Por Diego Schurman Carlos Menem tuvo la
ocurrencia a fin del año pasado, durante una producción fotográfica de la revista
Gente.
Charly, vos sabés que justo hoy estuve escuchando tus canciones le endulzó
los oídos. A mí me gustabas más vos que los Rolling Stones. ¿Por qué no te
venís a Olivos? abundó.
Bueno, un día voy a ir salió del paso el músico.
Fueron seis meses de arduas negociaciones. Pero el mandatario, finalmente, se dio el
gusto. Charly García aceptó participar de una de las veladas que la Presidencia organiza
mensualmente en Olivos a pedido del riojano, que pretende aprovechar al máximo sus
últimos meses en el poder para agasajar a los famosos que aún le resta conocer.
La orden de Menem llegó a principios de año, cuando la posibilidad de una nueva
reelección era algo más que un sueño. Lo quiero a Charly, conseguilo, le
dijo en una reunión privada a Alberto Kohan. El secretario general de la Presidencia
prometió no fallar.
El operativo estuvo a cargo de Fernando Szereszevsky. Se trata del jefe de prensa de Kohan
que, gracias a las gestiones de una hermana actriz, tejió buenos contactos con
personalidades del mundo del espectáculo. Una de ellas es Marcelo De Lavalle, manager del
rockero.
Desde hace más de un año que Szereszevsky cumple el sueño de Menem de compartir
momentos con figuras del mundo del deporte y la farándula. Las veladas se hacen una vez
por mes, generalmente los jueves, y el grupo de invitados casi nunca más de
veinte responde a áreas temáticas.
La última cena reunió a árbitros de fútbol. Angel Sánchez, Juan Carlos Lousteau, Juan
Carlos Crespi, Horacio Elizondo agradecieron al Presidente con un gesto: le regalaron la
indumentaria clásica de los referís.
Hubo otras, con futbolistas, la debilidad de Menem. A nadie le importó el fanatismo del
Presidente por River, menos a Kohan, que por Boca es capaz de hablar mal de su jefe. Por
eso últimamente se vio por Olivos a Martín Palermo, el mellizo Guillermo Barros
Schelotto, Diego Cagna y el entrenador Carlos Bianchi. Claro que antes por allí pasaron
los riverplatenses Leonel Gancedo, Juan Pablo Sorín y también Juan Antonio Pizzi.
Muchas veces se realizan encuentros privadísimos. Muchos de los que nos putean
vienen al pie. Pero no los vamos a quemar, dicen en la Casa Rosada para generar
misterio. Hay otras reuniones que el propio Menem se encarga de publicitar. Más que la
inclinación presidencial por el cholulismo, estas actividades responden a una estrategia
por el supuesto beneficio que le depara una foto con esas figuras internacionales. Así se
mostró con los Rolling Stones, Claudia Schiffer, Xuxa y Madonna, entre tantos otros.
Desde el primer diálogo en vivo entre Menem y Charly hasta el encuentro del martes a la
noche en Olivos hubo varias comunicaciones telefónicas.
Charly le decía a Menem que aguante, que a él también le pegaron en momentos
difíciles, y que sabe lo que es hacer leña del árbol caído -señaló una alta fuente
de Gobierno sobre el contenido de los llamados.
La fuente hacía referencia al desplazamiento del Presidente del centro de escena, un
lugar que está siendo dominado por los candidatos a sucederlo, el justicialista Eduardo
Duhalde y el aliancista Fernando de la Rúa. En el Gobierno estaban convencidos de que el
tema El aguante, que Charly tocó en Olivos, estuvo dedicada a Menem. Nada
dijeron, en cambio, de otro de los clásicos que el músico de bigote bicolor interpretó:
Promesas sobre el bidet.
Las versiones cambian según la fuente. Del entorno del autor de Demasiado Ego no se habla
exactamente de una relación de amor entre las dos potencias, como Charly se
definió a sí mismo y al Presidente. Aunque reconocen que el político despierta cierto
interés al músico por lo bizarro de su mundo. Es más, para desvirtuar la
tesis oficial aseguran que el ex creador de Sui Generis y Serú Girán plantó a Menem en
una primera cita. La excusa fue que su hijo Miguel se había enfermado. Miguel tiene
veintipico. Pero el Presidente no se rindió. Y los contactos continuaron.
