. |
INTERVINIERON AL EX PRESIDENTE Y REACCIONO
BIEN
Una traqueotomía inevitable
Catorce
días después de que sufriera un accidente automovilístico en Río Negro, Raúl
Alfonsín fue sometido ayer por la tarde a una traqueotomía durante la que no se
registró ninguna complicación, según el parte médico oficial. De todos
modos, el ex presidente continúa internado en una sala de terapia intensiva, sedado y
conectado a un respirador artificial, por lo que el pronóstico sigue siendo
reservado.
Por la mañana, Alfonsín logró incorporarse y estuvo sentado unos minutos. Como en todo
momento permaneció conectado al respirador, el ex presidente no pudo hablar, aunque
alcanzó a comunicarse con sus familiares escribiendo preguntas en un papel. Así repitió
una práctica que, como informó Página/12 ayer, ya le permitió tener un cuadro completo
de sus problemas. Hasta la primera comunicación estaba seguro de que había sufrido un
accidente cerebro vascular o un infarto.
La traqueotomía es una operación que se practica en la tráquea para facilitar la
función respiratoria. Es que, como consecuencia del vuelco cerca de Ingeniero Jacobacci,
el ex presidente tiene diez costillas rotas y el pulmón izquierdo necrosado, lo que en
términos médicos significa que no puede funcionar.
La traqueotomía para la que no fue necesario moverlo de la cama comenzó a
las cuatro de la tarde. Una vez que finalizó la operación, Héctor Marchitelli,
vicedirector del Hospital Italiano, agregó que el cuadro seguía siendo el mismo que a la
mañana: Alfonsín se encuentra estable y la evolución es la esperable
en relación con el trauma de tórax que sufrió.
De todas formas, el médico explicó que el ex presidente permanecerá conectado al
respirador artificial posiblemente unos días más. Hasta que no logre
normalizar la respiración, la situación seguirá siendo crítica y con pronóstico
reservado.
Federico Polak, vocero del caudillo radical, confirmó más tarde el cuadro trazado por
los médicos. Alfonsín se encuentra razonablemente bien, la situación evoluciona
de favorablemente y hay una tendencia a la mejoría. Estamos seguros de que todo se va a
solucionar, señaló. Y agregó que Alfonsín estará sedado hasta hoy a la mañana.
El accidente ocurrió el 17 de junio pasado, cuando volcó la camioneta cuatro por cuatro
que llevaba a Alfonsín a un acto en la localidad rionegrina de Ingeniero Jacobacci. La
camioneta derrapó en el camino helado y dio dos tumbos. Alfonsín, que no tenía puesto
el cinturón de seguridad, salió despedido por el parabrisas. Fue llevado a una clínica
de General Roca, en donde permaneció internado hasta que al día siguiente fue trasladado
al Hospital Italiano.
En los últimos días, los principales dirigentes políticos se acercaron al Hospital para
saludar a los familiares del ex presidente. Estuvieron, entre otros, Carlos Menem, Eduardo
Duhalde, Carlos Corach, Fernando de la Rúa, Carlos Chacho Alvarez y Graciela
Fernández Meijide. También pasaron algunos de los líderes mundiales que participaron,
la semana pasada, en la reunión de la Internacional Socialista, como el primer ministro
francés Massimo DAlema y el ex presidente del gobierno español Felipe González.
La opinión de Farinello Creo que lo hizo que Oscar Astorga es una barbaridad, dijo
el sacerdote Luis Farinello a Página/12. Interpretó que Astorga debe haber pensado
como militar y no como sacerdote, que es lo que debería haber hecho. Esta fue su
explicación:
* Un cura no puede negarse a rezar por alguien.
Además, Alfonsín es una persona muy querida, que reconoce cosas, como aquellas
Felices Pascuas.
* Yo casi nunca digo que no, a menos que sean casos
notorios. Hay personas que son nefastas. Si Videla o Massera me pidieran la comunión, yo
me negaría, porque son genocidas que han cometido gravísimos pecados públicos y no se
han arrepentido. Un militar que ni siquiera toma conciencia de lo que ha hecho, que afirma
que lo haría de nuevo, no da el paso de reconciliación honda que es necesario para el
perdón. Tampoco está dispuesto a reparar lo que pueda indicar dónde están los
cuerpos, devolver lo que se apropió y menos aún piensa cumplir la
penitencia. u Nunca recé particularmente por ellos nadie me lo
pidió, pero cuando uno reza por la hermandad, por la humanidad, está rezando para
que todos los hombres entiendan el mensaje de Cristo y pidan perdón. |
Un católico de misa dominical
que siempre chocó con la Iglesia
Por José Natanson
La decisión de Martín Balza de cesantear
al capellán militar que se negó a celebrar una misa por la salud de Raúl Alfonsín
sonó como una venganza para el ex presidente. El 2 de abril de 1987, en una misa por los
caídos en la guerra de Malvinas, el entonces vicario general de las Fuerzas Armadas,
Miguel Medina, criticó duramente la gestión alfonsinista. El jefe radical, que había
escuchado pacientemente los cuestionamientos del cura militar, fue hasta el púlpito y le
respondió con el dedo en alto.