El segundo intento, realizado en las últimas semanas, también fracasó. Esta vez el que
no podía era Menem, quien debía realizar una gira por el exterior. Finalmente este
lunes, por la noche, Szereszevsky acercó la buena nueva, mientras Menem participaba en
Río de Janeiro de la cumbre de jefes de Estado del Mercosur, Centroamérica y la Unión
Europea.
El Presidente disfrutó de la música de Charly mientas degustaba empanadas, pizza y
asado. En la mesa rectangular del chalet de Olivos no faltaron botellas de vinos Menem. La
televisión esta vez no estaba prendida. No pasaban ningún partido a esa hora.
El comentario de rigor entre algunos funcionarios oficiales fue la ausencia de María
Gabriela Epumer, guitarrista de Charly y novia del vocero de De la Rúa, Darío
Lopérfido.
Quería ir, pero se me hizo tarde. Me hubiera gustado ver esa dupla -dijo a
Página/12 para echar por tierra cualquier tipo de especulación.
En el Gobierno no sólo se habló de los ausentes. También les pegaron a los presentes.
Se sorprendieron por la aparición inesperada de Pipo Cipolatti. Se coló, pero
bueh..., dijeron sobre el líder de Los Twist. En cambio, intentaron mantener en
reserva una escena que descolocó al Presidente. Aquella donde Charly se quedó
prácticamente como Dios lo trajo el mundo ya que su delgadez le hizo caer los pantalones.
La prenda no fue lo único que perdió el músico. También se quedó sin la amistad de
Hebe de Bonafini. La titular de Madres de Plaza de Mayo, que ya había tenido un
entredicho con Charly cuando éste quiso realizar un show que recreara los vuelos de la
muerte, fue clara al respecto: Se puede abrazar con quien quiera, nosotras no nos
vamos a abrazar más con él, dijo.
MENEM ABREVIO EL ACTO DE HOMENAJE A PERON
Mucho apuro para ver la Copa América
Por F.Y.
Fue un
acto corto, el debut de la selección argentina en la copa América así lo exigía. Fue
un acto que buscó ser emocionante, se recordaba el 25 aniversario de la muerte de Juan
Domingo Perón. Fue un acto de despedida, porque Carlos Menem dijo que en pocos meses más
entregará su banda presidencial, aunque prometió retornar en el 2003. Pero también fue
un acto de advertencia (obviamente para Eduardo Duhalde), porque el Presidente dijo que
estará atento y vigilante para que no haya desvíos en lo que hicimos y logramos en
estos últimos diez años de gobierno.
La cita fue en el Teatro Cervantes, con poco público y apagado entusiasmo. Algo similar
ocurrió con las personalidades que concurrieron. Muchos dirigentes de antaño y casi
nadie del presente. José María Castiñeira de Dios, Jorge Taiana, Alberto Roccamora,
Hipólito Jesús Paz y Antonio Cafiero, todos ex funcionarios de Perón recibieron
plaquetas de mano del Presidente. Pero también estuvieron los ministros Carlos Corach y
Jorge Rodríguez; el diputado César Arias y el gobernador pampeano Rubén Marín. Este
último y Cafiero se hicieron acreedores del mote de traidor cuando el locutor
los nombró. Pero nadie dijo nada cuando se leyeron los telegramas de Carlos Reutemann y
de los gobernadores Adolfo Rodríguez Saa, Jorge Escobar y Carlos Juárez.
Cuando Menem habló se autodefinió como un fiel y leal discípulo del general
Perón y aseguró que todo lo que sucede en el mundo, como la globalización y el
Mercosur, ya lo había predecido el líder del movimiento. La concurrencia estalló en un
no rotundo cuando el riojano anunció su próximo fin de mandato. El rió con
picardía, y dijo que se irá sólo físicamente y que trabajará para retornar en el
siglo que viene. Se cuidó de nombrar a Duhalde y Ramón Ortega, pero anunció el triunfo
del peronismo y, de paso, le advirtió que atento y vigilante para que no haya
desvíos en lo que hicimos y logramos en estos últimos diez años de gobierno.
Siempre fiel a su estilo Menem concluyó con su discurso diciendo que Perón está
vivo y con toda seguridad hoy se encuentra en el estadio paraguayo donde juega la
Argentina y es por ello que los libero para que puedan ver el partido. La gente
finalmente aplaudió a rabiar y todos se fueron en busca de un televisor, Menem incluido.
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