Fue uno de los momentos más tensos de la relación entre Alfonsín y la Iglesia. Medina
aprovechó la atención pública de una misa por los combatientes de 1982 para criticar al
gobierno. Digamos no al predominio sectorial, no a la delincuencia, a la patotería,
a la coima, al negociado, a la antisocial emigración, a la decadencia, a la drogadicción
y a la destrucción de la identidad nacional, reclamó el obispo.
Alfonsín lo escuchaba sentado en la primera fila de la iglesia Stella Maris. Cuando
Medina concluyó, pidió permiso y repitió lo que había hecho con Ronald Reagan en 1985,
en los jardines de la Casa Blanca: replicó siendo visita. Es cierto que tenemos los
problemas de las inundaciones, es cierto que hay un problema de drogas. Pero es mucho
menor al que sucede en otros países, casi gritó.
Medina le devolvió el favor cinco meses después. Luego del levantamiento carapintada de
Semana Santa, el obispo sumó intranquilidad al fantasma generalizado de un posible
intento de golpe de Estado. Si bien se han disipado algunas manchas, aún no todo
está tranquilo en el ambiente militar, dijo Medina. En 1990 elogió los indultos de
Carlos Menem y visitó en prisión a los ex comandantes de la dictadura.
Otro momento conflictivo entre Alfonsín y algunos obispos fue el del 4 de junio 1987. Ese
día, luego de más de dos años de debate legislativo, la Cámara de Diputados aprobó en
diez minutos la Ley de Divorcio. Aunque el proyecto no fue elaborado por el Poder
Ejecutivo, la Iglesia pidió públicamente el veto presidencial. Alfonsín se negó. Pocos
días después, la ley entraba en vigencia.
El 15 de septiembre de 1987 comenzó otra estación de su calvario, cuando nombró a Jorge
Sábato uno de los hijos de Ernesto como ministro de Educación en reemplazo
de Julio Rajneri. Fue la primera vez que un presidente decidía el nombre del titular de
esta cartera sin realizar una ronda de consultas previa con la Iglesia. Como si fuera
poco, Sábato se declaró públicamente agnóstico y juró sólo por la Patria, en lugar
de utilizar la fórmula más habitual que menciona a Dios y los Santos
Evangelios.
La Iglesia no se pronunció de manera formal. Pero el malestar fue evidente y algunos de
sus integrantes cuestionaron la designación de Sábato: Emilio Ogñenovich, que antes
había sacado a la Virgen de Luján en una marcha contra el divorcio, denunció a
marxistas en la universidad y el gobierno. Cinco meses después, en el
Congreso Pedagógico, la Iglesia cuestionó la política educativa y el cardenal Antonio
Quarracino criticó la existencia de activistas ideológicos o ideólogos
activistas. Uno de las pocas voces de la Iglesia que salió a respaldar a Sábato
fue la un amigo de Alfonsín, el actual obispo de Morón, Justo Laguna. Sábato es
un agnóstico, él lo ha dicho, pero eso no significa que pueda ser un excelente
ministro, dijo Laguna.
La relación volvió a tensarse el 29 de octubre de 1988, cuando la Conferencia Episcopal
emitió un documento en el que denunció una idolatría del poder, el sexo y el
dinero y la existencia de negociados y coimas. Alfonsín respondió al
día siguiente: Yo sé muy bien que la Iglesia lo dice con sentido positivo, porque
conoce cómo, a veces, por encima de las direcciones, pueden provocarse ilícitos. Sólo
un hombre sin honradez podría presumir que todo el proceso del banco Ambrosiano obedece a
la política vaticana, señaló irónicamente en referencia a la quiebradel banco
del Vaticano. Sin embargo, la réplica más dura fue la que formuló el Comité Nacional
de la UCR, que en ese momento presidía Alfonsín. Hubiese sido de desear que el
énfasis en la crítica al gobierno democrático que pone la Iglesia hubiera tenido el
mismo vigor en la oposición a la dictadura.
A pesar de estos incidentes, Alfonsín asiste esporádicamente a misa, sobre todo cuando
visita a su madre los domingos en Chascomús. Y tiene una excelente relación con dos
obispos: Laguna y Jorge Casaretto, de San Isidro. Además, uno de sus familiares forma
parte de la Iglesia: el obispo de Mar del Plata, monseñor José Arancedo, es primo del ex
presidente.
Alfonsín tenía buena relación con otro dignatario de la Iglesia. En 1984, cuando creó
la CONADEP, el ex presidente nombró al fallecido obispo de Neuquén, Jaime de Nevares,
como uno de sus integrantes.
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